Una herramienta para construir

ALICIA MILLER amiller@rionegro.com.ar

Para encuestadores y analistas, una encuesta sobre temas de interés político es un producto final, una fotografía que refleja el humor de la ciudadanía hacia su dirigencia en un momento dado de la vida social. Para los políticos, en cambio, una encuesta representa una materia prima valiosísima. Una herramienta en una cadena de producción. Les permite trazar planes y proyecciones, sea para mejorar la propia performance, sea para perjudicar las expectativas electorales de los adversarios. Eso explica que la publicación de la encuesta realizada para “Río Negro” por una de las más prestigiosas firmas del país desencadenara ya alineamientos, anuncios y definiciones que tal vez hubieran demorado un tiempo más. Y no es porque los dirigentes de los principales partidos no tuvieran ya sus propios sondeos, sino porque dan valor superlativo al realizado sin sus condicionamientos. Varias conclusiones surgen de los datos de la encuesta. Y varias más de las palabras y conductas de los protagonistas durante la semana que pasó. • Está claro que las candidaturas a gobernador de Río Negro para el 2011 estarán teñidas por un catalizador decisivo: la adhesión o la oposición al kirchnerismo como poder nacional. Ésa será la línea divisoria de aguas, incluso con más fuerza que la pertenencia a estructuras partidarias que padecen –todas ellas– de un singular debilitamiento de perfiles y bordes. Ya no contienen y ya no definen. Dentro de los partidos conviven opciones contrapuestas y enemigos irreconciliables. Es la opción “K” o “anti-K” la única vigente. Sobre todo para conocer quién dispondrá de presupuesto oficial de obras que inaugurar, subsidios y aportes para entregar y publicidad para repartir. Es que la política electoral se liga cada vez más a componentes económicos, que se han mostrado más vigorosos que las ideologías o los planes de gestión a la hora de hacer realidad el sueño de los candidatos. • La paradoja arrinconó a Saiz. La encuesta confirmó que el gobernador tenía razón al suponerse el único dirigente en condiciones de garantizar un triunfo radical en la elección de gobernador del 2011. Salvo que esa opción –vedada por la Constitución– le fue clausurada definitivamente por dirigentes de su propio partido y la oposición. La encuesta muestra que tampoco la ciudadanía –pese a que en un 42% aprueba su gestión– hubiera apoyado una aventura re-reeleccionista: el 70% de los entrevistados dijo que estaba poco o nada de acuerdo con esa posibilidad. El dato debería recordar a los políticos que la democracia implica un pacto con límites. • Una única facultad tiene Saiz en su mandato: ser elector del candidato radical a sucederlo. Si, para hacerlo, tomara en cuenta el sondeo de “Río Negro”, llegaría pronto a la conclusión de que no hay en su sector ningún dirigente con posibilidades de ganar, sepultada la mayoría de ellos por porcentajes abrumadores de gente que declara que “seguramente no lo votará” para gobernar la provincia. • Con una preferencia que tampoco aparece decisiva, el vicegobernador Bautista Mendioroz lanzó su candidatura por una opción “anti-K” integrada por radicales y dirigentes de otras fuerzas políticas más o menos coincidentes con el alineamiento nacional de la Coalición Cívica. Las posibilidades de que ese sector vuelva a unificarse con Saiz y los suyos son remotas, aunque no nulas si se juzga su historia política. • Si el gobernador buscara burlar las posibilidades de su vice, sólo podría apelar a ungir candidato a alguno de sus circunstanciales aliados “anti-K” –el ex gobernador Pablo Verani, el ex diputado nacional Fernando Chironi o el intendente de Viedma, Jorge Ferreira. Pero eso le significaría perder el apoyo nacional que tanto le sumó para ganar en el 2007. • El sondeo reveló otra paradoja: son más los encuestados que votarían hoy a un candidato a gobernador impulsado por la oposición que a uno propuesto por el gobernador Saiz. Pero para que ese porcentaje se reflejara en un cambio de gobierno en la provincia se requeriría que “la oposición” fuera una única alternativa electoral y no un conjunto heterogéneo de propuestas disputándose entre sí un número finito de votantes. Y esto último, precisamente, comenzó a esbozarse esta semana. • El intendente de Roca, Carlos Soria, es el peronista con mejor imagen positiva y mejor diferencia entre ésta y la negativa, a la vez que tiene un aceptable nivel de conocimiento en el electorado provincial y experiencia de gestión. Pero es por lo menos difícil –si no imposible– que su candidatura unifique a la oposición, puesto que él mismo se ha ocupado de marcar tantas diferencias, aun con sus compañeros de partido, que no son pocos quienes preferirían verlo lejos de la fórmula. Además, es escasa la posibilidad de que la candidatura de Soria sea avalada por los Kirchner, con quienes el roquense mantiene una relación de mutua antipatía. • Si tuvieran que optar por un peronista en Río Negro, los Kirchner preferirían a Miguel Pichetto, quien en el 2007 logró unir en forma aceptable al peronismo pero debió batallar –precisamente– con sus aliados nacionales, que no dejaron de alentar al candidato radical Miguel Saiz. La cuestión nacional, ahora, es otra. Saiz no puede garantizar los votos de los parlamentarios nacionales de su sector en los temas que interesan a los Kirchner. Tiene a su partido más fraccionado que nunca y desconfía hasta de sus amigos. Pero Pichetto no llegará a ningún lado sin Soria, y viceversa, y ambos dependen de los K. El flamante precandidato Scalesi tampoco tendría su apoyo. Mientras los políticos se prueban trajes y sillones, grandes temas en la provincia avanzan con revelaciones. El gobierno acaba de postergar las obligaciones de las petroleras, contradiciendo el supuesto apuro en incentivar sus tareas con la prórroga de concesiones. Y comienza a conocerse cuál será el costo final de la represa de Salto Andersen, una obra en la cual la ingeniería financiera intriga más que la civil.

ALICIA MILLER amiller@rionegro.com.ar