Un estilo de vida que se muestra desde El Bolsón

Hasta hoy, producción y artesanías patagónicas para deleitarse.

EL BOLSON (AEB) – Más de veinte productores de la comarca respondieron a la convocatoria de la sexta Muestra de Productos Patagónicos. La exposición, entre las 11 y las 22, tiene lugar en una globa instalada en la calle, justo frente a la iglesia.

Música ambiental y un puesto de informes turísticos en la entrada se combinan para atraer tanto a los vecinos, como a los numerosos turistas llegados ya con motivo de las vacaciones de invierno. A propósito, desde la oficina de Turismo se indicó que la ocupación promedio de la primera quincena de julio se ubicó en 21,43 por ciento.

Gran parte del primer día de la muestra se lo llevaron los preparativos. Provenientes de El Hoyo, Lago Puelo y El Bolsón, los productores aún no habían terminado de instalarse cuando el coordinador de Gobierno, Ariel Ayllapán, dio por inaugurado el evento, el jueves poco después de las 17, con su presencia y sin ninguna formalidad.

Las primeras horas no hubo calefacción, pero luego el inconveniente se subsanó y todo entró a tener color y calor.

En realidad, algún que otro «colado» de fuera de la comarca, hay. Por caso, vinos llegados de Bariloche; o un artesano de Neuquén que talla relojes en piedra laja: piezas únicas que pueden adquirirse por entre 80 y 90 pesos.

Muchos alimentos y bebidas para degustar. Otros objetos para mirar, tocar u oler y dejarse tentar. Pero, lo más interesante tal vez, la disposición de los productores a comentar su trabajo, dar detalles de los procesos o, simplemente, contar cómo son sus vidas en este lugar del mundo.

Un ejemplo. ¿Alguien sabe cómo se hacen los sahumerios artesanales? Uno por uno, desde la recolección manual de las varillitas, hasta el perfumado. Lo cuenta Fabiana, una artesana de Lago Puelo que ha mantenido a su familia con esa actividad que la ha llevado, de feria en feria, hasta Ushuaia.

– «Ahora mi esposo tiene trabajo afuera -dice- per hubo un tiempo en que todo salía de esto», y señala los «Sahumerios Muscari».

Finos tallos de pimpinela, un yuyo silvestre, y de lavanda son el sostén elegido que manualmente se sumergen en una pasta hecha a base de aserrín. «De consistencia parecida a la de las tortas» -ríe Fabiana- hay que pincharlos después uno a uno, cabeza abajo, en una placa de telgopor para que se sequen al calor de una cocina económica. Recién una vez secos, se vuelven a introducir en la esencia que les dé el aroma correspondiente y van nuevamente a secado. Olores de canela, vainilla, manzana, cereza, limón o coco despiden al ser encendidos.

– Imagino que su casa estará muy perfumada, pregunta «Río Negro».

«En realidad no. Hasta hace dos años, los hacía en la cocina; ahora por suerte es el segundo invierno que tengo mi taller, cerca de la casa. Es que el uso de los distintos materiales, es en algún momento bastante insoportable, por los fuertes olores».

Explica el suyo como cualquier trabajo. Hay que dedicarle la mañana; luego un corte al mediodía para atender a su familia pues tiene hijos de 9 y 11 años. Y por la tarde otra vez. Tener lo suficiente para ir a una feria implica fabricar entre 20.000 y 25.000 varillas de distintos aromas, además de cajas artesanales de regalo, confeccionadas con cartón corrugado y flores secas.

La comercialización es otro punto que debe atender. Dos locales en El Bolsón y otros tantos en Lago Puelo le compran sus productos. Pero la concurrencia a ferias regionales es el otro punto fuerte para vender.


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