Una biblioteca exclusiva para los más chiquitos

Se llama "Diente de Leche" y funciona en Bouquet Roldán.

GERARDO BURTON

gburton@rionegro.com.ar

NEUQUEN (AN).- Leer es una actividad placentera que sólo requiere ser estimulada para convertirse en un hábito, además de facilitarse el acceso al material adecuado, de acuerdo con la edad del lector. Hace alrededor de seis años, con una «bebeteca», comenzó a funcionar en la escuela 232 del barrio Bouquet Roldán el Centro Literario Diente de Leche, que en la actualidad dispone de más de 1.500 volúmenes de literatura infantil y juvenil.

Ese material es utilizado por los chicos de la escuela y de los establecimientos vecinos –por caso, el jardín Eva Perón y otros del ciclo primario y la escuela especial domiciliaria 4–. Al cabo de estos primeros años de desarrollo del proyecto se percibe la consolidación en el hábito de lectura y el acceso al libro «no sólo por la obligación de aprender en el aula, sino por placer», dijo María Rita Varas, la docente coordinadora del proyecto.

Luego de la primera «bebeteca», que consistió en libros de tela, plástico, goma o cartón según experiencias de España, Buenos Aires y Puerto Rico que se tomaron como modelo, se pasó a un proyecto «de infantoteca, que se dirigía a chicos de hasta cinco años». Para la escuela fue una propuesta novedosa, que permitió trabajar con «chicos con problemas de aprendizaje y de falta de vocabulario», una situación que excedía los límites de la escuela y de la comunidad educativa y abarcaba el barrio.

Así fue que se establecieron contactos con los demás establecimientos del barrio y se inició el trabajo con libros en la escuela.

 

La falta de libros

 

El primer obstáculo fue la falta de libros para chicos pequeños en la provincia –»es un material caro», dijo María Rita Varas–. El proyecto fue seleccionado para el premio Estímulo en tres oportunidades, y al obtener una vez el principal galardón y en dos oportunidades el segundo, se pudo solventar la actividad del centro, fundamentalmente en la adquisición de volúmenes. «Se trata de un proyecto que funciona», dijo Varas, puesto que «se observan los beneficios en el mediano plazo: hay trabajo y producción literaria entre los chicos».

Además de la consulta habitual para el aula, s trabaja en grupos de hasta 25 chicos por vez, con lo cual la biblioteca «aparece como una instancia normal de la institución escolar».

Es «ventajoso» porque se concentra en un solo lugar el material bibliográfico «y hay muchas instituciones que consultan y con las que se establecen convenios de préstamo e intercambio».

El material que se ofrece «no está en otras bibliotecas: hay discos compactos de música, en especial del Movimiento de Música para Niños; rompecabezas; y se comienza a organizar la ludoteca».

En dos oportunidades se realizaron ferias del libro infantil, que comprendieron paneles de especialistas, lecturas de narradores y poetas locales y nacionales y talleres literarios y artísticos. Para la organización se contó con el apoyo de librerías de la provincia y editoriales especializadas.

La primera feria se realizó en 2004, con actividades que también incluyeron la participación de grupos de chicos desde los dos años que trabajaron con el movimiento y la palabra. Lo importante de estas actividades es «el seguimiento del trabajo y sus resultados», como por ejemplo «la mejora en la redacción y la ampliación del vocabulario».

El terror, lo más solicitado

NEUQUEN (AN).- Acaso por su relación en el ritmo de vida en la sociedad moderna, «los chicos piden más cuentos de terror o de misterio», dijo María Rita Varas. Puso por ejemplo un cuento titulado «Qué crees» que se construye a medida que se le presenta al lector una imagen determinada. Esa clase de invención es muy demandada por los chicos, añadió.

También se leen cuentos con duendes y brujas como protagonistas, y sus lectores no son de una edad determinada. «Buscan los que se adecuan a su imaginación y creatividad», explicó.

También se realizan trabajos en conjunto con otras disciplinas, como es el caso de la narración oral, a cargo de las cuentacuentos del grupo Contarinas, o las tareas con la docente de plástica que implica el reconocimiento de obras del arte universal, su relación con la literatura y culminan con visitas al Museo de Bellas Artes.

Esto, indicó Varas, «no es algo forzado, el chico va tomando el gusto por el arte y la literatura de otra manera, piensa el arte de otra manera».


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