«Un masaje al corazón» de Jorge Marrale
BUENOS AIRES.- En la película «Las manos», el director Alejandro Doria narra la historia del Padre Mario Pantaleo, el cura italiano «sanador» que conmoviera a sus muchos seguidores por las curaciones que realizó por imposición de manos.
El actor Jorge Marrale fue el que tuvo a su cargo el rol protagónico definió su experiencia como «un masaje al corazón».
«Yo de mis personajes aprendo -aseguró el actor a Télam- y para interpretarlos necesito hacer pequeñas transformaciones. Lo que me dio Mario es una gran tranquilidad de espíritu».
«Cuando Alejandro me lo propuso -agregó- no pensé que íbamos a ingresar todos como lo hicimos. Alguien puede preguntar si es difícil meterse en un personaje y realmente no sé que contestar, pero en este caso fue muy plácido, muy bueno, fue como un masaje al corazón hacer este personaje y compartir juntos estos tiempos».
Marrale se refiere a la etapa de filmación como rodeada de magia y casi milagrosa. Como si fuera necesario dar pruebas de lo milagroso cotidiano, el actor refirió una anécdota que lo conmovió. «Estuvimos trabajando casi un mes atrás de la Universidad de La Matanza, donde se instaló un vagón que hizo las veces de set de filmación en el que suceden escenas centrales de la película», comenzó a relatar.
«Hace unos días los muchachos de la facultad nos contaron que cuando lo sacaron, debajo del vagón estaba lleno de flores. Llámenlo como quieran. Puede ser que debajo haya habido una semilla que brotó a causa de la humedad -intentó casi disculparse- pero para mí es maravilloso que haya sucedido eso porque es la confirmación de que dimos un poquitito de vida a algo. La película es un mensaje por la vida».
«El amor que practica Mario que me parece que es el gran mensaje de la película de Alejandro (Doria), es el amor que nos llega a todos y que exige que yo tenga cuidado de que no le pasen cosas malas al otro, hacerse responsable de que mi acto no tenga por qué causar daño», señaló Marrale.
Durante la charla, fueron varias las oportunidades en que se habló de entrega, de amor y de curación como lo más esencial que tiene el ser humano. «Yo creo que el mundo se enferma por la falta de amor, por el desamor -afirmó convencido-. La desolación es la que nos deja a todos mirando atónitos, sin poder tener participación activa para parar el desamor y el dolor».
El Padre Mario es alguien que se vence a sí mismo, luego de arrastrar una infancia de abandono. Fue abandonado por su familia en Alta Gracia (Córdoba) a causa de su enfermedad. Sin embargo, logró recomponer su vida, hizo una introspección y no solo cambió su vida sino que también cambió su entorno.
Perla, encarnada en este filme por Graciela Borges, es un ejemplo viviente de los especiales dones del sacerdote. Lo fue a ver en el año 78 con un cáncer terminal, padeciendo una feroz hemorragia que Mario detuvo inmediatamente, en tres meses la curó y hoy Perla cumplió 80 años.
Son miles las pruebas de la vocación de servicio del religioso que incluso lo llevó a luchar contra la misma Iglesia para cumplir con su misión.
«Yo creo que hay una gran diferencia entre dar y darse -aseguró Marrale-. Un día tuvimos una charla con Perla y le señalé lo importante de estar al lado de un hombre que dio tanto y ella me subrayó que esencialmente 'se dio', que es distinto a dar. Cuando uno dice 'darse' es porque hay una parte central de uno que se entrega».
«El encuentro entre Perla y Mario es un encuentro amoroso profundísimo porque es el acompañamiento que se hacen mutuamente ante un objetivo -se aventuró a afirmar el actor-. Me parece que la película también habla del amor trascendente, del amor por el otro».
Finalmente Marrale reconoció que «la película tiene una mirada que me hace reconsiderar algunas cosas. Vivimos bombardeados por una cultura de la violencia, nos rodea el desacuerdo y la distancia. Me parece que la película esta es vincular pero que nos vincula con lo mejor que tenemos».
«Nos mostramos duros -concluyó-, no porque lo seamos realmente, sino por temor a ser dañados. Mario lo que hace es abrirse, darse, es un cura que sigue teniendo hijos porque siente que su nombre, que lo que él generó, no para más». (Télam).
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