Una brecha entre EE. UU. y sus aliados árabes

Por Jean-Louis Doublet

La decisión del rey de Jordania, Abdullah II, de postergar su encuentro previsto para el miércoles con el presidente estadounidense, George W. Bush, es una nueva señal del enfriamiento de las relaciones entre Washington y sus aliados árabes.

El soberano hachemita, que ya se encontraba en Estados Unidos, regresará a Amman tras haber suspendido su encuentro con Bush y el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell.

Ese aplazamiento se produce tras la anulación de la visita a la capital de Estados Unidos de una delegación palestina encabezada por el ministro de Relaciones Exteriores, Nabil Chaath, quien originalmente iba a tener una entrevista con Powell el fin de semana.

El presidente egipcio, Hosni Mubarak, quien se había reunido con Bush en su rancho de Crawford (Texas, sur) el 12 de abril, también expresó su indignación durante una entrevista con el diario francés «Le Monde», al que dijo que «hoy existe un odio sin igual hacia los estadounidenses».

El apoyo sin reservas otorgado la semana pasada por el presidente Bush al plan del primer ministro israelí, Ariel Sharon, y el asesinato el sábado del jefe del Hamas, Abdel Aziz al Rantisi, por los israelíes, desencadenaron este mal humor.

La Casa Blanca se cuidó de destacar que las conversaciones entre George W. Bush y el rey de Jordania sólo fueron postergadas y tendrán lugar en el correr de la primera semana de mayo, y atribuyó la decisión del monarca a «cuestiones de orden interno» en su país.

Los países árabes tomaron nota de la decisión de la administración Bush de apoyar el plan Sharon de retirarse de la Franja de Gaza y de algunas zonas de Cisjordania. Pero recibieron muy mal la luz verde dada al mantenimiento de colonias judías en Cisjordania y las reservas al regreso de los refugiados palestinos.

Cerca de un año atrás, el rey Abdullah II había sido en Aqaba (Jordania) anfitrión de una cumbre entre Bush, Sharon y el entonces primer ministro palestino, Mahmud Abbas. Este último, quien gozaba del apoyo de Washington, renunció más tarde.

La base de las negociaciones para una solución del conflicto israelí-palestino era la llamada Hoja de Ruta, un plan apoyado por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y las Naciones Unidas, que contempla la creación de un Estado palestino independiente a finales del 2005.

Pero las negociaciones se bloquearon rápidamente como consecuencia de la continuación de los atentados contra Israel, las incursiones del Ejército israelí en territorios palestinos y las ejecuciones de activistas palestinos.

Aunque el retiro de Gaza y de ciertas zonas de Cisjordania contemplado por Sharon no forma parte de la Hoja de Ruta, es considerado por Washington como un medio para desbloquear la situación.

Pero los países árabes, incluyendo a firmes aliados de Washington como Jordania y Egipto, constatan asimismo que Israel continúa la construcción de un «muro de seguridad», que aislará los territorios palestinos, y que esa obra sólo suscita críticas verbales de parte de Washington.

Se indignan asimismo por las declaraciones de George W. Bush contra el derecho al retorno de los refugiados palestinos a las zonas bajo control israelí y estiman que cualquier retorno de Israel a sus fronteras de 1949 es poco realista.

Esta decisión legitima el mantenimiento de la presencia israelí en Cisjordania, Jerusalén este y la meseta del Golán. (AFP)


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