Un helicóptero militar cayó cerca del cerro Chapelco

Viajaban cinco personas y cuatro resultaron heridas. El piloto logró hacer un aterrizaje de emergencia.

SAN MARTIN DE LOS ANDES- Un helicóptero Lama de la Sexta Brigada de Neuquén se precipitó a tierra en un aterrizaje de emergencia sobre el bosque de un nevado valle, a unos 400 metros de la ruta 234 y del mirador Pil Pil, camino a cerro Chapelco, con dos tripulantes y tres pasajeros a bordo. Dos de ellos resultaron con traumatismo de cráneo y fracturas, otro con heridas cortantes, y uno salió ileso.

El siniestro se produjo entre las 18 y las 18,30, tras una copiosa nevada que de manera intermitente se abatió sobre la zona a lo largo de toda la jornada y, al parecer, obedeció a un desperfecto mecánico, aunque la información oficial surgida del Ejército se limitó a señalar que el accidente se produjo por una «emergencia en vuelo».

Esta no fue la única contingencia relacionada con el mal tiempo en la zona andina. Dos operarios de Las Leñas (Mendoza) murieron bajo un alud y los pasos a Chile debieron cerrarse por las nevadas.

Fuentes consultadas dijeron que el helicóptero emprendió vuelo cuando las condiciones meteorológicas eran adecuadas, aunque a algunos observadores les llamó la atención el hecho, teniendo en cuenta el cerrado temporal que se inició por la mañana.

La nave realizaba un relevamiento para la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas, cuyos alcances y características no se informaron. En la máquina viajaban dos tripulantes militares, el teniente primero Roberto Ceretti al comando, y el mecánico sargento primero Aranda; en tanto que el personal civil de la AIC fue identificado como Luis Fernández Miranda, José Melendo y Daniel González. Ceretti resultó ileso; Aranda sufrió una herida cortante en su rodilla izquierda; Miranda sufrió traumatismo de cráneo con pérdida de conocimiento y fractura de clavícula; Melendo, traumatismo de cráneo; y González, traumatismos. Fernández Miranda y Melendo permanecían internados en el hospital local y estaban fuera de peligro y estables.

En el rescate intervino personal del Hospital Carrillo y de la Policía local, a la vez que colaboraron personal de parques y bomberos.

El piloto se mantuvo a lo largo de dos horas sobre la ruta 234, acompañado de la policía y a la espera del acordonamiento que, al cierre de este despacho, disponían sobre el lugar las autoridades del Regimiento 4 de Caballería de San Martín de los Andes. Para hoy se esperan peritos de Fuerza Aérea para hacer los estudios de rigor.

Por un momento, el piloto mantuvo un emocionado y a la vez tranquilizador diálogo por teléfono celular con un familiar directo. En tanto, la ruta a esas alturas se había convertido en un hervidero de curiosos que detenían sus automóviles sorprendidos por el movimiento policial y los móviles del Ejército. La mayoría regresaba de una jornada de esquí en el complejo invernal. Por cierto, desde la ruta nada se veía del accidente, oculto tras el bosque y en medio de la cerrada cortina que producían los copos de nieve.

Las primeras informaciones oficiales indican que el accidente se produjo por un desperfecto mecánico del Lama matrícula AE 387, cuando sobrevolaba la zona del mirador Pil Pil, a unos 12 km. de San Martín y camino al complejo invernal.

Como se apuntó, la nave cayó a unos 400 metros de la ruta 234 en dirección este, sobre un valle dominado por los ñires y las arbustivas, cubiertos por un denso y compacto manto de nieve.

Las primeras observaciones indican que el piloto intentó un aterrizaje de emergencia, ya que claramente se observa la «cicatriz» que la máquina produjo sobre la vegetación, para dar contra la copa de un añoso árbol, que cercenó de cuajo.

El Lama se volteó sobre su lado derecho, quedando la cabina contra el piso y el rotor en un ángulo de unos 40 grados respecto del terreno, incrustado entre las ramas de los árboles. Piezas metálicas de la aeronave quedaron esparcidas en un radio de 15 metros en torno del lugar donde concluyó su descontrolada carrera. La parte menos dañada resultó ser la cabina, lo que seguramente mantuvo la integridad de los ocupantes. Por la evolución de la máquina y el modo en que concluyó la rodada, sólo la fortuna y la pericia del piloto explican que no se haya producido una verdadera tragedia.


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