Una estrategia para el desarrollo regional

Por Osvaldo Preiss y Alberto Rionegro (Especial para "Río Negro")

La necesaria adaptación nacional y regional a los cambios que se han verificado en la economía mundial en estas últimas décadas debe conllevar el objetivo de un desarrollo con equidad social. En ese contexto, adquieren relevancia los esfuerzos que se realicen a nivel regional para fomentar la reconversión de la estructura productiva, la creación de empresas y la generación de empleo.

Sin dudas, ello implicará reconsiderar los instrumentos utilizados en el pasado, relacionados con un modelo centralista y burocrático, a fin de introducir nuevos métodos de gestión para inducir el desarrollo económico, valiéndose de la aplicación de la moderna tecnología de la información y el conocimiento, como también de nuevas herramientas financieras y originales formas de promoción empresaria.

La experiencia reciente en nuestra región marca, lamentablemente, el fracaso de las políticas de promoción económica implementadas por los gobiernos provinciales, básicamente direccionadas a la asistencia crediticia para la inversión inicial de los emprendimientos, pero carentes de un esquema institucional de servicios de apoyo al proyecto en su etapa posterior de funcionamiento, sustentación y crecimiento.

Un gran número de iniciativas empresarias que, contando con el apoyo financiero estatal (Fondo de Desarrollo Provincial en Neuquén y gran proporción de la cartera residual del ex Banco Provincia de Río Negro) se encuentran hoy en un estado de virtual paralización. A las falencias propias de una inadecuada evaluación técnica inicial se sumó, posteriormente, en la etapa de funcionamiento, la ausencia de un acompañamiento para fortalecer el emprendimiento desde un punto de vista tecnológico, productivo, comercial y gerencial.

El fracaso de dicha modalidad de política promocional, limitada sólo a la asignación de fondos para la implantación del proyecto, revela la necesidad de reformular las estrategias gubernamentales, observando las experiencias exitosas que incorporan novedosas formas de gestión pública y concertación institucional orientadas al desarrollo económico regional y municipal.

Para lograr este objetivo debe iniciarse un proceso de reconversión del rol que las instituciones han venido cumpliendo hasta el presente, dejando de lado esquemas que sin el suficiente sustento técnico han derivado en mayor burocracia, clientelismo y distribución ineficiente de los recursos.

Esta transformación requiere la participación de las organizaciones sociales, interactuando con sus demandas y recursos para impulsar un proceso de cambio que persiga promocionar las pequeñas y medianas empresas, generadoras de la mayor proporción del empleo, contando con el rol articulador del Estado, cuya capacidad de convocatoria hacia los distintos sectores supera a la de cualquier entidad en particular

En este contexto, los organismos gubernamentales (agencias regionales de desarrollo, secretarías de promoción económica, institutos, etc.) tendrán la misión de convocar a todas aquellas entidades interesadas en el diseño e instrumentación de las políticas a desarrollar. Para evitar la clásica parálisis burocrática que suele caracterizar a estos procesos, los encargados de definir los sectores económicos que se buscará promocionar o reconvertir serán las instituciones y organizaciones que puedan demostrar una capacidad técnica específica para dicho fin. Nótese que no se propician mesas de concertación, planes de desarrollo, comisiones de estudio o similares que frecuentemente conducen a mayor burocracia, confrontación y parálisis, sino que se persigue el diseño de programas específicos de acción confeccionados con idoneidad técnica y ejecutados en su mayor proporción por instituciones universitarias, ONG´s, empresas técnicas públicas y privadas, etc.

Bajo este esquema organizativo tienen cabida tanto los emprendimientos productivos y comerciales tradicionales como aquellos de base tecnológica hacia los cuales debemos tender como objetivo estratégico de la región.

Como ejemplo, se propone el diseño de un esquema regional/municipal de fomento para la promoción de empresas de base tecnológica, utilizando los recursos disponibles a nivel local destinados al apoyo de los emprendimientos que buscan insertarse en los sectores económicos de mayor dinamismo (electrónica, informática, etc.) utilizando las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento

En este sentido, se explicita sucintamente un esquema de organización que persiga tal objetivo mediante la descentralización coordinada de las funciones de ejecución del programa en las siguientes instituciones:

1. Universidad: constituye el «vivero o incubadora de empresas», fomentando la generación de emprendimientos a través de los servicios de capacitación, desarrollo tecnológico, ingeniería, asesoramiento legal, contable, económico, informático y la responsabilidad del seguimiento del proyecto.

2. Organismos científicos, empresas y entes de desarrollo (Invap, Ensi, Facultades, Inti, Empresas, Endemás, Copade, etc.): actúan como parque tecnológico, ofrecen tecnología, experiencia y capacitación, generan demandas.

3. Cámaras empresarias: transmiten experiencias, brindan contactos, fuente de demanda y comercialización, proveedores de insumos, etc.

4. Banco o agente financiero: otorga financiamientos adecuados a los proyectos seleccionados, participante con los anteriores en los procesos de selección y evaluación de los proyectos.

5. Municipios: participan como uno de los impulsores institucionales, proveyendo espacios físicos en los parques industriales existentes, orientando parte de los fondos de los programas de apoyo a microemprendimientos.

Un esquema como el descrito, probado exitosamente en otros países incluyendo América Latina, combina el rol gubernamental con las capacidades técnicas que existen en nuestra región y permite la estructuración de una nueva estrategia de desarrollo regional a través de un modelo moderno de promoción de empresas.

Sin duda que un desarrollo de esta naturaleza demanda esfuerzos y cambios culturales tanto en el sector público como en el privado. Pero también debe aceptarse que los cambios trascendentes ya no pueden ser implementados a la manera de los antiguos modelos de desarrollo que pregonaban transformaciones estructurales en reducidos períodos de tiempo mediante la aplicación de dosis importantes de recursos económicos. El «estado desarrollista y benefactor» es el recuerdo de un pasado irrepetible.

(A fin de generar el enriquecimiento de esta idea se apreciarán comentarios y sugerencias a: estrades@yahoo.com.ar


La necesaria adaptación nacional y regional a los cambios que se han verificado en la economía mundial en estas últimas décadas debe conllevar el objetivo de un desarrollo con equidad social. En ese contexto, adquieren relevancia los esfuerzos que se realicen a nivel regional para fomentar la reconversión de la estructura productiva, la creación de empresas y la generación de empleo.

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