Una etapa nueva, con problemas viejos

por Arnaldo Paganetti

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

Con una buena baza económica –acaba de saldar la deuda con el FMI–, un relativo control sobre los exaltados humores sociales, una postura ambivalente respecto de la Justicia –jerarquizó la Corte, pero ahora pretende controlar el Consejo de la Magistratura– y un vínculo intrincado con distintos sectores (entre otros la prensa), el gobierno debe afrontar un gran desafío: convencer a las grandes potencias que no está embarcado en una aventura populista, sino en un proceso de crecimiento sostenido, que ofrece certeza jurídica y rentabilidad a los potenciales inversores.

En una América Latina corrida a la izquierda –algunos más que otros, como el presidente electo de Bolivia, Evo Morales, quien ya planteó un eje, no excluyente, con el cubano Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez–, los éxitos políticos del presidente Néstor Kirchner no disimulan la permanencia de los problemas estructurales y productivos y temores latentes por un escape de la inflación, que en el 2005 ya superó el 12 por ciento anual.

En vísperas de la llegada a Buenos Aires del vicecanciller norteamericano Tom Shannon, el diario británico «Finantial Times», puso de manifiesto las condiciones internacionales favorables para América Latina. Señaló, por caso, que China y otras economías asiáticas en proceso de expansión, absorben enormes cantidades de soja, mineral de hierro y cobre, mientras que los altos precios del gas y del petróleo benefician a los exportadores de hidrocarburos.

Inmediatamente, sin embargo, advirtió que la región corre el peligro de desaprovechar tales circunstancias para modernizarse y hacer florecer sus recursos naturales y su capital humano. «No se ahorra ni se invierte lo suficiente. En Brasil –apuntó– se está invirtiendo tan poco en infraestructura que el estado de carreteras, puentes y puertos no deja de empeorar».

El periódico señaló que para atraer fondos a largo plazo, deberían extirparse los sistemas legales disfuncionales y burocráticos, desarrollarse programas que aprovechen al máximo los superávit de corto plazo, reestructurarse los sectores públicos y forjarse alianzas más sustentables con compañías internacionales. Los principales elogios del diario inglés son para Chile, por haber demostrado que es posible progresar en los distintos frentes, aún con un gobierno de tendencia socialista.

A pesar de las críticas internas y de estar bajo la lupa de los poderosos, Kirchner defendió a capa y espada su decisión política de desendeudarse del Fondo Monetario, al que seguirá afiliado pero evitando los duros exámenes trimestrales de sus cuentas y la imposición de metas fiscales y monetarias.

El diario «New York Times» sostuvo que la cancelación le permitió al patagónico «moverse como le place» y girar a la izquierda. Un último informe del Departamento de Estado, el gobierno de George Bush, introdujo una sutil diferencia. El furor antiimperialista en la Cumbre de las Américas celebrada en Mar del Plata, colocó en «positivo» el vínculo argentino-estadounidense, cuanto antes de las diatribas de Hugo Chávez contra el ALCA, era «excelente».

Lo cierto es que se avizora una nueva etapa: como dijo la ministra de Economía, Felisa Miceli, habrá más autonomía, esto es, menos condicionamientos. Lo que implica, por contrapartida, mayores responsabilidades. Ya no se le podrá echar la culpa al Fondo de los males que aquejan a los argentinos. Según analistas del establishment, la administración «K» estará obligada a gastar menos y a controlar que no se desborden los precios. La intención oficial es prolongar los acuerdos con los supermercados a lo largo del año, en un esquema similar al que existe en Francia.

A todo esto, siguieron los chisporroteos acerca de la reelección y el adelantamiento de las elecciones. Las principales espadas de la Rosada señalaron que es prematuro e imprudente instalar a Kirchner para 2007, aunque –salvo que sean ciertas las versiones sobre su frágil salud–, es impensable que el santacruceño no aspire a un segundo período, como se lo permite la Constitución.

El rumor sobre un adelantamiento del cronograma electoral para marzo o abril del año próximo, puso en guardia a la oposición, pero un exponente del entorno K le aseguró a este diario que esa alternativa es inviable y que el Presidente cumplirá su primer mandato ampliado hasta diciembre del 2007 «Cuando el presidente dice de esto no se habla, no se habla», refirió a éste diario otro portavoz que desmintió también cualquier crisis de tipo institucional por las diferencias hechas públicas con el vicepresidente Daniel Scioli.

El diputado Carlos Kunkel, un ultrakirchnerista, afirmó que así como ocurrió con Carlos Menem, hoy todo el peronismo está detrás del patagónico.

«Todos los que perdieron las elecciones en el PJ ya hablaron con nosotros. Sólo no lo hicieron a los que no se les atiende el teléfono». «Chiche» Duhalde figura entre los últimos. José María Bancalari y un gran número de intendentes del conurbano, entre los primeros.

Kunkel anticipó que se viene una época de grandes realizaciones, pues Kirchner no está dispuesto «a hacer la plancha». Cuestionó muy duro a los fragmentos opositores y manifestó que el gobierno «es criticado por lo que es y no por lo que hace» .

El profesor de ciencias sociales de la Universidad de Harvard, Steven Levitzky, hizo notar las similitudes entre Kirchner y Menem. No obstante, al pingüino lo definió como ideológico y al riojano como pragmático.

A diferencia de los que hablan de la falta de calidad institucional, el catedrático bostoniano opinó que la democracia Argentina es real y se ha probado robusta. Y se permitió aconsejar a la oposición que se una en una coalición para construir una alternativa, porque no hay riesgo de partido único a la usanza del PRI mexicano.

Igual que un juez de la Corte, de evidentes simpatía kirchnerista, Levitzky, declaró que más del 50 por ciento del electorado prefiere no votar peronistas y que cualquier pretensión hegemónica se choca «con una sociedad civil fuerte, medios de comunicación efectivos y votantes que no eligen intrusos autocráticos como Chávez o Fujimori».

Desde El Calafate, desde donde se prepara para retornar a la capital federal, el Presidente disfruta la villa y se saca fotos con turistas y firma autógrafos. Ha recuperado el gusto por tomar «alguna lágrima» con sus amigos o cenar en familia en algún restaurante de la zona. Pero no baja la guardia: «Hacen operaciones de prensa porque no tienen con qué darnos. No hay ninguna posibilidad de crisis». Y enumera logros para contestar a los que según él lo quieren desprestigiar: «sacamos al país del default, le pagamos al Fondo, la economía crece, baja la desocupación, controlamos la inflación y no pueden creer que nos esté yendo bien».


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