Un western revolucionario
Por PABLO PERANTUONO
pperantuono@rionegro.com.ar
En los últimos cinco años, Hollywood -un sector alternativo, si se quiere- se dedicó a horadar a una de las columnas de la sociedad americana: la familia.
Una nueva camada de directores y guionistas talentosos irrumpieron en la escena a fines de los noventas demostrando no sólo desenfado y creatividad, sino sarcasmo y sutileza.
Fue así como Paul Thomas Anderson con «Magnolia», Wes Anderson con «Los excéntricos Tenembaum», Ted Solloz con «Storytelling» y Sam Mendes con «Belleza Americana» se propusieron dinamitar a la médula dorsal de la sociedad posindustrial americana, el matrimonio con hijos sentado, en sosiego y abundancia, frente al televisor.
También ocurrió en el cable: «Six feet under» también ataca los convencionalismos y el estándar de vida de la burguesía, ofreciendo una mirada cínica y desesperanzada -casi oscura- de los vaivenes espirituales de la gente.
Ahora es el turno de uno de los grandes mitos que Hollywood supo construir y por los cuales se hizo grande: el western.
En el reciente Festival de Venecia -el más antiguo del mundo- el gran ganador de la muestra fue el director taiwanés Ang Lee.
Su filme, «Brokeback Mountain», narra la historia de amor -oculta e intensa- que mantienen dos cowboys del más rancio oeste americano.
Ambos, en apariencia, responden al arquetipo de hombre del Far West, además de tener familia e hijos. Sin embargo, eso es el maquillaje que cubre una verdad que parece inadmisible en esa sociedad misógina e implacablemente hostil para los corazones sensibles.
El cine, lo demuestra la historia, puede servir como espejo perfecto de nuestros miedos.
Por PABLO PERANTUONO
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