Un dolor crónico
La artrosis de rodilla es una enfermedad en la que el cartílago de la articulación se desgasta produciendo dolor y rigidez.
Los síntomas son dolor espontáneo y al movimiento y sensibilidad al tacto. La artrosis de rodilla, por ejemplo, dificulta el subir o bajar escaleras, levantarse de una silla, y hasta mover la pierna, aunque es imprescindible mantenerse en actividad. Para tratarla, se suelen emplear analgésicos y antiinflamatorios, en particular los llamados AINEs (antiinflamatorios no esteroides), tanto de venta libre como bajo receta. Sin embargo, estos medicamentos tienen entre sus principales efectos colaterales la irritación gástrica, las úlceras e incluso hemorragias gastrointestinales. Esa es la razón por la cual muchas personas que reciben tratamiento para el dolor crónico deben tomar conjuntamente protectores gástricos.
«Los puntos a tener en cuenta para el desarrollo de un parche son: selección de la droga (no cualquiera se puede utilizar en un transdermal); elección del adhesivo y los excipientes (que no irriten la piel y que logren que el parche no se despegue con facilidad); modulación de la velocidad de liberación del principio activo, y determinación de la dosis», señaló el dr. Francisco Stefano, farmacólogo y profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires, y uno de los principales cerebros detrás del desarrollo y la manufactura de los parches de estradiol y de diclofenac introducidos al mercado.
«Cuando se logra que la droga se libere y penetre en forma adecuada, la dosis se regula a través del tamaño del parche hasta conseguir el resultado óptimo», concluyó el dr. Stefano.
La artrosis de rodilla es una enfermedad en la que el cartílago de la articulación se desgasta produciendo dolor y rigidez.
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