Una convivencia difícil

El shale oil avanza cada vez más sobre el suelo productivo. Al dilema ambiental se suma el de la compatibilidad con las zonas urbanas y el del arraigo social para con la actividad frutícola.

“La actividad básica del Alto Valle es la fruticultura. De ella depende hasta la actualidad la existencia y el desarrollo de prácticamente la totalidad de sus asentamientos humanos (…) La otra actividad importante, en cuanto a niveles de ocupación y generación de actividades conexas, es la petrolífera, pero en el propio Alto Valle ella sólo incide de hecho en la ciudad de Neuquén. Además, la potencialidad para generar encadenamientos ha sido mucho mayor en la actividad frutícola. Esta ha contribuido a desarrollar un conjunto de actividades ligadas, que son tanto industriales como comerciales o de servicios y cuya expansión está fuertemente condicionada por el desarrollo que alcanza la fruticultura”.

El fragmento pertenece a Mabel Manzanal, una de las más importantes especialistas en economías regionales que ha dado nuestro país, y forma parte del estudio titulado “Agro, industria y ciudad en la Patagonia Norte”, publicado en el año 1983. El trabajo no es otra cosa que una descripción de la configuración económica en la región, hace tres décadas. Fue precisamente esa estructura, la que dio lugar al desarrollo social, humano y económico de las provincias de Río Negro y Neuquén durante la segunda mitad del Siglo XX.

El análisis cobra especial relevancia en medio de un contexto en el que la convivencia geográfica entre la actividad frutícola y la actividad petrolera se hace cada vez más evidente. Es que a diferencia de aquella foto que observó Manzanal a principio de los 80, donde cada actividad productiva se enmarcaba en una zona bien definida, en la actualidad ambas actividades ocupan el mismo escenario. La imagen mas cruda de ello es el arrendamiento de chacras productivas para la explotación de shale.

No es ninguna novedad. La configuración de una economía regional en cualquier lugar del planeta, se estructura en derredor de la actividad más dinámica, aquella que genera riqueza, empleo, que remunera mejor al capital y al trabajo, y que posee la capacidad de generar actividades económicas anexas.

El punto es que desde aquella imagen que obtuvo Manzanal hasta hoy, poco a poco y por diversas razones (aumento de costos internos, presión impositiva, dólar atrasado, falta de competitividad sistémica), la fruticultura dejó de ser la actividad dinámica en la región, y la explotación de hidrocarburos pasó a ocupar ese lugar. Explorar en detalle las razones de esa mutación debiera dar lugar a un extenso estudio y es materia de debate.

Por lo pronto, el escenario actual, abre una serie de desafíos para el futuro de la región.

Un primer interrogante surge desde la ética. ¿Es correcto que la actividad petrolera incursione en suelo productivo aun a sabiendas de los posibles riesgos de contaminación y de la posible inutilidad de la tierra para producción frutícola en el futuro? La respuesta está determinada por las circunstancias. Mientras la actividad frutícola cruje en su propia crisis, dedicar una parte de la chacra al shale es lo que termina cerrando la ecuación económica para una gran parte de los productores. El debate desatado en la ciudad de Allen al respecto, es una muestra clara de ello.

Otra pata del problema, lo configura el desarrollo urbano. La convivencia de una actividad fuertemente invasiva como la extracción de hidrocarburos, es difícilmente compatible con las zonas residenciales, sin embargo hacia allí se dirige la configuración del espacio geográfico, de continuar en la tendencia actual.

Un tercer aspecto es la cuestión cultural. La identidad del Alto Valle guarda estrechos lazos con aquella sociedad descripta por Manzanal, en torno a una actividad rural de apego con la tierra, que le da pertenencia. El dilema social es entonces renunciar progresivamente a esa identidad, algo que resulta a todas luces inevitable frente a una actividad que genera remuneraciones con las cuales es imposible competir para cualquier otro tipo de explotación productiva.

¿Es correcto que el petróleo incursione en suelo productivo aun a sabiendas de la posible inutilidad de la tierra para producción frutícola en el futuro?

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¿Es correcto que el petróleo incursione en suelo productivo aun a sabiendas de la posible inutilidad de la tierra para producción frutícola en el futuro?

“La actividad básica del Alto Valle es la fruticultura. De ella depende hasta la actualidad la existencia y el desarrollo de prácticamente la totalidad de sus asentamientos humanos (...) La otra actividad importante, en cuanto a niveles de ocupación y generación de actividades conexas, es la petrolífera, pero en el propio Alto Valle ella sólo incide de hecho en la ciudad de Neuquén. Además, la potencialidad para generar encadenamientos ha sido mucho mayor en la actividad frutícola. Esta ha contribuido a desarrollar un conjunto de actividades ligadas, que son tanto industriales como comerciales o de servicios y cuya expansión está fuertemente condicionada por el desarrollo que alcanza la fruticultura”.

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