Una fiesta de trabajo y creatividad joven

Más que positivo es el balance del Festival Nacional de Teatro Joven que durante todo el fin de semana llenó de vida, creatividad y entusiasmo al Centro Municipal de Cultura de Viedma.

VIEDMA (AV).- Luego de tres días de fiesta en los que se compartió el arte teatral, las diferentes experiencias y propuestas estéticas, concluyó la segunda edición del Festival Nacional de Teatro Joven de Viedma. Y su mentor principal, el profesor Martín Sánchez, realizó un positivo balance del evento.

Aún en medio de la despedida a los elencos visitantes, Martín comentó que «a medida que se va desarrollando el festival vas analizando lo que sucede, y una de las cosas más interesantes es que nos acercamos cada vez más a uno de nuestros objetivos, que es la apropiación del festival por parte de los jóvenes. Siento que con ellos el Centro Cultural tuvo mucha vida».

El núcleo de trabajo es de unos cuarenta muchachos pertenecientes a distintos proyectos en los cuales Sánchez trabaja, y el director resalta el hecho de que «tomaron la responsabilidad de sacar adelante algo y eso es muy importante».

En tiempos en los que a veces puede asustar emprender una organización de este tipo, Sánchez explicó que asume el desafío porque «el festival afirma el concepto de trabajo que tengo sobre los jóvenes; y porque es un espacio que se construye desde el concepto de rescatar lo festivo y no la competencia, disfrutar la fiesta y la posibilidad de encontrarnos con otro que está haciendo y trabajando de otra forma y en otro lugar. Y esto acompaña la tarea de todo el año».

También concluye en su convencimiento de que es necesario «crear un espacio para los jóvenes, -que están haciendo cosas muy buenas-, pero que no tienen la posibilidad de acceder a este tipo de encuentros donde los teatreros se nutren y crecen», y rescata la cuestión de la capacitación: «Si bien sólo hubo dos instancias formativas, hubo mucho intercambio, dentro y fuera de los seminarios».

Martín ha concentrado su docencia en grupos de adolescentes, y hacia ellos está orientado el festival: «La apuesta a los jóvenes tiene que ver con un planteo con respecto a su condición social y a dónde están insertos. Creo que hoy la juventud debe tener una condición bastante quijotesca; es permanente la lucha, y son casi los únicos que tienen la fuerza, el espíritu y el ánimo de concretar un cambio».

«Son sangre nueva, no contaminada; no tienen embarullada la cabeza por cuestionamientos políticos ni económicos; pero ojo, no quiere decir que no tengan ideología. Hay jóvenes que están luchando por muchas cosas».

«Hay distintas visiones de la juventud; pero hay algo que tienen en común, y es el descreimiento por todo, y están con bastante temor en creer en algo. Pero cuando creen algo, son más comprometidos que la generalidad de los adultos».

Y en esta línea está convencido de la necesidad de «apostar al crecimiento». «Hoy por hoy, sostengo, con respecto a la economía y la formación personal, primero hay que formarse en los diferentes planos del individuo, para luego sostenerse económicamente», sostiene Sánchez.

Apostar a la continuidad

El actor y director Martín Sánchez es viedmense y desarrolló parte de su carrera en Neuquén y Buenos Aires. En 1996 se recibió de actor nacional en la Escuela Superior de Bellas Artes Manuel Belgrano.

Sánchez trabajó en publicidades televisivas y en una docena de puestas teatrales. Hace dos años se asentó nuevamente en la Comarca Viedma-Patagones, para coordinar varios grupos y llevar adelante las dos ediciones del Festival Nacional de Teatro Joven.

Martín afirma que «va a haber más festivales; hay que apostar a la continuidad. Uno puede delirar con hacer una producción excelentísima un año, pero lo más importante es trabajar sobre la continuidad, que es lo que va a lograr un resultado».

En una coyuntura de crisis, el festival se concretó con escasos recursos económicos desde el estado municipal, con algunos aportes privados y con una gran cuota de recursos humanos jóvenes involucrados.

En el debe del evento, queda pendiente el tema de la inserción en la comunidad, que podría responder en mayor medida.

«Cuesta mucho, porque no hay costumbre de ver teatro en el Centro Cultural, a excepción de propuestas comerciales en las que convoca una figura reconocida. No es costumbre ver teatro por el placer y la satisfacción. Esto se ha perdido en el Centro Cultural desde hace muchos años, y es algo a revertir». (AV)


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