Una ciudad con mil trampas para los peatones
Los problemas para circular no son sólo para los automovilistas. La gente de a pie enfrenta en la vida cotidiana todo tipo de peligros. Desde veredas rotas hasta obras sin terminar.
Juan Thomes
Sobre calle Roca, en el Centro de Educación Física Nº 1, las veredas están sin terminar. Una malla sima asoma peligrosamente.
NEUQUÉN (AN).- Las calles de la ciudad no tienen la exclusividad de contar con obstáculos peligroso; las veredas también representan un dolor de cabeza para los peatones. Es casi imposible salir a caminar y no toparse en algún lugar con un pozo sin señalizar, un escalón mal diseñado, caños sobresalidos, aceras en construcción o desagües pluviales abiertos sin ningún tipo de contención. Si bien el Municipio insiste periódicamente en la necesidad de que cada frentista construya su propia vereda y prometió colaborar, aún quedan muchos lugares que atentan contra cualquier transeúnte desprevenido. En Parque Industrial, sobre una calle de tierra que tampoco tiene delimitada la vereda, existe una boca de registro que perdió su tapa. Pasar de noche por ahí y no ver el pozo puede terminar en una caída, raspón o fractura. Un vecino solidario cruzó dos estructuras metálicas sobre el agujero a modo de improvisada señalización. En Gregorio Álvarez, sobre avenida del Trabajador entre Collón Curá y Cipolletti un canal pluvial está tapado con cemento en sus dos extremos pero luego recorre más de cien metros descubierto y con una gran cantidad de maleza creciendo en su interior. Por esa zona circula mucha gente, sobre todo niños y adolescentes que concurren al gimnasio Gregorio Álvarez. En Roca entre Bouquet Roldán y Chrestía, se está construyendo la nueva vereda del Playón y pista de atletismo CEF 1. Durante mucho tiempo los vecinos esperaron esta obra tan necesaria, pero ahora la padecen a diario. Enrejado metálico empotrado en la tierra, tablones delimitando las superficies a cementar, pozos, arena, piedras y desniveles difíciles de percibir son algunos de los inconvenientes que padecen los transeúntes todos los días. Las obras no tienen cartel informativo ni cintas de peligro. Los peligros que esconden las veredas de los barrios también acechan en el centro de la ciudad. Las baldosas flojas son un clásico y las peores enemigas en épocas de lluvias. Pero cuando faltan hacen trastabillar a más de uno y poner en riesgo a las personas con alguna discapacidad motora, sin mencionar los trastornos para las sillas de rueda y los carritos de bebés. Pero cuando uno logra sortear estas hileras de mosaicos mal colocados o sueltos en calle ministro González a cruzar Santa Fe hacia el oeste se encontrará con un escalón que requiere mucha atención y habilidad para encontrar la forma más segura de colocar el pie sin caerse. El ancho de este peldaño es aproximadamente la mitad de lo que mide el pie de una persona adulta. Además están los riesgos sobre las innumerables obras en construcción del centro.
Neuquén
Juan Thomes
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