Una lectura política

Todos los ciudadanos pueden interpretar la realidad política argentina desde su singular posición económica y sociocultural. Observemos: una cuestión son los hechos gubernamentales y otra cuestión muy distinta son las valoraciones, las explicaciones que cada uno de nosotros realiza de esas acciones de gobierno.

Con esta breve nota se intenta mostrar que los actos del gobierno nacional (especialmente durante el último año y medio de gestión) obedecen a un plan político integral, con algunos retoques circunstanciales por razones de conveniencia y oportunidad.

En el campo de los hechos es posible señalar: el otorgamiento inconstitucional de los superpoderes que implica disponer fondos sin control; la reforma del Consejo de la Magistratura para limitar la independencia del Poder Judicial; la persecución a la prensa en forma directa o con sutiles actos de discriminación; el conflicto con el agro; desmantelamiento y desprestigio de las fuerzas armadas; la boro-cotización legislativa (parece que todo hombre tiene su precio); el cogobierno, en forma ostensible, de algunos gremios y personajes no elegidos por el pueblo; reiterados actos delictivos cuando se utiliza el dinero del pueblo, con evidentes fines partidarios; el manejo arbitrario de los fondos provinciales y municipales, sin el marco jurídico de coparticipación federal, como lo prescribe la Constitución; por todos conocidos, numerosos actos de corrupción gubernamental; permanentes falsedades en las mediciones del INDEC y las subvenciones a las ongs para asegurar el apoyo a la gestión de gobierno.

 

Interpretación de los hechos

 

La pretensión es otorgar sentido a todos los hechos puntualizados en el párrafo anterior. Pasamos entonces al terreno de las conjeturas políticas para tratar de comprender las acciones gubernamentales. Adoptamos como presupuesto que los humanos somos seres autointeresados y egoístas, las diferencias surgen por el grado de honestidad y las convicciones republicanas de los individuos.

Cuando habla la señora presidenta tenemos la impresión de que el lenguaje salió de vacaciones. Son tantos los disparates y la división de clases que alimenta, que nos hace pensar en una falta de equilibrio emocional. Sin embargo, debe revisarse este juicio apresurado, intentar otra explicación de esta novela en cadena que protagonizan el matrimonio Kirchner y sus colaboradores más cercanos. La pretensión aquí es mostrar que el lenguaje utilizado y los actos del gobierno responden a un plan que, con algunos ajustes, tiene objetivos claros: la perpetuación en el poder, y la pantalla o el argumento justificatorio que se utiliza es: la futura gobernabilidad (toda una burla al orden democrático).

¿Qué le conviene al gobierno? Si consideramos los fines electorales próximos, la situación ideal es mantener dividido y con agresiones recíprocas a todo el arco opositor y, si es necesario, convencer con la billetera a algunos líderes muy principistas, para evitar la unión de un frente opositor nacional. También le resulta favorable la crisis internacional para descargar fracasos en las erráticas políticas económicas instrumentadas por el gobierno.

Aunque parezca paradójico, la creciente pobreza condiciona la libertad del electorado, con el agregado del discurso que alienta la división de clases y el odio instalado por el gobierno que los empobreció. Como consecuencia de ello, es posible que un sector independiente que recibe las dádivas del matrimonio «K» opte, en el cuarto oscuro, por el voto al oficialismo.

Si algo le faltaba para convencer a una franja indecisa del electorado, aparece el conflicto con el agro que le viene como anillo al dedo para la práctica de una política agonal, es decir, tener enemigos. En especial si se trata de un sector relativamente pequeño, al cual se lo puede estereotipar como «ricos avaros» apostando que realicen muchas huelgas para su mayor descrédito y, de paso, debilitar y distanciar a la Mesa de Enlace con las propias bases. Parece que la división de la oposición, la boro-cotización legislativa, la pobreza, el odio y la división de clases sociales son funcionales a los intereses autocráticos del gobierno. Todo ello matizado con alguna modalidad de fraude electoral.

¿Qué perjudica y debilita al gobierno? Cualquier paro que no sea el agropecuario; la inflación con recesión; la reiterada aparición pública de la presidenta; la continuidad de algunos funcionarios muy desprestigiados; los despidos masivos; la prensa libre y contestataria; el hartazgo ciudadano cansado de las mentiras y anuncios incumplidos y, la pérdida del poder adquisitivo de los asalariados y jubilados.

 

Reflexiones finales

 

La idea de esta nota es instalar el debate sobre algunas estrategias de quienes administran hoy las instituciones republicanas, propias de una democracia representativa y federal. Padecemos el despojo y el desprestigio de nuestra querida república en manos de un grupo de fundamentalistas en su concepción del poder, que no reparan en medios para apropiarse del Estado, ignorando las instituciones que precisamente dicen defender.

Si para elecciones las encuestas no los favorecen, los «K» pueden generar alguna variable de caos social e intentar suspender el acto eleccionario, dictando un decreto de necesidad y urgencia, de acuerdo con su particular estilo de gobierno. La realidad supera todo lo imaginable.

Por la verdad que sus palabras contienen, considero importante, una vez más, insistir en el teorema de oportunidad política: «Si la organización de las instituciones públicas es deficitaria, ingenua o injusta y el pueblo no participa, (entonces) los dirigentes tienen allanado el camino hacia el ejercicio del poder hegemónico, su perpetuación y la impunidad para los comportamientos corruptos».

Ni los legisladores, ni el pueblo deben olvidar que el voto no tiene precio, tiene consecuencias.

 

ENRIQUE LIBERATI (*)

Especial para «Río Negro»

(*) Doctor en Derecho

ENRIQUE LIBERATI


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