Un ejército
Fernando bravo rionegro@smandes.com.ar
La semana en san martín
Son 700, 800 o 1.000… ¿Cuántos empleados tiene el municipio de San Martín de los Andes? ¿Qué hace cada uno? ¿Y lo que hacen todos, lo hacen bien? La transición hasta el diez de diciembre viene agitada. El peronista e intendente electo, Juan Fernández, llamó la atención en tono de fastidio al actual gobierno de la emepenista Cristina Frugoni: “nadie más debe ingresar al municipio”, sentenció. Según el lado del que se pare cada uno, hay una plantilla de personal excedida o una nómina imprescindible para cubrir la multiplicidad de servicios municipales. Pero la alarma de Fernández hace pie en los últimos concursos de cargos. Frugoni ha dicho que son impostergables para asegurar el funcionamiento del municipio. Ocurre que a Fernández ya le duele, antes de asumir, el rojo de 3.900.000 pesos que se proyecta sobre las cuentas públicas de este año. Entiende que el incremento de la masa salarial es la madre del desmadre. Fernández cree que el dinero para equilibrar las cuentas deberá salir de la Tesorería provincial, atento a que la actual gestión municipal responsable del déficit es del MPN, como el gobierno de Jorge Sapag. Es un argumento débil, que no asegura nada. En la vecina ciudad de Junín hay un gobierno emepenista que recibe 500.000 pesos al mes de la provincia para pagar sueldos y evitar la virtual quiebra, pero prácticamente no percibe un peso para obras públicas. El grueso de ellas viene del gobierno federal. Así lo denunció el también peronista e intendente electo, Juan Linares, y ya le pidió a Sapag que afloje unos pesos para hacer casas. Este antecedente de la “manta corta” debería poner en alerta a Fernández. Pero el punto no es si el personal es mucho o poco. Desde luego que hay estándares académicos para orientar una relación óptima entre el número de municipales y la cantidad de vecinos, pero ciudades como San Martín tienen un geografía de montaña compleja, que demanda recursos sobre la media. Para colmo, las cenizas del volcán chileno Puyehue Cordón Caulle lo han complicado todo. Según fuentes municipales consultadas el último viernes, hay 545 agentes de planta permanente, 135 contratados y unos 120 monotributistas. Unas 800 personas (algunos peronistas creen que son bastante más) para atender una ciudad de 30.000 habitantes. ¿Es mucho? ¿Es poco? ¿Es justo? En distintas jornadas y en la misma mesa de un concurrido café, escuché quejas sobre los servicios municipales. La que más llamó mi atención fue la de un comerciante del centro, obsesionado con las cenizas volcánicas. Decía: “cuando se sequen y levante viento nos van a volver locos”. Y explicaba: “empezaron a limpiar con una cuadrilla de siete u ocho personas (más tractor y cisterna) a razón de una cuadra cada tanto. ¿Ocho para hacer semejante laburo (doy fe que esa arenilla es difícil) cuando dicen que en la municipalidad hay un ejército de empleados? Encima, cada vez que llueve o nieva tienen que suspender. A este ritmo, en primavera y con los vientos vamos a ser milanesas”, se lamentaba. Es una opinión sin más pretensiones de rigor que un comentario de café. Y es cierto que la percepción de realidad de un fulano no siempre es fiel a la realidad misma. Pero la observación de este vecino, que cree ver un “ejército” ocioso en el municipio, lleva implícita una razonable presunción: la cantidad de personal en una empresa de servicios es un dato vago, si no se lo confronta con el costo y el nivel de satisfacción que la prestación de esos mismos servicios genera en el destinatario. Por lo común, las administraciones municipales ni se ocupan de averiguarlo.
Fernando bravo rionegro@smandes.com.ar
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