Una niñez arrebatada y una vida solitaria

CIPOLLETTI (AC).- A los 8 años cayó en la calle. A los 9 se prostituía. Se fugaba de su hogar, consumía drogas y alcohol, estaba en contacto con personas marginales, cayó en los llamados «reformatorios»… Ahora tiene 15 años y es el centro de la escena del juicio del triple crimen.

Más allá de las conjeturas que se hacen a partir de los dichos y contradichos de la supuesta «testigo presencial de los asesinatos», la profundización de sus versiones dejó al desnudo una historia estremecedora: su niñez arrebatada y su vida solitaria.

«Se podría pensar que está sola. No tiene en quién confiar. Es poco lo que tiene para perder, pero es lo que tiene: su mamá y su medio», dijo ayer una de las psicólogas que realizó el psicodiagnóstico a la adolescente.

La psicóloga María Eugenia Abaca dice que los test determinaron que la chica «está dentro de los parámetros normales», pero también señalan «una personalidad neurótica».

A pesar de sus internaciones en hogares de menores en Roca y Viedma, y de sus contactos con la justicia a partir del triple crimen, nunca tuvo un tratamiento psicológico, según reconocieron ayer.

Abaca aseguró que «no es tarde» para hacerlo y que hubiera sido saludable prestarle apoyatura psicológica previa «para que ella llegara más tranquila a declarar».

En la audiencia del miércoles por momentos se tapaba la cara, como una expresión de «vergüenza».

«Cuando uno se tapa la cara es lo mismo que estar diciendo no quiero que me vean», explicó Abaca, quien también reveló otro indicio que pone de manifiesto las huellas de su pasado tormentoso: «la figura humana la grafica de espaldas, como indicando que quiere mirar para otro lado».

Feruglio no vio nada raro en la tapera

CIPOLLETTI (AC).- Héctor Feruglio dejó abierta la posibilidad de que el domingo 9 de noviembre de 1997 algún vehículo pudiera haber ingresado a su propiedad sin dejar huellas; pero ratificó que un par de días después del hallazgo de los cuerpos recorrió el sector de la tapera que ahora marcó la menor, y no encontró nada extraño.

El Tribunal volvió a citar ayer al dueño de la propiedad ubicada en la intersección del camino de Dos Esquinas y las vías, donde se encuentra la casa abandonada que señaló la adolescente que dice haber presenciado la agresión de las tres víctimas.

Feruglio declaró por primera vez el 30 de abril. En esa ocasión comentó que cuando anegaba la propiedad -como sucedió el domingo 9- el terreno de los alrededores de la tapera quedaba «fangoso», y era muy difícil ingresar sin dejar huellas.

Pero luego de la recorrida realizada el miércoles con la menor, en la que el Tribunal tuvo oportunidad de ver la propiedad y de conversar con el chacarero, se constató que habría una posibilidad de acceder a la vivienda sin pisar barro. Por eso volvieron a citarlo.

Feruglio dio más detalles sobre aspectos que no le habían consultado y reconoció que quedaba un acceso por uno de los caminos. Sin embargo volvió a manifestar su opinión: «Me quedan algunas dudas que no haya detectado que pasaron vehículos, o que haya ingresado alguien a la casa y no haya visto indicios de movimiento», dijo.

La noche que desaparecieron las víctimas Feruglio no estaba en la chacra. Regresó recién alrededor de la 1 del lunes. Sin embargo, un par de días después del crimen, fue a recorrer la propiedad y llegó hasta la tapera para ver si había rastros. Dijo que estos recorridos los hace habitualmente porque «es un lugar bastante difícil para vivir».

«Yo recorrí a los dos o tres días después del hallazgo de las chicas y no advertí absolutamente nada que me pudiera llamar la atención», aseguró. Además, dijo que no habló con ningún vecino sobre esta situación porque no encontró «nada extraño» en su propiedad como para hacerlo.

Otro dato que aportó el chacarero es que la tapera no estaba techada cuando ocurrió el triple crimen.

«Yo recuerdo haber sacado las chapas y la tirantería a fines del «95. Si quedó alguna chapa sería algún pedazo que no se podía utilizar», aseguró.

La menor dice que una parte de la vivienda en la que agredieron a las chicas estaba «parte techada y parte sin techo».

También se le preguntó al testigo por las inscripciones que había en las paredes de la tapera. Feruglio dijo que estaban «con anterioridad» a los asesinatos. Sin embargo no le consultaron qué decían.

Cuando se hicieron inspecciones en el lugar a principios del «98, lo que más llamó la atención fue una inscripción obscena que hacía referencia a «Vero». Esto no coincidiría con lo manifestado por la menor.


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