Una historia de desencuentros y de relación por conveniencia

Julio César Falcioni y Román Riquelme asumieron desde siempre que lo suyo fue una suerte de “relación por conveniencia”, razón por la cual la historia de desencuentros empezó casi desde el mismo momento en que el técnico llegó a Boca Juniors.

En enero del año pasado, cuando JC apenas había pisado territorio xeneize, se dio la primera `batalla` de una relación signada por la fuerte personalidad que ambos protagonistas suelen enarbolar en cada una de las acciones que llevan adelante.

Con Román lesionado, el técnico apostó un esquema táctico 4-4-2, prescindiendo del tradicional enganche, y el once auriazul mantuvo su invicto en los certámenes veraniegos, previos a la reanudación de la competencia oficial.

Pero Riquelme volvió a calzarse la camiseta azul y oro en febrero 2011 y Boca sucumbió feo: 1-4 con Godoy Cruz de Mendoza, en la Bombonera.

Así, el ídolo boquense no estuvo por una lesión en el partido con Racing (1-0) de la segunda jornada y se aprestaba a volver ante All Boys, por la tercera.

Sin embargo, el preparador físico Gustavo Otero dijo públicamente que el jugador no había realizado “labores de pretemporada acordes”.

Román contestó que estaba en condiciones de retornar.

Falcioni no lo puso ante los de Floresta, que disfrutaron de una noche brillante de su arquero, Nicolás Cambiasso, principal sostén del 0-0. La gente de Boca ardió y cantó contra el DT.

Aquel hecho fue calificado casi un año después por Riquelme, quien no olvidó la situación: “Antes de jugar contra All Boys Falcioni (Julio) me hizo correr solo como un boludo y yo no dije nada”.

Para muchos componentes del denominado `Mundo Boca` esas palabras fueron la “gota que que rebalsó el vaso” en la paciencia de Falcioni y que culminó anoche en la torrida Barinas.

Desde aquel partido con All Boys a este presente hubo otros capítulos en esta `novela de desencuentros`.

Algunos gestos de Falcioni siempre fueron considerados por el entorno de Riquelme como “tiros por elevación” para el “10”. Como aquel abrazo con Martín Palermo en el segundo gol del delantero ante River (2-0), en mayo pasado.

Riquelme no jugó gran parte del Clausura por estar lesionado y a Falcioni los resultados lo ayudaron recién al término del torneo.

En Boca todos sabían que la relación entre el ex Villarreal y el otrora DT de Banfield no era buena. Pero Jorge Ameal, anterior presidente, medió para que la “sangre no llegue al río” y hubo convivencia adecuada.

La actuación del enganche y los resultados ayudaron. Entonces, el técnico, en conferencias de prensa, hasta elogió “la entrega” del capitán en pos del equipo.

Riquelme quedó afuera de los titulares por una fascitis plantar y el buen rendimiento de su sustituto, Cristian Chávez, hizo que el técnico no extrañase al crack.

Antes de jugar contra Banfield (3-0), en el partido en el que Boca se coronó campeón del Apertura 2011, el enganche ingresó en la segunda parte, a pesar de que no estaba en las condiciones físicas ideales. Entonces, Román se lo agradeció: “El técnico tiene que seguir porque el equipo salió campeón y está invicto”, apuntó.

“Tuvo la sabiduría de cambiar a tiempo y volver a la táctica tradicional del club, que es jugar con un enganche”, agregó el ídolo y capitán. Dio a entender que el 4-4-2 que pretendió insuflar el técnico mutó al dibujo tradicional, a pesar de que Román no estaba en cancha.

A comienzos de año, ya con Daniel Angelici como nuevo presidente, se sucedieron otros episodios ríspidos. Primero, el flamante mandamás debió, tal vez, dar algunas explicaciones al jugador, de aquellas declaraciones en las que lo calificó como una suerte de “lider negativo” para el plantel.

Con la renovación de contrato del DT y un Riquelme que seguía al margen por la fascitis plantar comenzó la pretemporada en Tandil. El `Diez` jamás hizo fútbol y solamente diseñó tareas físicas, en zapatillas, nunca calzándose los botines.

En las sierras de la ciudad bonaerense Télam pudo comprobar que las caras del técnico y del máximo referente del plantel prestaban “sonrisas forzadas”, fuera de contexto.

En el primer contacto con la prensa del año, el volante mandó otro mensaje: “Decían que tenía que caminar y trotar y sin embargo hice la pretemporada a la par de todos mis compañeros”, dijo.

Y luego agregó: “Cuando un equipo gana seguido cualquiera que entra lo hace bien, podemos poner al “Busca” (un ayudante del plantel) y juega también”.

Pero después de los dos amistosos con River y antes de jugar por la Copa Argentina con Santamarina de Tandil, Riquelme fue crítico con el rendimiento del conjunto: “Boca no está jugando bien y tenemos que mejorar”, aseveró.

Después de la clasificación a 16vos. de final, cada vez que se le preguntaba a Falcioni por las palabras de Riquelme, decía: “De eso no hablo”, con cara de pocos amigos. Más caústico fue cuando se le consultó por la actuación de Román: “Eso me lo guardo para mí, analícenlo ustedes”, le decía a los representantes de la prensa.

En la semana previa al debut con Olimpo, mientras jugaban los titulares contra los suplentes, Riquelme marcó un golazo en la práctica y Darío Cvitanich aplaudió el gol.

El entrenador entró enseguida en el campo y le pidió al delantero que, en vez de aplaudir, se metiera en el área “por si había rebote”. Así habló varios minutos con el ex jugador del Ajax.

Anoche, en Barinas, intervinieron los mismos protagonistas. Hubo discusiones en el vestuario y las derivaciones se conocerán con el correr de las horas.

Tal vez, ahora, se escriba un último capítulo en esta historia de desencuentros y relación por conveniencia.

Télam


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