Un «tsunami blanco»
Actualizado a las 20:07
SANTIAGO DE CHILE (dpa) – Fue un «tsunami blanco». La descripción del comandante del Ejército chileno, general Juan Emilio Cheyre, no podía ser más gráfica para referirse a lo que sería la mayor tragedia de las Fuerzas Armadas de su país. El miércoles pasado, más de 400 miembros de un batallón de infantería destacado en la ciudad de Los Angeles, en la central región de Bío Bío, cumplían ejercicios de montaña cuando una tormenta de nieve cambió el paisaje. Según las informaciones oficiales, cinco conscriptos murieron y hasta hoy 41 seguían desaparecidos.
Los sobrevivientes, muchos de ellos con los dedos de las manos congeladas por temperaturas de hasta 20 grados celsius bajo cero y problemas oculares por la nieve, no quisieran recordar lo que vivieron. «Tuve miedo cuando empezó la ráfaga de viento blanco (…) El viento nos tiraba al suelo y quedábamos enterrados en la nieve», dice el soldado Hugo Rojas, que la víspera se reencontró con su madre. «Caminamos amarrados, con una mano en la mochila del compañero que iba adelante. Los instructores nos daban ánimo, para que siguiéramos adelante. Nos decían que faltaba poco y que siguiéramos caminando. Afortunadamente no flaqueamos», concluye. Juan Millar, por su parte, dice que vio cómo varios de sus compañeros caían al piso.
Todavía no sabe si ellos fueron tan afortunados como él o siguen en la montaña. «De repente vino el viento y la nieve. No veíamos nada y se hacía difícil caminar. Pensé en mi familia y en Dios, y me mantuve aferrado a otros compañeros. También vi que varios de ellos caían y después no supe más», fue su relato a la prensa. Si la angustia es grande en medio de la belleza natural de las montañas nevadas de Chile, el drama no es menor en la sede del batallón en Los Angeles, donde padres desesperados han acusado de «asesino» al comandante de la Tercera División del Ejército, general Rodolfo González, en cuya jurisdicción está esa base.
Los parientes de los soldados acusan al alto mando de desatender pronósticos meteorológicos que anunciaban un frente de mal tiempo durante los últimos días en el centro-sur de Chile y de enviar a la montaña a conscriptos que llevan pocos días de entrenamiento. Además, se quejan de un «ocultamiento de información» y de las contradicciones en que frecuentemente caen los portavoces oficiales sobre el número de muertos, de desaparecidos y de ubicados en refugios. El paso de las horas es por ahora uno de los principales enemigos de los militares, en medio de comentarios de personas que han vivido experiencias similares, que aseguran que luchar contra la hipotermia es una tarea titánica.
Un lugareño comentó a un canal de televisión que los comentarios que se escuchan en la zona dicen que los desaparecidos están muertos. Pero los familiares siguen con esperanzas. Sin embargo, el propio Cheyre comentó que las posibilidades de hallar con vida a los desaparecidos bajan con el paso de las horas. «Las expectativas se complican y son bajas», dijo. El ministro de Defensa, Jaime Ravinet, dijo que las condiciones climáticas en la zona «siguen siendo malas» y dio pinceladas de la dimensión de la tragedia al expresar que «ojalá» los militares sean encontrados con vida.
Los medios de prensa comienzan a preguntarse si el país estará frente a la peor tragedia por accidentes en la historia del Ejército chileno desde el 7 de julio de 1927, cuando 12 militares murieron y 52 resultaron heridos en un accidente férreo durante un viaje a Buenos Aires. Ravinet anunció una investigación para determinar responsabilidades, que a su manera podría derivar en otro «tsunami blanco» en la oficialidad del Ejército.
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