Un gran negocio con pocas ideas nuevas

Déjà vu. La expresión, de origen francés, significa: ninguna novedad. El personaje de Keanu Reeves, Neo, vivía el déjà vu en «Matrix» (1999) cuando algo estaba definitivamente mal con el sistema ilusorio de la matriz. Y también Tweety burlaba su propio significado cuando, en algún momento de cada pequeña historia, ofrecía el clásico: «Me parece haber visto un lindo gatito» en referencia a la insistencia absurda y reiterativa de su enemigo, el inefable Silvestre. Este 2007, en materia cinematográfica, será como un especie de déjà vu. El mayor porcentaje de aquello que la pantalla grande ofrecerá es algo que nos parece conocido o que ya hemos visto. Sólo que no hay espacio para suposiciones: definitivamente ya lo vimos. Ahora serán otras historias pero el «paquete» es el mismo y estos doce meses batirán records a la hora de las clásicas revisiones de fines de diciembre: el año de las secuelas, precuelas y cía.

Apostar a lo seguro. Asegurar ganancias importantes con personajes que ya tienen la aprobación de un sector de la audiencia. Generar franquicias que luego puedan ser explotadas a través de un amplio merchandising acorde (muñecos, remeras, accesorios, posters, etc.) Estas y muchas otras pueden ser las razones para que, cada vez más, el séptimo arte entregue secuelas y precuelas de todo tipo. ¿Falta de ideas? ¿Negocio fácil? ¿Espejo de una decadencia inexorable de la pantalla grande? Esto último parece ser la más clara explicación de un sistema que va en caída gracias al avance de internet y el poder del DVD. Si bien son las mismas compañías las que comercializan los diferentes formatos, ¿alguien se imagina un futuro sin salas de cine?. Evidentemente no, pero los números parecen indicar lo contrario.

En los últimos tiempos el mercado del DVD creció a pasos agigantados, constituyendo en la actualidad casi un 80% de las ganancias de las productoras cinematográficas americanas relegando a los estrenos en las salas a un magro 20%. Un fenómeno que también está extendiéndose al resto del mundo, incluido nuestro país donde la recaudación anual de ingresos en los cines aumentó sólo porque creció el precio de la entrada pero bajó considerablemente la cantidad de espectadores. Las causas que los especialistas aportan son muchas. Una es el valor del ingreso a la sala cinematográfica que para una familia tipo constituye un gasto demasiado alto, sobre todo en comparación con el alquiler o compra de un DVD cuyos costos bajan año a año, convirtiéndolo en un sistema cada vez más económico. Asimismo, la sensación de «atesorar» que brinda el formato DVD con su materialidad supuestamente eterna, ha incrementado la compra directa del mismo de una forma inesperada, saciando los deseos de coleccionistas y fanáticos conscientes de la corta vida del antiguo cassette VHS. Si a eso le sumamos el avance incesante de la tecnología que brinda la posibilidad de acceder a variados aparatos que pueden transformar cualquier hogar en un «pequeño cine» cuyos precios también decrecen anualmente, el combo es perfecto. Las familias comienzan a optar por ver cine en casa, lo que implica comodidad y abaratamiento de gastos.

Otra causa es la importante injerencia de Internet con la multitud de sitios en los que se pueden descargar películas y series de todo tipo. Como ocurrió con el mercado de la música, el del cine también tuvo que adaptarse y las empresas productoras ofrecen ahora la gran mayoría de sus filmes para ser «bajados» de la computadora en forma legal. Claro que tanto en este espacio como en la comercialización del sistema DVD el mercado negro o pirata hace estragos con el oficial, acumulando ganancias sorprendentes y provocando asimismo grandes pérdidas para las distribuidoras.

Por último, el sistema de grandes complejos de salas cinematográficas que devoran a los pequeños cines de barrio e imponen su batería de pochoclos, gaseosas y comidas varias, han alejado a un buen porcentaje de audiencia que termina «sufriendo» las molestias de otros espectadores. Irónicamente, un proceso de cambios realizado supuestamente para brindar más comodidad y atraer más público, termina apartándolo.

Si a todo esto sumamos la falta de nuevas ideas que llegan sobre todo de la meca hollywoodense que maneja la comercialización cinematográfica a nivel mundial, sólo superado en cantidad de producciones por la industria de India que, igualmente, carece de salida internacional, el tema termina siendo un callejón sin salida. Y mientras los críticos especializados apuntan a la merma de imaginación como principal responsable de la caída estrepitosa del séptimo arte, las productoras continúan apelando a lo seguro, a eso que ya dio sus buenos réditos en el pasado. Cuando el negocio tambalea, es mejor asegurarse aunque sea recuperar lo invertido para que luego el DVD ayude a producir la verdadera ganancia. Aunque a veces el dinero utilizado para la confección, difusión y distribución de un filme, nunca es recuperado.

 

Un poco de historia

 

Un relato basado en una leyenda hebraica sobre uno de los primeros seres inanimados que cobran vida, conocido como «el Golem» se convertiría en la primera película en la historia del cine que tuvo su secuela.

«El Golem» es una cinta de 1914 dirigida por Paul Wegener que basándose en la novela que, con el mismo título, el escritor austríaco Gustav Meyrink publicó en 1916, la rehizo como «El Golem: cómo vino al mundo». El mismo realizador rodaría una continuación llamada «El Golem y la bailarina», cinta que se considera perdida y que habría sido la primera «segunda parte» de la historia.

Todos los años transcurridos desde 1920 hasta la actualidad han sido testigos de innumerables continuaciones de éxitos y también avalanchas de «remakes», tendencia que crece a medida que las ganancias merman.

Este 2007 nos trae nuevamente a Sylvester Stallone en la piel de Rocky con la sexta entrega de la saga mientras prepara la cuarta parte de Rambo para el 2008 (ver página siguiente), Bruce Willis calzándose otra vez los zapatos de John McClane en la cuarta película de «Duro de matar», Johnny Depp como el capitán Jack Sparrow para cerrar (¿será así?) la trilogía exitosa de «Piratas del Caribe», Tobey Maguire y un Peter Parker más oscuro para la tercera versión de «El hombre araña» mientras se prepara la cuarta para años próximos, Matt Damon como el agente especial Jason Bourne en una nueva parte de la historia que comenzó con «Identidad desconocida», el quinto Harry Potter, la tercera «Rush hour» y la lista continúa con Aliens, Depredadores, otro Hannibal Lecter, nuevas Tortugas Ninjas y más y más y más. Mientras la invasión parece anunciar nuevos retos para el año que viene con dinosaurios, Indiana Jones y Terminator resurgiendo de entre las cenizas, el tema parece ser una historia sin fin.

Y la discusión ha generado más de una opinión. Pero es imposible obviar que el cine independiente americano y las cinematografías locales (en nuestro país se estrenaran durante estos doce meses más de ochenta filmes argentinos) ofrecen muchas propuestas de calidad que, a pesar de no contar con un aparato publicitario tan fuerte como sus competidoras, gozan del apoyo de la crítica y tienen buena difusión. Sin embargo estas opciones, en su mayoría pasan desapercibidas y obtienen magros resultados en las boleterías, generando una «carrera» más auspiciosa en su traslado al formato DVD.

Lo que indica que como espectadores también tenemos lo que queremos ya que mientras las secuelas sigan atrayendo público, las productoras continuarán generándolas.

Y, más allá de la indudable calidad de muchas de estas historias, la prisión del «déjà vu cinematográfico» continuará atrapándonos. Es siempre más fácil apostar a lo seguro que optar por algo nuevo o desconocido.

 

ALEJANDRO LOAIZA

aloaiza@rionegro.com.ar


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