Un Mago y sus transformaciones

NEUQUÉN (AN).- Hay padres en el fondo de la sala que rebosan de emoción. Algunos incluso hasta toman el micrófono y expresan su admiración para ese muchacho delgado que mira desde el otro lado de la mesa con ojos rasgados. Los chicos lo observan más despreocupados, quizá sin entender que el dueño de la escena es un tipo que supo ser número 3 del mundo. Guillermo Coria regresó a Neuquén después de 15 años, aterrizó de noche, llegó al club El Biguá y en un abrir y cerrar de ojos contestó una pregunta atrás de la otra. Mucho habló de la clínica que dictará hoy y mañana -desde las 9, en doble turno- en las siete canchas de la entidad ribereña. Rió, intentó evadir las polémicas, y fue presa de la nostalgia porque desde su punto de vista, el tenis perdió algo de la esencia. “Cada vez hay menos canchas de polvo de ladrillo en el mundo, son reemplazadas por superficies más veloces. Ahora se busca tenistas que midan más de un metro ochenta, se apela a la potencia, a la agresividad. Es una lástima que se pierda el juego de variantes, los drops, los ángulos, lo lindo del tenis…”. -¿Y cómo entra Argentina en esa transformación? -A los chicos hay que enseñarles otras cosas, por ejemplo, a ir más veces a la red, a sacar con otras variantes… En cuanto a la organización, la ATP arma una buena estructura federal, con diferentes referentes: yo en Rosario (allí tiene su academia), Mariano Hood en esta zona, Agustín Calleri en Córdoba, el Negro Gómez en Tandil… Es una decisión que habla bien de Tito Vásquez (capitán de la Davis), que trabaja sin soberbia y abre el juego. -¿Hay algún país al que se intente copiar? -La idea es adaptar modelos exitosos de diferentes países, absorber experiencias, dejar de pensar que hay sólo una idea… -Hablando del futuro, ¿hay ‘vida’ después de la Legión? -Fue una camada muy exitosa la nuestra, que llegó a tener cuatro jugadores en el top ten. No sé si acá se valoró, pero fue un momento extraordinario que difícilmente se vuelva a producir. Coria dejó el tenis profesional hace dos años y medio, fundó su academia, una consultora con los futbolistas Lucas Bernardi y Rolando Schiavi y es socio de una de las cadenas de gimnasios más importantes de Buenos Aires. Se diversificó. Recuerda que fue el último que venció a Nadal en Montecarlo (2003), la final que perdió con Gaudio en Roland Garros, partidos con André Agassi… Todo eso. Pero entre tanta nostalgia, también confiesa que no extraña las luces de la fama. “Es que aprendí a ser feliz sin una raqueta en la mano”, jura ante el aplauso general.

Coria dictará en Neuquén su primera clínica fuera de Rosario.

Yamil Regules

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