¿Un zapatófono en la era del celular?

Hace tiempo ya que el agente Maxwell Smart disfrutaba de su merecido retiro en el limbo de las ideologías muertas. A su modo, el superagente del recontraespionaje es también un hijo no buscado de la Guerra Fría y de sus oscuras redes de acción.

Su regreso puede considerarse un coletazo más de la posmodernidad puesto que nada de lo que el famoso y tonto agente parodiaba ha quedado en pie. No obstante debe volver para saciar otras ambiciones, aquellas que guían los pronósticos de taquilla de Hollywood y los análisis de consumo generacional.

Hay más de un paralelo posible entre Maxwell Smart y Jason Bourne. Y que los productores pretendieran hacer una «versión divertida» de este, no es casual tampoco. Smart como Bourne retorna a un mundo en el cual gobiernan nuevas reglas. En lo formal, las estructuras se mantienen pero el contenido ha cambiado tanto como el sistema de decisiones y el humor de una sociedad más global que nunca. La ex URSS ya no es un tema político ni cinematográfico, y, en el medio, algunas de las peores pesadillas del imaginario americano han sucedido en la realidad. Ya no quedan lados sino bandos y el tráfico tecnológico predomina sobre la paranoia nuclear. Al fin de cuentas el zapatófono fue superado por el iPhone y sus sucedáneos. Ésta, acaso sea apenas una de las razones por las cuales «Get Smart», la flamante versión cinematográfica de la vieja serie, haya sido recibida con malas críticas en los Estados Unidos.

En principio, la idea parece simple: recuperar a un personaje que nació a mediados de los '60 y brilló luego por espacio de muchos años hasta desaparecer del panorama televisivo, con el propósito de captar dos o tres generaciones de públicos. Esta vuelta no fue producto de la improvisación. Si el último y realista James Bond y la saga, ¿concluida?, de Jason Bourne, resultaron éxitos de taquilla, ¿por qué no probar con la versión cómica de los espías de gesto duro?

En «Get Smart» se invirtieron 80 millones de dólares en efectos especiales y en la contratación de rostros conocidos, con el único propósito de no fallar en el primer intento. Porque obviamente si la taquilla responde habrá más.

Su director también es un número puesto cuando se trata de hacer reír. Peter Segal (realizador de «La pistola desnuda 33 1/3»), adaptó para el cine en 2007 -ya se había hecho antes en 1980 con «Maxwell Smart and the Nude Bomb» y, en 1989, una versión para la televisión, con «Get Smart, Again!»- la serie creada por el célebre Mel Brooks y su compañero de armas de entonces Buck Henry.

«Planteamos el filme sabiendo que teníamos que hacer honor a la serie y que no podríamos hacerla tan bien como el programa de televisión. Sentíamos que lo que teníamos que enseñar a los fans y a la nueva generación es que nos lo estábamos tomando muy seriamente y con respeto, y que podríamos hacer disfrutar a mi hijo de 8 años tanto como yo disfruté cuando tenía 8 años y la serie se emitía en televisión», ha dicho el director. Segal relató que el propio Mel Brooks les dio su bendición para realizar el proyecto.

Segal había sido tentado, sin suerte, para dirigir este filme pero sus dudas se disiparon definitivamente cuando se enteró de que Steve Carell era parte del proyecto. La elección de Carell posee matices interesantes. Carell es un actor en ascenso y en proceso de transformación dentro de la industria del cine americano. En los años recientes ha administrado su carrera de un modo no muy tradicional para un cómico de su talla. Se lo vio en una serie de televisión de alto rating -«The Office»-, en típicas películas de sábado, cerveza y papas fritas -«Virgen a los 40», «El Todopoderoso II»- y en filmes mucho más profundos y de corte independiente -«Pequeña Miss Sunshine» y «Como la vida misma»-.

En una jugada que recuerda a aquella que puso al inesperado Daniel Craig en el cuerpo del Agente 007, Carell se hizo cargo del agente 86. El actor tiene un leve parecido a Don Adams, y al mismo tiempo es capaz de irradiar una extraña forma de ternura, un recurso que administra con moderación en sus filmes más serios.

Una de las tantas escenas graciosas de este renovado Agente 86, muestra al personaje principal y a su acompañante, la «99», interpretada por Anne Hathaway («El diablo viste a la moda»), lanzándose agarrados de un cable de un edificio al otro cual «Hombre Araña». El gag termina, después de una mirada de experto sabelotodo de parte de Smart, con ambos estrellados contra un muro de ladrillos. Todo un sello de Carell.

En «Get Smart», el agente Maxwell debe frustrar el intento de hacerse con el control del planeta por parte de la organización Kaos. Cuando Control es atacada y la identidad de sus agentes está en peligro, el jefe de Control se ve obligado a promover al inexperto y anónimo Maxwell Smart. Éste, ferviente admirador del agente estrella 23 -interpretado por Dwayne «La Roca» Johnson-, compartirá su aventura con la hermosa agente 99.

El elenco lo completa Alan Arkin (ganador del Oscar al Mejor Actor de Reparto por «Little Miss Sunshine», 2006) como el jefe de Control.

Aunque las cifras oficiales de la taquilla no estarán disponibles hasta mañana, la crítica ya ha dado su veredicto sobre «Get Smart», y no ha sido el mejor.

Variety dijo con ironía: «Al final, la versión en la gran pantalla de la serie 'Get Smart' tiene problemas de esencia: el héroe es demasiado unidimensional, la mujer es demasiado adorable, la Guerra Fría quedó demasiado atrás».

Por su parte Manohla Dargis de «The New York Times» no se dejó intimidar por la batería publicitaria ni los efectos especiales. «Get Smart es una cápsula del tiempo imperfecta, menos un reflejo de un momento histórico que el producto de los imperativos comerciales».

Existe la posibilidad de que el universo de los críticos ya no esté de humor para soportar una de espías. Bond, Bourne, Triple X con Vin Diesel y hasta Jackie Chan vestido de smoking, han agotado hasta el cansancio el tema. En cuestión de horas se sabrá si el público tiene espacio en el disco rígido para una parodia más.

 

CLAUDIO ANDRADE

candrade@rionegro.com.ar


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