Un país dividido entre los 'caníbales' y un terco Aristide

Haití, el país más pobre del continente americano, quedó dividido en dos desde comienzos de esta semana. Los rebeldes, ex aliados del gobierno y conocidos como «el ejército caníbal» en el pasado, controlan todo el centro-norte del país, desde la costa occidental hasta la frontera con la República Dominicana, a partir de que cayera en sus manos la ciudad de Hinche.

El presidente Jean-Bertrand Aristide, cuya renuncia reclama la oposición desde hace meses, se encuentra en serios aprietos.

Pero no se trata de un político que abandone fácilmente. Nacido en el seno de una familia paupérrima, se transformó en los años 80 como cura de los pobres en un ídolo de las masas y fue electo a fines de 1990 por primera vez presidente de Haití.

En ese momento ya había sobrevivido milagrosamente a un atentado. Poco después de asumir su primer mandato presidencial fue derrocado por las Fuerzas Armadas.

Pero entonces logró comprometer a favor de su retorno al poder al presidente estadounidense Bill Clinton, quien movilizó para ello una fuerza de 20.000 soldados.

Aristide vuelve a depositar hoy sus esperanzas en el apoyo internacional. La falta de integridad moral de los rebeldes del norte redunda en beneficio político del presidente, destacan los analistas.

Los miembros del Frente Anti-Aristide de la ciudad de Gonaives no mostraron reparos en unirse el fin de semana pasado a uno de los más repudiados colaboradores de la antigua dictadura militar, el ex jefe de paramilitares Louis-Jodel Chamblain. «Esto no ayuda en nada a la oposición», opinó el director de «Radio Métropole», Richard Widmaier.

Diplomáticos en Puerto Príncipe no creen que los rebeldes en el norte cuenten por el momento con fuerzas suficientes como para conquistar la capital. Sin embargo disponen de buen armamento.

Es que el «Frente Anti-Aristide» de Gonaives está integrado por quienes constituían la fuerza de choque de Aristide en la región y afirman que sus armas les fueron entregadas por el mismo presidente.

Algunos de sus líderes estaban por otra parte involucrados por años en el contrabando y el narcotráfico, por lo que el Frente no carece de dinero. El autoproclamado nuevo alcalde de Gonaives, Winter Etienne, ya anunció que compraría un helicóptero.

El conflicto amenaza con sumir a Haití en una catástrofe humanitaria. Muchos de sus habitantes dependen de la ayuda humanitaria internacional, que ha sido suspendida en gran parte por la crisis.

En Cabo Haitiano, la segunda ciudad haitiana en la costa norte, se comienza a sentir la escasez de provisiones. La ciudad portuaria está firmemente controlada por partidarios de Aristide, pero sólo se puede acceder a ella por vía marítima, dado el bloqueo de los rebeldes.

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