Una histórica labor del golf argentino

Cabrera y Romero terminaron en el segundo lugar. A Woods-Duval no les sobró tanto para ser primeros.

BUENOS AIRES (DyN) – En emocionante y tenso final, la dupla estadounidense integrada por Tiger Woods y David Duval retuvo la Copa del Mundo, con un total de 254 golpes, 34 bajo el par, mientras que la Argentina finalizó en un meritorio segundo puesto que levantó sonoras manifestaciones de reconocimiento por parte del numeroso y entusiasta público.

Ni bien finalizado el trascendental evento ecuménico, el presidente Fernando De la Rúa sostuvo que “esto ha representado una plataforma para lanzar a la Argentina al mundo”.

El binomio nacional, formado por Angel Cabrera y Eduardo Romero, se ubicó en la segunda posición merced a un registro final de 257 golpes, 31 bajo el par, al cabo del certamen que se desarrolló durante cuatro jornadas en la cancha del Buenos Aires Golf Club, de la localidad de Bella Vista.

Ambos conjuntos completaron el último recorrido en 68 golpes, cuatro bajo el par con parciales para el ganador de 34-36 y para Argentina de 32-36. A su vez, Paraguay, que tuvo una brillante labor en el recorrido decisivo, se situó en el tercer lugar. La dupla compuesta por Carlos Franco y Esteban Isasi acumuló 265 golpes, 23 bajo el par.

La gran ovación en el recorrido de ida se la llevó Romero, quien obtuvo un águila tres en el hoyo nueve.

Precisamente en ese mismo hoyo Tiger Woods quiso sacar la pelota del hazzar y no hizo otra cosa que depositarla en el agua. Por ese error del número uno (debió dropear la pelota en vez de intentar jugarla), el equipo estadounidense cometió el segundo bogey de la tarde.

Por ese entonces, una cosa era clara: sólo Estados Unidos y la Argentina eran los dos equipos que pelearían de ahí en más por el título.

Woods-Duval estaban con menos 32, (34 para la ida) mientras que Argentina lo seguía muy de cerca con menos 31 (32 para la ida).

Nueva Zelanda, el otro gran candidato antes de comenzar esta última jornada, ya había quedado relegado de la pelea debido a su pesado registro de 41, cinco sobre el par, y menos 22 en la general.

Con los dientes apretados, Romero y Cabrera salieron decididos en el diez a “darle caza” al gran campeón estadounidense. Ese hoyo finalizaron en par al igual que Woods-Duval, pero al siguiente los visitantes consiguieron un birdie a través de Tiger para ponerse menos 33 a menos 31 de los argentinos.

La distancia era de dos golpes. Sin embargo, Romero en el 13 se fue al agua y nada pudo salvar al binomio nacional de otro bogey. Esto posibilitó que la distancia se estirara a tres golpes en favor de Estados Unidos. Diferencia que pronto se amplió en el hoyo 14, donde los argentinos depositaron la pelota en el bunker, y luego de una deficiente sacada desde allí se tomaron tres putts. Es decir, que Tiger y Duval arribaron al tee del hoyo 14 con cuatro golpes a favor.

Una distancia muy considerable teniendo en cuenta que los líderes son el primero y tercero del mundo. Jugadores que se equivocan bastante menos que el resto. Para confirmar esto, Duval en ese hoyo dejó la pelota a no más de tres metros de la bandera para que Tiger intentara el águila que finalmente no obtuvo.

Sin embargo, Duval aseguró luego el birdie para situar a su país con menos 34 a cinco golpes de los argentinos.

A esa altura el público comenzó a dejar de soñar con el título: La diferencia ya era demasiado grande. No obstante, Romero y Cabrera en la cancha seguían luchando a brazo partido. El “Gato” obtuvo un birdie para el equipo nacional en el hoyo 15 como una demostración que la pelea estaba planteada hasta el final. A tal punto esto fue así, que en el 17 luego de que Romero sacó del bunker, Cabrera metió de dos metros para biride, y para achicar las diferencias a tres golpes de Estados Unidos (34 a 31).

El ingreso de los dos en el hoyo 18 fue conmovedor y a toda ovación para una dupla argentina que exhibió coraje, talento y un amor propio encomiable hasta el final. Se lo merecían, porque acababan de situar a la Argentina entre los países más poderosos del golf mundial.

Pura emoción a la hora de las voces

BUENOS AIRES (DyN) – Tanto Eduardo Romero como Angel Cabrera no podían desimular su emoción tras recibir la gran ovación cuando ambos ingresaron en el green del hoyo 18. El “Gato” fue el primero en acordarse del público: “La gente se portó muy bien y nos alentó en todo momento. El segundo puesto de ninguna manera se puede considerar un fracaso, jugamos ante dos monstruos como lo son Tiger y Duval”.

Por su parte, Cabrera indicó: “Como dijo el “Gato” yo tampoco considero nuetra labor como un fracaso porque trabajamos mucho y tratamos en todo momento. El segundo puesto es muy bueno. El campeonato de alguna manera lo perdimos en el hoyo 14, donde veníamos arrastrando el bogey del 13. Quisimos atacar la cancha en todo momento por eso nos vamos muy conforme. Pusimos todo para ganar”.

También Romero tuvo palabras de reconomiento para los marshall que durante las cuatro jornadas controlaron al público que en gran número se hizo presente en el Buenos Aires Golf Club.

“La tarea de ellos fue estupenda. En todo momento estuvieron a la altura del acontecimiento que se estaba jugando”, refirió.

A su vez, Romero recordó una frase que había ya expresado algunos días antes de la competencia: “Yo dije que si salíamos por debajo del segundo puesto lo iba a considerar un fracaso. Por suerte, nos ubicamos segundos. Así que me siento muy feliz porque entiendo que no defraudamos a nadie”.

En tanto, Angel Cabrera agregó: “Hace dos décadas Argentina brilló con dos grandes jugadores como Roberto De Vicenzo y Vicente Fernández. Ahora también el país tiene excelente jugadores. Como ven el futuro del golf está asegurado.

Los flamantes campeones del mundo se mostraron agradecidos con el público, en especial David Duval, quien dijo: “La gente se portó muy bien con nosotros en todo momento. Tanto Tiger como yo sabíamos a quien iban a alentar, por supuesto, pero siempre nos aplaudieron”, dijoel compañero del número uno Tiger Woods.

Tiger dejó un recuerdo imborrable

Su figura esbelta y atlética, sus maravillosos movimientos dentro del campo de golf y su carácter cambiante fueron algunas de las postales que dejó el estadounidense Tiger Woods en su visita a la Argentina.

El público vibró al sentir su cercana presencia, siguió todas sus acciones y se emocionó al reconocer ese famoso swing al que Woods le puso una marca registrada en el mundo.

“Tiger” entregó de a poco toda su dimensión de deportista. En el primer día, el número uno del mundo llegó custodiado y no quiso hablar con la prensa. Antes de comenzar el torneo, el ilustre golfista de 24 años se sorprendió con la cantidad de público que asistió a las 7 de la mañana a primera práctica en el Buenos Aires Golf Club.

Aunque no comenzó bien el torneo para todos fue un secreto a voces que en algún momento sería él. Además, cuando las cosas no le salieron bien, pudo apoyarse en su compañero David Duvall, que demostró su talento para cubrir su ausencia en el momento necesario.

Woods se dio el lujo de “robarle” parte del público a los locales Eduardo Romero y Angel Cabrera cuando lideraron las posiciones en las primeras jornadas.

Todos querían acercársele, darle un beso y atraer su mirada en medio de la inmensa dificultad que eso significa. Hasta Federico, el hijo de Angel Cabrera, tuvo que pasar diversos trámites para entregarle un regalo.

Woods tuvo diferentes estados de ánimo: llegó cansado, quiso evitar las fotos y a la prensa. Cuando enfrentó a los periodistas les pidió calma, sabedor de que lo su imagen produce.

Con el correr de los días todo cambió. Tomó conciencia de que el asedio del público fue propio del fervor y del cariño que también alcanzó a todos los golfistas que participaron de la Copa del Mundo.

Hasta los malayos y los venezolanos fueron aplaudidos.

¡Qué otra cosa podía pasarle al número uno del mundo que no fuera algo quizá demasiado excesivo!

Woods lo entendió y lo devolvió con su excelente golf, que la gente agradeció y guardará en un lugar privilegiado del recuerdo.

Woods y Duval exhiben su satisfacción llegado el momento de la coronación.


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