Una ley para la campaña

La ley de hidrocarburos provincial, cuya constitucionalidad está en duda, figura en la lista de estrategias de campaña de Jorge Sobisch. El gobernador necesita provocar al presidente Néstor Kirchner para abrirse paso en la política nacional, y la regulación introducida al negocio del gas y del petróleo viaja en esa dirección.

La discusión sobre la propiedad de los recursos naturales francamente no es un tema que movilice a la opinión pública. Pero con esta ley, Sobisch pretende llegar a sectores de poder y formadores de opinión, círculos en los que se propone ingresar para llamar la atención.

En lo inmediato, el gobernador neuquino no tuvo suerte porque la ley finalmente se aprobó en la Legislatura neuquina el mismo día que, en agonizante trámite, la Argentina cerraba trato con el Fondo Monetario Internacional para evitar la cesación de pago.

Los 30 minutos de diálogo telefónico entre Kirchner y Anne Krueger, un contacto que destrabó el vencimiento de 3.100 millones de dólares, fue el principal tema económico de la jornada y de las sucesivas, con lo cual, si alguien esperaba generar alguna repercusión inmediata, el objetivo no se cumplió.

Sin embargo, Neuquén tiene un plan para sostener este debate en el tiempo. Una vez que la nueva ley se publique en el Boletín Oficial, los abogados de la Fiscalía de Estado presentarán un pedido de inconstitucionalidad ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación del decreto-ley vigente.

En el gobierno han asumido que el futuro de la norma provincial recientemente aprobada está ligado a lo que finalmente resuelva la Corte. Y si en última instancia el fallo no resulta favorable, dejará en manos del gobernador un argumento para sostener la discusión durante el tiempo que dure la disputa en los tribunales.

Para llegar hasta aquí Sobisch acudió a herramientas que puede controlar, en este caso la Legislatura. Al aprobar la norma, rescató del olvido un debate pendiente en el Congreso de la Nación que acumula diez años sin resolver un nuevo marco jurídico que se amolde a lo estipulado por el artículo 124 de la Constitución Nacional, incorporado en la reforma de 1994.

En esa ocasión, los convencionales constituyentes dejaron expresamente aclarado que los recursos naturales pertenecen a las provincias, pero el efectivo cumplimiento en negocios como los de la extracción del gas y del petróleo requiere de la sanción de una nueva ley de hidrocarburos que modifique la regulación vigente, nacida en la dictadura militar de Juan Carlos Onganía, en 1967.

Con el argumento de la injustificada demora en resolver esta cuestión a nivel nacional, Sobisch impulsó su propia ley que le permite un completo control sobre el negocio de los hidrocarburos, incluidos los precios, un tema central para una provincia que no ha podido romper su dependencia de las regalías.

En esta decisión, el Movimiento Popular Neuquino reprodujo un esquema de alianzas legislativas ya conocido. Al igual que sucedió con la elección de vocales en el Tribunal Superior de Justicia, la ley de hidrocarburos se aprobó sin obstáculos y el oficialismo obtuvo el respaldo de los integrantes de los bloques aliados identificados con el menemismo y con el radicalismo que responde al intendente Horacio Quiroga.

Justamente el abogado y diputado radical Marcelo Inaudi fue quien, en debates previos a la sanción de la ley, puso en duda la solvencia legal del entonces proyecto impulsado por el gobierno, aunque sorprendentemente en el recinto respaldó con su voto la propuesta de Sobisch.

El gobernador, que esta semana se dedicó a temas petroleros -también firmó un pacto de no agresión con el gremio del sector, anunció una rebaja de impuestos a la actividad de hidrocarburos y lanzó el cronograma de licitaciones de áreas marginales para los próximos dos años-, sabe que hasta tanto no provoque reacciones en el gobierno nacional su proyección nacional no es más que una quimera.

Para subirse al ring, el gobernador necesita que el adversario lo tenga en cuenta y que el público de la platea lo reconozca.

Hasta aquí no se ha dado ninguna de las dos condiciones, porque Kirchner no se dio públicamente por enterado de que un vecino patagónico está entusiasmado con la idea de llegar a la Rosada y en la Argentina el rostro de Sobisch no es muy popular, al menos por el momento. De estas ausencias surge la ley provincial de hidrocarburos como estrategia de posicionamiento de un candidato, un primer ensayo de marketing político, aunque se sabe que no será el único.

No es casual que en el recinto, cuando se debatía el contenido de la ley, los voceros del oficialismo hablaron de unitarios y federales, como si Sobisch asumiera el rol de un caudillo dispuesto a defender los intereses del interior y a rebelarse contra el centralismo porteño, expresado en este caso por el presidente Kirchner.

La idea de encadenar las acciones con el discurso también ha sido planificada y puede que esta antinomia que el oficialismo rescata de la historia argentina se sume, de modo creciente, a los movimientos de la campaña del gobernador.

 

 

Gerardo Bilardo

gbilardo@rionegro.com.ar


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