Un piloto evitó la tragedia en el aeropuerto de Roca
El motor de la avioneta se plantó en pleno ascenso. Alcanzó a aterrizar y sólo hubo daños materiales.
ROCA (AR).- Fueron apenas unos segundos, no más de un minuto, pero parecieron eternos. Ocurrió ayer, cuando el aeropuerto de Roca estuvo muy cerca de albergar una nueva tragedia aérea en el país. Sólo la pericia del piloto y (para los creyentes) una buena mano del destino consiguieron evitar que la paralización del motor de una avioneta que se encontraba en pleno ascenso no terminara de la peor manera. Sucedió poco antes del mediodía, cuando una nave del Aeroclub local partía con destino a la estación de Choele Choel, y afortunadamente no hubo que lamentar más que unos cuantos daños materiales y el shock nervioso del piloto, que al tocar tierra firme recapituló la odisea y entendió qué tan altos fueron los riesgos afrontados.
La avioneta que protagonizó el accidente es un Pipper Azteca 28-R, una de las cinco aeronaves que posee el Aeroclub de Roca. En su interior sólo iba Luis Molero, un experimentado piloto que tenía como misión llegar al Valle Medio para asistir a un grupo de personas que debía llegar a Viedma. Todo estaba en orden y poco después de las 11.30 el motor de la aeronave comprado cero kilómetro hace 15 años por la entidad local alcanzó la potencia necesaria para dejar atrás la pista de «Arturo Illia». Sin embargo, cuando la avioneta recién se encontraba a 300 metros de altura el motor dijo basta. «Se plantó», como denominan los aviadores en su jerga. Allí comenzó la verdadera prueba para Molero y en palabras del presidente del Aeroclub, Néstor Costanzo, el piloto «hizo a la perfección todo lo que tenía que hacer».
«Es un instante clave. Apenas hay 30 segundos, un minuto, para decidir un montón de cosas. Hacia dónde seguir, dónde bajar, estabilizar el rumbo del avión… y Molero lo hizo», destacó Costanzo. El piloto alcanzó a avisar a la torre de control del aeropuerto que estaba ante una falla mecánica y de inmediato realizó un viraje a la izquierda, colocó la nave en posición normal y planeó rumbo a la pista. Tal vez ésa haya sido la única etapa incompleta del aterrizaje de emergencia, porque la potencia que traía no fue suficiente para retornar a la zona pavimentada. Las ruedas tocaron tierra 150 metros a la izquierda de la cabecera 2-7, al norte del aeropuerto.
Claro que no fue el descenso más cómodo en la dilatada trayectoria de Molero. El 20 por ciento de la nave que cuesta 180.000 dólares terminó destrozado, incluyendo el tren de aterrizaje, la pala de la avioneta y buena parte de la chapa inferior.
Sin embargo, lo más importante estaba garantizado: la integridad física del piloto. Así fue constatado por los bomberos y el personal médico que apenas minutos después del hecho se presentó en el lugar, una reacción destacada por las autoridades del Aeroclub (ver aparte). El jefe del aeropuerto, suboficial principal Agustín Fernández, confirmó que «la pericia del piloto evitó la tragedia», conclusión que fue ratificada por Costanzo al afirmar que «si el accidente hubiese ocurrido unos minutos más tarde la nave hubiera estado en tránsito sobre la zona poblada d Roca», algo que hubiese dificultado al máximo la elección del espacio para aterrizar.
Fernández también informó que no se registró un principio de incendio, temido porque el avión iba con el tanque de combustible lleno, y que al haber quedado el vehículo bastante lejos de la pista no hubo inconvenientes para que el aeropuerto siguiera operable, recibiendo normalmente el vuelo de LADE con destino a Viedma que llegó alrededor de las 12.30.
Respecto de las causas del accidente, ayer mismo intervino la Junta de Investigación de Accidentes de la Fuerza Aérea, que por la tarde realizó diversas pericias para determinar qué factor provocó la paralización del motor y la necesidad de que Molero demuestre toda su aptitud al comando de un avión.
Preparados para actuar
«Los accidentes como estos representan una ínfima cifra en las estadísticas y si bien nadie los desea, en este caso sirvió para demostrar que el aeropuerto está preparado para reaccionar de manera efectiva ante una emergencia», advirtió ayer el presidente del Aeroclub de Roca, Néstor Costanzo.
«Los accidentes como estos representan una ínfima cifra en las estadísticas y si bien nadie los desea, en este caso sirvió para demostrar que el aeropuerto está preparado para reaccionar de manera efectiva ante una emergencia», advirtió ayer el presidente del Aeroclub de Roca, Néstor Costanzo.
El directivo detalló que apenas unos minutos después del aterrizaje forzoso del avión, los bomberos que están en el aeropuerto llegaron para intervenir y muy poco después arribó una ambulancia con un médico para revisar al piloto.
En tanto, Costanzo garantizó que tanto la nave accidentada como las otras cuatro de la entidad reciben periódicos controles y en el caso del Pipper Azteca tenía sólo cinco horas de vuelo luego del último service.
Las revisiones generales se hacen cada 25 horas de vuelo, la vida útil de un avión de este tipo es de 1.800 horas y la nave accidentada sumaba 800 horas en el aire. (AR)
ROCA (AR).- Fueron apenas unos segundos, no más de un minuto, pero parecieron eternos. Ocurrió ayer, cuando el aeropuerto de Roca estuvo muy cerca de albergar una nueva tragedia aérea en el país. Sólo la pericia del piloto y (para los creyentes) una buena mano del destino consiguieron evitar que la paralización del motor de una avioneta que se encontraba en pleno ascenso no terminara de la peor manera. Sucedió poco antes del mediodía, cuando una nave del Aeroclub local partía con destino a la estación de Choele Choel, y afortunadamente no hubo que lamentar más que unos cuantos daños materiales y el shock nervioso del piloto, que al tocar tierra firme recapituló la odisea y entendió qué tan altos fueron los riesgos afrontados.
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