Un ladrón dice que pagó 100.000 dólares para fugarse

BUENOS AIRES.- Un ladrón, especializado en asaltos a bancos y a camiones blindados que transportan caudales, reconoció haber pagado 100.000 dólares a sus carceleros para fugarse de la cárcel de Devoto, la prisión más importante de Buenos Aires. También manifestó su voluntad de proporcionarle esta y otras informaciones al juez en lo criminal Alberto Baños, quien investiga una supuesta red de corrupción en el Servicio Penitenciario Federal (SPF).

«Para poder irme de Devoto hice un trato con los agentes penitenciarios. Les pagué 100 mil dólares», aseguró Daniel Agustín «Tractorcito» Cabrera, de 38 años, en una entrevista publicada ayer por el diario «Clarín».

La confesión del delincuente se suma a una serie de denuncias sobre casos de corrupción en las cárceles argentinas y que han forzado a las autoridades a anunciar una reestructuración integral del sistema penitenciario.

Cabrera y otros dos miembros de su banda se escaparon de esa prisión el 26 de junio de 1998, sin forzar cerradura alguna, cavar túneles, ni saltar ningún murallón, pues salieron caminando por la puerta principal vestidos con trajes y corbata.

Durante la entrevista, realizada en la cárcel de Batán, a 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, donde está detenido desde hace un mes y medio, el delincuente explicó con un plano dibujado a mano cómo se fugó de la prisión bonaerense.

Allí relató haber llegado a Devoto «en 1995, acusado de robar un banco en la Capital Federal. Yo era inocente pero me condenaron a 12 años. En 1996 me llegó la «línea» (el comentario) de que las autoridades del penal me podían facilitar cosas a cambio de dinero».

El denunciante dijo haber establecido contactos en la capilla de la cárcel. «Salimos y hablamos de cómo se podía arreglar para una fuga. Era un suboficial de Seguridad Interna. Quedó en contestarme y lo hizo tres días después».

Luego indicó que tuvo contacto con tres agentes penitenciarios (a los que no identificó). «Me pidieron 300.000 dólares y después bajaron a 100.000. Ellos arreglaron todo para que nos fuéramos por la puerta haciéndonos pasar por abogados», relató.

A la banda liderada por Cabrera se le achacan una docena de asaltos a bancos y a camiones blindados que transportan caudales, con millonarios botines, modalidad delictiva que ha recrudecido en los últimos años en Argentina.

«El pago lo hice dos meses antes de escaparme. Para llegar a la calle pasé cuatro puertas. En la segunda nunca había un guardia, pero ese día sí. Lo pusieron para que me vaya más rápido. Apenas me vio abrió la puerta», precisó.

La confesión de Cabrera no sólo descubrió la complicidad de los carceleros, sino también de miembros de la policía bonarense, de quienes dijo que «con plata se puede arreglar de todo».

«Cuando te detenían, si ponías plata cambiaban el arma de guerra que te habían encontrado por un revólver calibre 22. Por eso, muchas veces había lío en los juzgados con los testigos, porque no podían reconocer las armas», destacó.

La fuga en 1993 por los muros de la prisión de Devoto, en la zona oeste de Buenos Aires, de varios integrantes de la banda liderada por Luis «Gordo» Valor derivó en la remoción de varios oficiales del Servicio Penitenciario Federal.

Las autoridades llegaron a admitir ante el periodismo que Valor y su segundo, Hugo «La garza» Sosa Aguirre, especialistas en robos a bancos y a camiones blindados, habían pagado cerca de medio millón de dólares para escapar de la prisión. (EFE / DyN)