Una familia veneciana recorre Sudamérica en bicicleta

La travesía comenzó en enero en Ushuaia y prevén llegar a Cartagena de Indias antes de emprender su regreso. Recorrerán 15.000 kilómetros para promover la agricultura orgánica.

Una familia italiana llegó a Bariloche en bicicleta con el sueño de recorrer Sudamérica, alrededor de 15 mil kilómetros. La travesía arrancó en enero desde Ushuaia y el matrimonio junto a sus dos hijas de 6 y 8 años ya llevan recorridos 3 mil kilómetros.

“Cuando todavía no teníamos hijas, recorrimos Sudáfrica y resultó una experiencia tan fantástica que dos años atrás, empezamos a soñar nuevamente con la idea de conocer Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Estamos cumpliendo el sueño y estimamos regresar a Italia en agosto del 2017 desde Cartagena de Indias”, relata Sebastián Bellet Brava, de 34 años, en perfecto castellano. Mientras tanto, sus dos hijas, Anna y Angela, corretean por el Centro Cívico flameando dos banderas de Argentina y Chile.

La familia bohemia, oriunda de Venecia, se traslada en unas bicicletas especiales de origen alemán que transportan a su vez, unas más pequeñas en la parte trasera para las nenas. “Pueden pedalear cuando tienen ganas y pueden dormir cuando así lo prefieren. De esta forma, vamos avanzando como equipo con una misión común”, resume Alberta, la esposa de Sebastián.

En todo momento, los italianos remarcan que más allá de conocer “una cultura tan lejana como la sudamericana”, el objetivo del viaje es promover la agricultura orgánica. “Queremos conocer otras realidades, cuidados de la biodiversidad y granjas orgánicas. Por eso, también elegimos movernos en bicicleta por un tema de sustentabilidad y porque no contaminan. Simboliza la vida lenta y esencial y, es de bajo impacto ambiental y cultural”, aclara Sebastián.

Si bien el equipaje no es excesivo para un año y medio de viaje, la pareja asegura que lleva ropa “para cuatro estaciones; térmica y liviana, de secado rápido”.

Uno de los escollos para concretar el viaje fue conseguir el permiso por parte del colegio de las hijas del matrimonio, la escuela primaria Lago Ravine. “Asumimos la responsabilidad de su educación y cuando regresemos, las niñas deberán rendir un examen de rendimiento. No estamos arrepentidos: pierden un año escolar pero ganan mucho para sus vidas”, remarca el hombre.

La familia también acordó compartir cada una de las aventuras del viaje con el colegio italiano. Por eso, cada dos semanas, a través de Skype, padres e hijas relatan la cultura de cada lugar visitado en Sudamérica.


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