Una aventura para unos, un drama para otros
Hubo familias que pudieron tomarse el frío con calma, pero otras debieron soportar una noche de frío con apenas una manta. “Río Negro” habló con los vecinos de Bariloche.
Claudio Andrade candrade@rionegro.com.ar
la rotura del gasoducto
El frío corre para todos pero hay quienes pueden tomárselo con un poco más de calma. “Yo tenía dos de bolsas de 5 kilos cada una para un asado del fin de semana pero las voy a tener que usar ahora para calentar un poco la casa”, dice Antonio, un vecino que vive en una cabaña en la zona de Pinar del Lago. Bariloche tiene rostros y rostros. Muchos vecinos de la ciudad pasarán estas horas como si se tratara de una anécdota. Otros deberán soportar estoicamente la falta de calor en una época en que el invierno comienza a mostrar sus garras. En los barrios humildes como el Alto, donde las casas son precarias, la situación puede volverse preocupante. “Un invierno que estuvimos sin leña ni gas mi marido y uno de nuestros chicos se enfermaron de neumonía y terminaron en el hospital”, recuerda con tristeza una vecina del Alto. Tampoco la pasan bien los numerosos dueños de hoteles y complejos de cabañas de Bariloche. Algunos de ellos albergan turistas a los cuales debieron explicarles (y convencerlos) de que no era su culpa la temperatura glaciar de las habitaciones. “A la gente les ofrecí que si se quedan uno o dos días más, esos días no se los cobro. Tengo un grupo que fue a El Bolsón, pero cuando vuelvan las habitaciones todavía van a estar heladas”, indica Darío, dueño de unas cabañas en el kilómetro 5 de Avenida Pioneros. “Les dije a los chicos que era una aventura”, dice Rodolfo que vive en Melipal con su esposa y sus hijos. “Yo sé cómo abrir la llave de gas pero nos dijeron que si tocamos las llaves nos pueden multar y sacar el medidor”, agrega dijo Rodolfo. Nada más cierto. Desde Camuzzi han advertido que esperen a la llegada de los especialistas o recibirán un castigo por meter las manos donde no deben. “Me contaron que no todos los que están haciendo las conexiones son especialistas, que hay gente de escritorio que tuvo que ponerse a trabajar en el asunto”, cuenta Darío. A pesar los anuncios optimistas por parte de los funcionarios del gobierno, los vecinos ya están reaccionando. La experiencia indica que los pesimistas no siempre están equivocados. E incluso hay un dicho más apocalíptico que asegura que “los paranoicos son los que sobreviven”. En los barrios, los típicos viejos camiones abiertos iban ofreciendo a viva voz trozos de leña para estufas y chimeneas. En las distribuidoras se observaban ayer por la tarde largas filas de barilochenses que esperaban su turno para recargar garrafas. La tarifa normal de la recarga anda por los 30 pesos por tres kilos, que cubre el consumo por ocho horas aproximadamente. Pero anoche el precio alcanzó los 290 pesos. También en los comercios del centro se formaron colas entre quienes se apresuraron a comprar estufas eléctricas. “Esto va para largo, mejor prevenir”, comentó un comprador no sin una cuota de razón. Preguntada por Facebook acerca de cómo ve la situación de Bariloche por estas horas, Mercedes de 15 años, responde sin dudarlo en el chat: “horribleeee, jaja hace poco escuché en la radio un tipo que decía “el día en que Bariloche se convirtió en una heladera, un embole no hay ni escuela!”. La noche de ayer y la madrugada de hoy jueves fueron las primeras en mucho tiempo que miles familias transcurren en absoluta ausencia de fuego en sus calefactores. “Tengo guardados unos sacos de dormir, vamos a sacarlos y a andar por toda la casa con el saco puesto”, dice tranquila Gabriela que junto a sus hijos estaba escuchando atentamente la radio esperando novedades. La civilización y su confort, una vez más fueron interrumpidas.
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