Un pueblo sueña con ser capital de la mostaza

En las praderas canadienses, Gravelbourg conforma la primera zona de producción de semilla de mostaza del mundo.

GRAVELBOURG, Canadá (AFP) – A primera vista parece un pueblo normal, con su iglesia y su calle principal. Pero Gravelbourg, perdido en medio de las praderas canadienses, tiene algo único: sus campos conforman la primera zona de producción de semilla de mostaza del mundo.

Muchos sueñan incluso con destronar algún día a Dijon.

Para llegar a esta pequeña comunidad francófona de 1.200 personas, uno debe conducir durante dos horas desde Regina, capital de la provincia de Saskatchewan (centro-oeste), en medio de cultivos agrícolas que se pierden en el horizonte. En esta tierra muy plana, las carreteras, monótonas, parecen trazadas con regla.

Y en momentos en que los jóvenes en Saskatchewan siguen dejando la agricultura para ir a trabajar a las minas de potasio o uranio, Gravelbourg está dispuesto a cambiar la pisada.

Esta villa fundada en 1906 por cuatro hermanos de Quebec “es fundamental para la producción de la mostaza”, cuenta su alcalde, Real Forest.

Canada es de hecho el mayor productor del mundo (35% de las semillas, 50% de las exportaciones), y tres cuartas partes de las pequeñas semillas de color marrón en el país crecen en los campos de Saskatchewan, especialmente alrededor de Gravelbourg.

Sin embargo, la mostaza recién se introdujo en la provincia en la década de 1940, mientras que la tradición de esta planta se remonta al siglo XIV a Dijon, en el este de Francia, corazón histórico de este cultivo.

Y mientras que la ciudad de los duques de Borgoña no produce más semillas y ha perdido su planta Amora Maille en 2008, después de la compra del grupo por el gigante anglo-holandés Unilever, Gravelbourg busca ser reconocido como la capital de la mostaza.

“Vendemos el producto en bruto que se va a otra parte… el beneficio se va también a otra parte”, se lamenta el alcalde, que le gustaría que los inversionistas apoyaran los esfuerzos locales para desarrollar esta industria.

Las autoridades de Saskatchewan ahora quieren “aportar un valor añadido a los productos agrícolas locales”, especialmente de mostaza, algo en lo que la provincia “no ha sido muy buena en el pasado”, señala el ministro de Agricultura, Lyle Stewart.

“Más y más productos se van a procesan aquí”, dice, centrándose en el desarrollo de la marca “Made in Saskatchewan”.

La situación ha ido poco a poco mejorando. Durante dos años, una familia local lanzó “Gravelbourg mostaza gourmet”, una línea de condimentos con cultivos de la zona.

“Nuestro objetivo era hacerla para utilizar nuestros recursos locales”, dijo Val Michaud, quien vendió su salón de belleza para lanzarse con su marido al negocio de la mostaza, el único de Saskatchewan.

Por el momento, los pequeños potes se distribuyen sólo en el oeste de Canadá, de Vancouver a Winnipeg, pero pronto buscarán conquistar la zona este y establecerse en Ontario, la provincia más rica y poblada. Todo antes de saltar a la exportación.

Por ahora, la empresa no tiene ni siquiera una planta de elaboración: las mostazas se preparan en la cocina del complejo escolar francófono de Gravelbourg.

“Ojalá pudiéramos tener las nuestras el próximo año”, dice Michaud, haciendo constantemente malabares entre el francés, el idioma de sus padres, y el inglés, hablado principalmente en Canadá.

La expeluquera ha desarrollado varios sabores: mostaza a la alemana, a la francesa, al ajo y a la pimienta.

“Con nuestra empresa, espero poner a Gravelbourg en el mapa”, afirma, convencida de que el pueblo francés “es el mejor lugar del mundo para vivir y criar una familia”.

Pero queda un largo camino antes de que su nombre haga temblar a Dijon.


GRAVELBOURG, Canadá (AFP) - A primera vista parece un pueblo normal, con su iglesia y su calle principal. Pero Gravelbourg, perdido en medio de las praderas canadienses, tiene algo único: sus campos conforman la primera zona de producción de semilla de mostaza del mundo.

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