Un lugar para soñar…

El sitio está ubicado en una chacra en cercanías de Luis Beltrán. Allí se complementan tranquilidad y pasión por el arte.

sergio escalante

sergescalante@hotmail.com

Corrían los 80 cuando Cristian Minyersky y Sabina Gaba se conocieron estudiando teatro en las adoquinadas calles del barrio porteño de San Telmo. Y no sólo crecieron las ganas de estar juntos, sino de compartir un sueño que les iba germinando en las entrañas: un lugar propio, de contacto con la naturaleza, donde se pudieran conjugar lo natural con el arte. 27 años atrás todo parecía un sueño.

Luego de casarse, para lograr la emancipación, decidieron comenzar a buscar su lugar en el mundo. “Al principio pensamos ir hasta Perú y bajar por el Amazonas hasta Brasil y buscar un lugar en el norte. Un lugar para nosotros cerca de la naturaleza. Pero después pensamos por qué ir al mar en el norte y no al mar en el sur” dice Cristian sentado a espaldas de una ventana adornada con vidrios azules.

Mientras afuera el sol azota, vuelve a recordar. Apenas amanecía el verano en Las Grutas, 27 años atrás, cuando en un chiringuito de madera puesto en la bajada uno a la playa donde se podían comprar melones, duraznos y bebidas; sobre el suave sonido de la letanía de las olas del mar, sonaba una canción de Rubén Blades.

Cristian y Sabina hacia algún tiempo andaban por ahí y se acercaron atraídos por la música. Cuando escucharon una voz con acento español que repetía el nombre de “Mora” y hablaba de “Ibiza”. Se acercaron y fue allí cuando Sabina fue reconocida por Juan Videladorna, quien conocía a una tía de ésta: Mora que vivía en Ibiza.

Juan, después de algunos días de conocerse los invitó a visitar el Valle Medio, y principalmente la isla “La Esmeralda” –hoy uno de los sitios más bellos de agroturismo en la zona–. Desde ese momento y hasta ahora, Cristian y Sabina, comenzaron a construir su lugar en el mundo en la comarca. Así lo relatan entre ambos. “Llegar a ese lugar ya fue un acto poético”.

Muchos años después, los Kukis como los conocen en la zona, han comenzado a realizar su más ansiado sueño: construir un lugar donde se funden el arte, la experimentación artística y el amor por la tierra. Ese anhelo, hoy hecho realidad se llama la casa mágica.

“La casa mágica es un sueño. Hace 6 años la encontramos y la arreglamos. Empezó a funcionar como lugar laboratorio de estudio. Cuando llegamos a Beltrán decidimos quedarnos porque había un teatro. Vimos el pueblo, la naturaleza, y esa salita que recién estaba comenzando. No estaba ni el techo, tenía piso de tierra y laburamos 17 años en la sala “El Galpón”.

“A Beltrán nos trajo la vida. Nosotros queríamos salir de la ciudad e ir algún lugar a trabajar la tierra. Un lugar amable donde vivir, donde poder cultivar nuestro arte. Para esto fue toda una historia porque yo era menor y mi viejo no nos quería firmar para salir y bueno ahí nos casamos. Y ahí vinimos hacia el sur”, dijeron.

“Y hace seis años todo se comenzó a volver mecánico. Volvimos a parar la pelota y justo nos cruza este lugar, que estaba totalmente distinto. Y dijimos ‘que lindo poder restaurar esto’. Cuando vimos esta casa que estaba toda abandonada le metimos corazón. Y dimos mil vueltas hasta que la vida nos dio la posibilidad de poder tenerla y empezamos a trabajar con todo y hoy la casa mágica es un lugar al que vienen alrededor de 160 personas en temporada de verano, gente de todos los sitios que te puedas imaginar. Bueno, lo que pasó es que desde que llegamos a Beltrán también quisimos seguir estudiando, investigando, preparándonos para nuestra profesión de actores y la forma que teníamos era traer a gente de otros lugares. La casa mágica nos da esa posibilidad decimos tal persona y trabajamos para poder traerla”, comentó la pareja.

El pequeño muelle llega hasta la tranquilidad del río.


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