Un intento para generar una guerra civil

«Vi miembros desgajados del cuerpo, una niña pequeña sin cabeza, por todos lados sangre y gente gritando.» Son imágenes que el miliciano chiíta Hussein Hamid, de Bagdad, no olvidará jamás. «Ha sido un baño de sangre», señala Hamid, quien tuvo la suerte de salir ileso.

Hamid y otros guardias del santuario recorrían a pocas horas del atentado los escombros buscando documentos personales y alianzas matrimoniales para poder identificar a los cuerpos destrozados por las cargas explosivas, detonadas por tres terroristas suicidas.

«El primer atacante se hizo saltar por los aires junto a la entrada (del santuario)», explica Hamid. «El segundo detonó su carga dentro, junto al sitio en que se deja el calzado para ingresar al santuario», sigue su relato Las masas corrieron presas del pánico hacia el portal principal, donde hizo explotar entonces su cinturón con explosivos el tercer terrorista. «Todo en menos de un minuto», agrega Hamid.

La acción terrorista fue coordinada con otra serie de atentados en Kerbala .

Las masacres siguen la estrategia de los extremistas islámicos de atacar preferentemente grandes aglomeraciones humanas para causar el mayor número posible de víctimas.

Los atentados tuvieron lugar pese a las medidas de seguridad establecidas por la policía y por los milicianos chiítas que querían que el primer Ashura sin Saddam transcurriera en calma.

Voluntarios revisaron a los asistentes en busca de armas, pero dada la multitud lo hacían de modo bastante superficial A ello cabe agregar que la festividad había durado toda la noche y alcanzó su punto culminante en la madrugada, cuando centenares de hombres se laceraron la frente tras horas de rezos, danzas y cánticos. Las bombas explotaron poco después de las diez de la mañana, cuando todos, incluidos los guardias, estaban agotado El mensaje de los atacantes, que eligieron la fecha más simbólica para los chiítas, es claro.

Apunta a enfrentar la minoría sunita con los chiítas, el grupo poblacional mayoritario en Irak y que por tanto darán el tono en el proceso de democratización.

E indirectamente, a EE.UU. y sus aliados, por no poder ofrecer seguridad. El máximo líder chií iraquí, el ayatolá Ali Sistani, culpó indirectamente a EEUU de la masacre por no haberla impedido. Según Sistani, las «fuerzas de ocupación» no adoptaronla seguridad suficientes en los lugares sagrados. (AFP/DPA)

Nota asociada: Irak vivió el día más sangriento desde la guerra: 182 chiítas murieron en atentados

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