Un peón de campo fue absuelto: ahora lo extrañan hasta los guardias22-6-03

VIEDMA (AV)- Un peón fue absuelto del homicidio que se le imputaba y del que resultó víctima su patrón. Su estado de ebriedad al momento del hecho fue la razón que llevó a los jueces a tomar la determinación que le devolvió la libertad. El hombre de campo se encontraba detenido desde el 19 marzo de 2002, pocas horas después de que José Raninqueo de 62 años pusiera fin a una discusión con su patrón Benigno Díaz Gómez. Ambos se pegaron y cuando éste último estaba en el piso el peón le pegó varias veces con una pala provocándole graves lesiones que lo llevaron a la muerte. Raninqueo nada recuerda de aquella tarde en el establecimiento «La Cruzada» a unos 15 kilómetros del paraje Arroyo Los Berros. Sólo los ocasionales testigos relataron ante los jueces parte de aquel trágico instante, mientras que la Policía y quienes lo conocían describieron a Raninqueo como un hombre tranquilo que sólo se ponía rebelde al estar bebido. Según se pudo establecer desde los 18 años el alcohol fue su permanente compañía, generándole pérdida de lucidez de la conciencia en períodos de intoxicación. Con la absolución la Justicia ordenó un tratamiento contra esta adicción. Apenas se le leyó la sentencia el Tribunal integrado por Eduardo Giménez, Susana Milicich de Videla y María del Carmen Vivas de Vázquez le comunicó que allí mismo quedaba en libertad. Contento el peón regresó a la Alcaidía para alzar su bolsito con la muda un poco más gastada con las que había ingresado y se despidió de los amigos con los que compartía la celda instalada en el quincho de la Alcaidía, un sector apartado con escasa custodia donde son alojados aquellos que gozan de excelente conducta. Al abrazo de los que quedaron se le sumaron las lágrimas. A poco de ingresar al penal, ese mundo enrejado y lleno de gente tan ajeno a sus costumbres, Raninqueo pidió «hacer cosas». Como toda su vida se levantaba a las seis barría el interminable patio, puso en práctica en varios canteros sus habilidades de albañil y prácticamente se trasformó en el encargado de mantenimiento, lo que le costó duras críticas de la mayoría. Lo apodaban Oropel, en referencia al apellido de uno de los comisarios que estuvo a cargo del penal. No obstante hasta el más duro cuestionador recuerda con una sonrisa una respuesta del hombre mayor. «¡Qué quieren ..el trabajo es el trabajo!, mientras reforzaba unas rejas que daban al patio bajo un coro de los más variados insultos de los internos del otro lado de los barrotes.


VIEDMA (AV)- Un peón fue absuelto del homicidio que se le imputaba y del que resultó víctima su patrón. Su estado de ebriedad al momento del hecho fue la razón que llevó a los jueces a tomar la determinación que le devolvió la libertad. El hombre de campo se encontraba detenido desde el 19 marzo de 2002, pocas horas después de que José Raninqueo de 62 años pusiera fin a una discusión con su patrón Benigno Díaz Gómez. Ambos se pegaron y cuando éste último estaba en el piso el peón le pegó varias veces con una pala provocándole graves lesiones que lo llevaron a la muerte. Raninqueo nada recuerda de aquella tarde en el establecimiento "La Cruzada" a unos 15 kilómetros del paraje Arroyo Los Berros. Sólo los ocasionales testigos relataron ante los jueces parte de aquel trágico instante, mientras que la Policía y quienes lo conocían describieron a Raninqueo como un hombre tranquilo que sólo se ponía rebelde al estar bebido. Según se pudo establecer desde los 18 años el alcohol fue su permanente compañía, generándole pérdida de lucidez de la conciencia en períodos de intoxicación. Con la absolución la Justicia ordenó un tratamiento contra esta adicción. Apenas se le leyó la sentencia el Tribunal integrado por Eduardo Giménez, Susana Milicich de Videla y María del Carmen Vivas de Vázquez le comunicó que allí mismo quedaba en libertad. Contento el peón regresó a la Alcaidía para alzar su bolsito con la muda un poco más gastada con las que había ingresado y se despidió de los amigos con los que compartía la celda instalada en el quincho de la Alcaidía, un sector apartado con escasa custodia donde son alojados aquellos que gozan de excelente conducta. Al abrazo de los que quedaron se le sumaron las lágrimas. A poco de ingresar al penal, ese mundo enrejado y lleno de gente tan ajeno a sus costumbres, Raninqueo pidió "hacer cosas". Como toda su vida se levantaba a las seis barría el interminable patio, puso en práctica en varios canteros sus habilidades de albañil y prácticamente se trasformó en el encargado de mantenimiento, lo que le costó duras críticas de la mayoría. Lo apodaban Oropel, en referencia al apellido de uno de los comisarios que estuvo a cargo del penal. No obstante hasta el más duro cuestionador recuerda con una sonrisa una respuesta del hombre mayor. "¡Qué quieren ..el trabajo es el trabajo!, mientras reforzaba unas rejas que daban al patio bajo un coro de los más variados insultos de los internos del otro lado de los barrotes.

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