Una dura vocación

NEUQUÉN (AN) – Carlos Paredes es el menor de seis hermanos de una familia originaria de la provincia. Desde la secundaría ya le había manifestado a su madre la intención de reclutarse en la policía.

«Yo nunca le negué el derecho a elegir una carrera pero a mí me daba miedo», recordó Adela, mamá del oficial.

Trabajó durante seis años en un supermercado y se estaba por recibir en la carrera de Sistemas cuando ingresó a la policía luego de dos intentos fallidos.

«Dos veces lo bocharon, no porque no supiera, porque tiene un alto índice intelectual, lo que no le daba era la altura porque mide menos de 1,65, que es la estatura que exigían para entrar», contó su hermana Gladys.

La mujer dijo que celebró, al igual que el resto de la familia, el ingreso de Carlos a la fuerza cinco años atrás.

El duro oficio del policía no suele verse reflejado en el sueldo que se recibe, por lo que Carlos realizaba varias horas adicionales para complementar el salario.

El esfuerzo está centrado no sólo el ofrecer el mejor pasar posible a la familia, sino en alimentar, junto a su esposa, Clara, el sueño de la casa propia.

Por ahora vive con sus padres en el Barrio Sapere y aguarda la construcción de su vivienda, que es una de las tantas del Plan Federal II en Valentina Norte.

A nivel personal anhela hacer carrera dentro de la fuerza y llegar a comisario para que cuando su hija, hoy de seis años, cumpla los quince.

Con humor, cuidados profesionales y rodeado por sus afectos, Carlos evoluciona favorablemente en terapia del Policlínico Neuquén, donde mañana será intervenido.


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