Una dinastía en el ring

Bruno Godoy fue tricampeón y eso motivó a tres de sus hijos a meterse en el boxeo. Pero la "herencia" se prolonga en un trío de sobrinos.

«Querés que te diga la verdad… Ni yo se cómo me hice boxeador…. Si hasta los 16 años jugaba al fútbol en la Asociación Deportiva Centenario…»

Son cerca de las cuatro de la tarde. Bruno Godoy (37 años) se sienta junto a la mesa del living comedor de su casa y descarga esa frase que nadie puede darle explicación. «No sé, a lo mejor algún bisabuelo o un tío muy lejano que haya andado en estas cosas», se responde, mientras se siguen iluminando los ojos de toda la familia reunida, con tres hijos ya metidos en el boxeo en el que incursionan, además, tres sobrinos también con el apellido Godoy. Lo que dice, un auténtico clan.

En su Mustang bordo, Bruno venía de hacer unas compras con su inseparable mujer, Graciela Cordero (36). Se conocieron hace una veintena de años y continúan juntos.

«Somos inseparables», afirma ella. Y agrega: «Es un hombre fiel. No le puedo hacer ningún reproche», volcando toda la admiración por quien tiene a su lado, causante de su gran amor y también el mayor sufrimiento cuando lo ve en un ring.

«Siento más miedo cuando pelea él que cuando lo hacen los chicos. Quizá porque cuando suben Alberto u Horacio, se que está Bruno desde el rincón cuidándolos y atento a cualquier cosa…»

La casa, en Centenario, está ubicada en la esquina de Comodoro Rivadavia y Córdoba del barrio Juan Manuel de Rosas, donde a las calles aún no les llegó la «bendición» del pavimento y muestran sus huellas en estas épocas de crudos temporales de invierno.

Edificación sencilla, sin lujos, de dos plantas y levantada con el sacrificio de Bruno sobre los rings. En el hogar se respira respeto y cariño. Lo sienten los nueve hijos (siete varones y dos mujeres) y lo palpan la innumerable cantidad de amigos que pasan a diario por allí.

La familia se afincó hace mucho en Centenario y Bruno es como el «niño mimado». Se explica. Fue el primer campeón argentino que tuvo Neuquén. Engrosaría su «chapa» con la conquista de los títulos sudamericanos y Mundo Hispano. Los tres cinturones engalanan el living, junto a otros trofeos y fotos del campeón. Son los adornos de la sala.

La experiencia de días antes en el cuadrilátero del «Ruca Che» con «Locomotora» Castro ya pasó. «Me había preparado bien, pero un problema hepático en días antes me afectó. Era imposible pedir una suspensión de la pelea con todo el festival armado. Para colmo, me pegó donde más me dolía. Pero no hay excusas. Ya pasó», como queriendo olvidar rápido el trance.

«Ahora nos vamos con los chicos a descansar al campo de un amigo que está a cuarenta kilómetros. Tiene caballos y, de paso, estreno la montura que hace tiempo traje de México». La invitación entusiasmó a los chicos que aprovechaban así los días de descanso escolar.

El único sostén de la familia es él. Del producido de sus presentaciones y del sueldo que le paga el municipio local por su tarea desde hace nueve años en el gimnasio municipal. «No es fácil atender a una familia, con siete hijos en la escuela y cinco de ellos en el secundario».

Su labor está en el gimnasio. «Ahí van unos 50pibes, además de unas diez chicas. Practican en turnos de mañana y tarde. Les enseño los secretos de este deporte, que tiene sus riesgos. Lo complementamos con una sesión física en base a las enseñanzas de Luis Terry, un profesional cubano que vino hace un tiempo a Neuquén».

«Hacer esto es grato, porque sacamos a los chicos de la calle y les enseñamos algo bueno. Seguro que a más de uno le evitamos delinquir». Y pone el ejemplo de un joven al que «rescataron» de los vicios callejeros y que desde chico amagaba con ponerse un «caño» en la cintura.

«Además, no sólo se meten en un deporte, sino que en algunos casos la llegada al gimnasio les permite tener la única higiene corporal como es la ducha luego del entrenamiento», recalca.

La proyección popular de su figura, su relación con los distintos gobernantes -ahí recuerda con emoción al fallecido ex intendente Adrián Fernández- la fama de tantos años, para nada lo obnubilan o lo hacen sentirse estrella. «Tengo los amigos de siempre y no me subí jamás a la cresta de la ola. Igual pasa con mis hijos. Nunca pretendí llevarme el mundo por delante».

¿Y con tanta fama, no lo interesaron para incursionar en política?

– «Más de una vez me hablaron, pero no me interesa. Para ser concejal o diputado como esos que están ahora sin hacer nada y cobrando buenos sueldos, me quedo haciendo lo mío, ganando mucho menos pero haciendo algo que es muy digno».

¿Y ya con 37 años encima, hasta cuándo sobre el ring?

– «No me lo he planteado todavía. Aún tengo que seguir sosteniendo a la familia, pero soy consciente que eso algún día llegará. Pero me parece que cuesta bastante decir esa frase de «me voy a retirar».

Y, encima, el entusiasmo por los pibes. ¿Cómo surgió la inclinación de ellos por el boxeo?

– «Igual que a mi. Un día quisieron probar. Ocurrió tanto con el mayor, Alberto (20 años), como con Horacio (18) y Billi (14), que recién está empezando. Quisieron ver cómo es esto,a pesar que yo les aconsejé lo contrario, que pensaran en otra cosa, porque el boxeo es muy duro y riesgoso. Los entreno yo y estoy siempre en el rincón. Trato de medir bien los riesgos. Con Alberto no es tan complicado, porque se le pueden ir buscando rivales más o menos adecuados a su trayectoria. Pero con Horacio, que aún es amateur, se hace más difícil. En el último campeonato argentino le tocó en la final un rival que era mucho más fuerte. Vamos a ver ahora, en octubre, cuando tenga otra chance para integrar la selección nacional amateur».

¡Y hay tres más!

La cuestión es que además de sus dos hijos en actividad, Bruno tiene tres «herederos» que hace tiempo se calzaron los guantes.

Uno es Pablo Godoy (18), que integra la selección amateur y pertenece a la «flota» que entrena Bruno.

Los otros de la «flotilla» son Claudio (20) y Jose (17), que tienen como guía a su padre, Roberto.

Los que siguen sus campañas aseguran que son productos de buena «cepa».

Como se ve, los Godoy son tantos como para armar una velada exclusiva.

«Pero ojo, peleando frente a otros rivales y jamás entre nosotros. Eso lo tienen muy claro», como si ya formara parte de un juramento familiar.

Alfredo Celani

«Clan» familiar

Alberto tiene 20 años. Terminó el secundario e hizo un año en la Universidad del Comahue pero la carrera de analista de sistemas no lo entusiasmó tanto como esperaba. Ahora intentará la de profesor de educación física. «Es algo más afín con mi actividad y en el futuro puedo ayudar en el gimnasio».

Hizo 42 peleas como amateur, ganando 39 y empatando dos. Es un mediano liviano que el 2 de noviembre del «99 debutó como profesional ante Jorge Vargas, ganando por nocaut en el segundo round. «Esa noche me llevé un susto bárbaro. Me tiró dos veces antes de que lo definiera yo. Es que subí con mucha ansiedad».

Vinieron tres triunfos más, el último en una de las peleas que fue de soporte de la de su padre frente a «Locomotora». Allí venció por puntos a Teodoro Acevedo.

Lo sigue Horacio (18 años). Cursa el quinto año en la escuela de educación técnica . Debutó a los 16 como boxeador aficionado. Tiene doce peleas, con once triunfos (cinco por KO) y una derrota por puntos. Su esperanza está en la oportunidad de octubre en la FAB.

Y el que dicen que viene «empujando» es Billi, un purrete que por el físico aparenta tener algo más de los 14 años que registra su DNI. Cursa el primer año del mismo colegio al que va Horacio. «Me gusta mucho el boxeo. Y aunque papá me dijo que hiciera otra cosa, a ésto lo llevo muy adentro».

Gino (12) y Mauro (10) por ahora practican lo que hacía el padre a esa edad: fútbol. Juegan en la liga municipal, pero vaya a saber lo que les marcará el destino.

Matías (8) y Emanuel (4) andan jugueteando con los guantes de sus hermanos o aplaudiendo desde la tribuna cuando la familia entera concurre a cada festival, donde se presenta alguno de los Godoy.

Las «princesas» son dos. Una ya señorita como Silvana (16) y la angelical Georgina, la más regalona de mamá y papá.


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