Una casa al fin, 18 años después

En La Lipela, la abuela Isabel Sáez recibió una vivienda cómoda.

LA LIPELA, Neuquén- Sentada en una silla junto a la cocina a leña, doña Isabel observa el cerro que se erige tras la ventana de su nueva casa. «La abuela se puede pasar horas sentada ahí mirando por la ventana, está encantada», cuenta su nuera, Nilda González. También, desde el mismo lugar puede ver -sin nostalgia, pero con orgullo- la pequeña y precaria casita en la que sobrevivió tantos años.

Hace cuatro meses que Isabel Sáez, de 91 años, su nuera Nilda y su nieto Carlos Alberto viven en la nueva vivienda que les construyeron la provincia y Parques Nacionales. La otra, con 70 años de vida, quedó como testigo de una época, empotrada en medio de un mallín de barro.

Nilda muestra las antiguas instalaciones y explica cómo brotaban del piso el agua y el barro cuando llovía; indica donde pasaba sus horas la abuela y cómo se las arreglaba para hacer los quehaceres del hogar. Se le llenan los ojos de lágrimas al recordar que su marido, fallecido el año pasado luego de una enfermedad, no pudo llegar a ver la casa nueva por la que había luchado casi 18 años.

Siguen sin tener luz eléctrica, ni teléfono, ni calefacción, ni gas –sólo un tubo para la heladera y el calefón-, ni agua corriente, pero por lo menos ahora tienen un lugar cómodo donde vivir. La nueva promesa es la instalación de paneles solares que les proveerán electricidad. «Tener eso sería…», dice Nilda y hace un gesto con la mano como diciendo «con eso no necesitaríamos nada más».

Inauguración oficial

En el paraje La Lipela – cerca del río Limay, en la zona conocida como «Valle Encantado»- no es cosa de todos los días recibir una treintena de personas, y menos si más de la mitad son políticos. A la abuela Isabel, de 91 años, seguramente poco le interesa si alguna de aquellas personas que la visitan vienen sólo para «sacarse la foto». Ella está contenta, por fin, luego de 18 años de trámites y colecciones de promesas, tiene una casa digna donde vivir.

A todos recibe con una sonrisa y mejilla plena. Su nuera oficia de anfitriona y hace el recorrido por las habitaciones de la casa que la Comisión de Fomento de Traful –con dinero de la provincia- junto a Parques Nacionales terminaron de construir en abril.

Mientras paisanos experimentados despliegan el antiguo arte del asado, las mujeres hacen las ensaladas. Fotos y discursos a cámara del orgulloso intendente de Traful, Raúl Barahona, Manuel Gschwind, José Brillo y hasta la diputada nacional del MPN, Alicia Comelli.

Es que la casita se convirtió en todo un símbolo de las promesas infundadas, la burocracia insólita y la falta de voluntad política. Por eso, debe ser, que la inauguración de esta cálida casita de 84 metros, piedra, madera y cemento, perdida en medio de la cordillera, convoca a políticos que suelen aparecer en los diarios.

La cuestión merece un festejo. (AVLA)


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