Una cierta desproporción

La Cooperativa de Electricidad Bariloche cumplió el último sábado con sus obligadas elecciones anuales y esta vez la novedad fue que la opositora lista Azul alcanzó suficientes votos para quedarse con una de las tres consejerías en juego. La lista Roja volvió a ganar (como lo hace desde 2002) aunque por un margen menor y ahora deberá compartir espacios en el cuerpo de conducción. El nuevo escarceo electoral en la principal cooperativa de la provincia obliga a seguir con atención los pasos futuros de ambos sectores, tanto en lo relacionado con la administración de la prestadora eléctrica como en las proyecciones políticas que de allí se deriven. Esto en razón de que el poder que depara el manejo de la CEB aparece históricamente superpuesto con el gobierno de la ciudad, las pulseadas de los sindicatos más fuertes y los vaivenes de los partidos políticos. Es recurrente la escena protagonizada por dirigentes de distinto origen, que acunan la legítima aspiración a gobernar Bariloche y que trabajan en ese sentido desde una fuerza partidaria, pero que en cierta etapa consideran válido detenerse algún tiempo en el “escalón” de la cooperativa. Más de una vez la caracterización de la CEB como un “municipio paralelo” fue tomada al pie de la letra por actores de uno y otro universo, conscientes de su influencia recíproca. Muchos consideran que en esa pugna por los espacios en la empresa distribuidora de electricidad algo tienen que ver los jugosos sueldos que cobran los consejeros (hasta $18.000 mensuales). Sumado esto a la vidriera que representa una entidad con extendida presencia en cada rincón de la ciudad y con una obvia inclinación por “hacer obra”. Resulta llamativa, sin embargo, la desproporción entre esa avidez por el espacio de poder que asegura la CEB y la indiferencia persistente de los electores. El último sábado concurrió a votar apenas el 7,28% de los asociados habilitados. Aun así, la curva decreciente en el interés de los barilochenses parece irremediable si se advierte que en 1993 había sufragado el 11,6% de los habilitados y en el agitado cruce electoral de 2002 (cuando la Roja desplazó a la conducción de la lista Blanca) concurrió a las urnas el 18% de los empadronados. Otra elección peleada fue la de 2005 -la última con tres listas- en la que votó el 13,9%. La apatía de los usuarios por la suerte de la CEB preocupa a sus directivos, pero no demasiado. Al menos no hay en los discursos ninguna referencia a la necesidad de promover la participación y la cultura cooperativa, relegadas con pareja perseverancia por anteriores y actuales gestiones. ¿Cuánto más podrían involucrarse los barilochenses en la vida interna de la CEB si experimentaran que las utilidades de la “empresa social” se vuelcan por ejemplo en una rebaja de la tarifa eléctrica? ¿Y si percibieran que es mejor ser servidos por una cooperativa que por una empresa con fines de lucro y por eso la CEB merece ser defendida y reivindicada? Ninguna de estas preguntas aparecen en los debates electorales. Más bien lo que sobresale es la larga lista de nombres que desde la cooperativa eléctrica han saltado al municipio, o lo han intentado al menos. El actual intendente Omar Goye fue figura principal de la lista Roja y presidente de la CEB hasta el momento mismo de asumir en el municipio. Su antecesor Leonardo De Ferrariis no tuvo el mismo éxito, pero en la elección de 1995 presentó candidatura y superó el 15% de los votos. Lo hizo desde un partido vecinal (el MUP) nacido en los mismos pasillos de la CEB e integrado por muchos de sus directivos, entre otros la ex concejal Graciela Di Biase y el ex intendente Alberto Icare. Justamente Icare ganó las elecciones para intendente con la boleta del MUP en mayo de 2002 y se transformó en noticia nacional, cuando el vecinalismo de Bariloche surgía como una variante a la crisis del “que se vayan todos”. Luego el mismo Icare formó otro partido, SUR, con varios dirigentes que también registraban paso previo por la CEB y desde el municipio intentó hacer pie en la Cooperativa en las elecciones de 2005, a través de la lista Amarilla. La lista Roja se conformó en reacción a las “tarifas caras” y a la política de multiplicar a la CEB en varias sociedades anónimas, desarrollada por De Ferrariis. Pero desde un primer momento (y hasta hoy) no oculta que en su seno conviven sectores del PJ, del radicalismo “castañonista” y de la Asociación de Empleados de Comercio. Pujas de poder que quedan a la intemperie y que poco contribuyen a promover el interés genuino de los vecinos por la “cooperativa de todos”.

la semana en bariloche

daniel marzal dmarzal@rionegro.com.ar


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