Un gran día para Bush, aunque siga habiendo problemas 15-12-03

Por Laszlo Trankovits

n la mañana de ayer, las cadenas de televisión estadounidenses mostraron una y otra vez las humillantes imágenes de Saddam Hussein detenido. «Un triunfo para el presidente George W. Bush», coincidían los comentaristas. Pero el presidente, que ya había recibido una primera noticia en la tarde del sábado, dejó que fueran primero los militares, los representantes iraquíes en Bagdad y el primer ministro británico, Tony Blair, quienes ocuparan el escenario mediático internacional.

Aun así ha sido un gran día para George W. Bush, independientemente de que la noticia no signifique con seguridad el fin de los tiempos sangrientos en Irak. Pese a todo, Washington espera que tras la detención del «tirano» -el hombre más buscado después de Osama ben Laden- se provoque un cambio en el Irak de la posguerra.

La Casa Blanca calcula que tras la captura de Saddam, 250 días después del comienzo de la guerra, se producirá un debilitamiento sensible de la resistencia iraquí. Sobre todo desaparecerá el miedo de muchos iraquíes a cooperar con las nuevas fuerzas del país. Sin embargo, un experto militar dijo que podría ser que Saddam haya sido traicionado por organizaciones rivales para imponer una estrategia propia, de fuerte influencia islámica, para la resistencia armada iraquí. Pero la captura de Saddam tiene muchos aspectos alentadores para el gobierno de Bush, atacado con fuerza dentro y fuera del país. Probablemente, un tribunal netamente iraquí sea el que juzgue y presente a la población y al mundo las crueldades y el terror que el tirano ejerció durante décadas. El Ejército espera también que ahora recibirá las tan ansiadas informaciones sobre las armas de destrucción masiva de Irak. Los soldados norteamericanos lo querían atrapar a toda costa vivo. Porque si lo hubieran acribillado tal como hicieron hace cinco meses con sus hijos Uday y Qusay, probablemente para muchos iraquíes habría entrado en la historia como un mártir. Se espera que lo que más dañe la imagen del orgulloso dictador «antiimperialista» de la que se jactaba Saddam sea sobre todo las circunstancias de su detención en un miserable agujero. (DPA)


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