Una noche de intensos placeres calmos
La orquesta Sinfónica del Neuquén, dirigida por Andrés Tolcachir y con la participación de la mezzosoprano Eugenia Fuente, presentó el domingo un exquisito concierto dedicado sobre todo a obras de Richard Wagner y Franz Schubert. La formación sonó rotunda, musical y comprometida. Hubo un extenso aplauso.
La función que ofreció el domingo la Orquesta Sinfónica del Neuquén, que dirige Andrés Tolcachir, con la participación de la mezzosoprano Eugenia Fuente, para recrear en el ciclo de Armonicus un concierto dedicado a obras representativas del Romanticismo Germano fue una noche de intensos placeres calmos.
Richard Wagner y Franz Schubert fueron el centro de un programa que tuvo consistencia en la concertación de los recursos vocal e instrumentales.
El concierto se inició con los cinco números para canto y orquesta que integran los «Wesendonck Lieder», que Wagner compuso en 1862 siguiendo los poemas escritos por Matilde Wesenedonck, esposa de uno de sus mecenas suizos.
Con una voz de gran caudal, muy bien timbrada, sin debilidades y que utiliza con una delicadeza y sensibilidad dramática, Eugenia Fuente, efectuó una actuación digna de elogios.
Su presentación asombró al público por la pulcritud de la emisión, la claridad textual y la musicalidad para frasear y recrear ornamentaciones precisas de esta emblemática obra de Wagner.
En el otro extremo del concierto, la orquesta dirigida por Tolcachir, se lució con «El idilio de Sigfrido», que Wagner escribió en el invierno de 1857.
La agrupación sonó rotunda, musical y comprometida, con este collage formado por diferentes escenas de la Tetralogía de «El anillo del Nibelungo».
El director supo sacar un sonido y energía especial para arribar a la esencia wagneriana y logró impresionar con el carácter exultante propio de la pieza.
En el programa de mano, el comentario de las obras que escribió Marta Flores, explicaba las características del período en el que fueron compuestas las tres obras ejecutadas en el concierto. «Tanto Schubert (1797-1828) como Wagner (1813-1883), situados en ambos extremos de la concepción romántica, brindan una música dominada por lo melódico y donde la armonía se transforma en un recurso más de expresión del pathos romántico».
En medio de las dos obras de Wagner, la orquesta ejecutó la Sinfonía Nº3 en Re Mayor de Schubert, imprimiéndole su carácter gracioso y efervescente, propio de la juventud de su autor, que la escribió saliendo de su adolescencia.
El concierto sirvió para representar una visión del romanticismo germano a partir de una obra netamente vienesa como lo es esta sinfonía, que Schubert no la alcanzó a escuchar, y se estrenó más de 50 años después de su muerte.
Al respecto, el comentario de Flores señala que al momento de escribir esta sinfonía, «no sólo era joven Schubert, sino que también lo era el siglo XIX, y en particular, el Romanticismo, movimiento filosófico, estético y hasta político, que le dio su sello particular. Será la generación de Wagner -agrega -, la que termine de consumar las propuestas tempranas y siente las bases tanto del arte como de la filosofía y pensamiento político, del atribulado Siglo XX», concluye el texto evocador de los autores germanos que fueron expuestos brillantemente por la Orquesta Sinfónica del Neuquén.
El público que colmaba las instalaciones del teatro Español de Neuquén, agradeció con extenso aplauso la actuación de la orquesta, como para destacar el esfuerzo logrado para abordar tres obras magistrales.
JUAN CARLOS TARIFA
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