Una joven de Cinco Saltos hizo cumbre en el Aconcagua
Leonor Garavito tiene 23 años y llegó junto con tres mendocinos
CINCO SALTOS (ACS).- «En la cumbre es todo nieve y piedra gigante, se siente la nada, el viento, el frío y se puede ver un atardecer espectacular, naranja y fuerte hasta donde se pierde la vista: no hay horizonte ni el sol se desvanece; sólo es fuerte y naranja», describió Leonor Garavito en un intento de cifrar en palabras la emoción de revivir el momento en que hizo cumbre en los 6.959 metros del Aconcagua.
Leonor tiene 23 años y hace cinco que piensa en el Aconcagua. Ya había subido a otros cerros del cordón del Plata de Mendoza, pero lo máximo fueron alturas cercanas a los 5.500 metros. Hizo cumbre el sábado 18 de febrero a las 15. Había salido diez días antes desde la Laguna Horcones, a 2.700 metros de altura junto a otros tres compañeros que son de Mendoza: Pablo Cardozo, Javier Robello y Fernando Fernández.
«Llegamos los cuatro; esto no ocurre siempre, porque en la cumbre nos encontramos con una expedición de seis argentinos, de los cuales llegaron sólo dos porque el resto se tuvo que volver», dijo.
Leonor dejó de estudiar en Bariloche educación física con orientación montaña hace tres años, cuando ocurrió la tragedia. «Después de que nueve chicos murieron en el cerro Ventana de Bariloche se produjo una crisis y se restringió toda la parte de montaña: la carrera cambió, las salidas implicaban muchos permisos y restricciones, prácticamente está orientada a la educación física y por eso decidí dejarla», explicó.
Ahora estudia en Mendoza en la Escuela Provincial de Guías de Montaña, Trekking y hasta que se reciba, trabaja en las temporadas en el campamento del cerro Plaza de Mulas, a 4.370 metros de altura.
Leonor y sus compañeros salieron de la laguna de Horcones el 8 de febrero con las mochilas y el equipamiento en mulas. Carpa, bolsa de dormir, bencina (es vital para derretir nieve en la altura, hidratar el cuerpo y evitar el edema pulmonar), grampas, ropa impermeable y comida son los «petates» de unos 20 kilos cada uno, que a partir de la «plaza de Mulas» debió cargar cada montañista.
«Dos días nos llevó llegar a plaza de Mulas, luego descansamos un día y seguimos hacia la cumbre», detalló. Otro día les llevó llegar hasta el «campamento Canadá» (5.050 metros) y 24 horas más para llegar hasta los 5.500 metros de «nido de Cóndores», para descansar otro día donde está la patrulla de rescate. Allí ya sufrían de dolor de cabeza y estaban descompuestos por la altura.
«Cuando estuvimos en (la parada – campamento) Berlín a 5.950 metros nos costaba armar la carpa y la cabeza parecía explotar; así es que hay que tomar mucha agua y hacer todo despacio. Tomamos como unos cinco litros de agua cada uno para que la sangre se oxigene y para no padecer enfriamiento», detalló.
El día de cumbre, el grupo había salido a las 4 del «campamento Berlín» y ya en esa altura «hacíamos cinco pasos y descansábamos porque el corazón parecía explotar; en la cumbre había cuatro personas, y detrás de nosotros llegó un grupo de extranjeros que eran unos 12 en total. El lugar es amplio y desde allí se puede ver la pared sur del Aconcagua, que son 3.000 metros de caída vertical que te da vértigo de sólo mirarlo: lloramos, gritamos, es una emoción muy fuerte y difícil de explicar; luego nos acostamos y descansamos para bajar, porque había empezado a nevar y la nevada nos tapó las huellas», finalizó.
CINCO SALTOS (ACS).- "En la cumbre es todo nieve y piedra gigante, se siente la nada, el viento, el frío y se puede ver un atardecer espectacular, naranja y fuerte hasta donde se pierde la vista: no hay horizonte ni el sol se desvanece; sólo es fuerte y naranja", describió Leonor Garavito en un intento de cifrar en palabras la emoción de revivir el momento en que hizo cumbre en los 6.959 metros del Aconcagua.
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