Una ola de rumores alimenta el mito de Yasser Arafat

JERUSALEN (AFP) – «He oído decir que Yasser Arafat no está enterrado donde todo el mundo cree y pienso que podría ser verdad», afirma Samir, un viejo comerciante palestino, repitiendo los rumores que recorren las calles de boca en boca desde Ramala (Cisjordania) hasta la ciudad de Jerusalén.

El misterio sobre la enfermedad que provocó la muerte de Arafat en pocos días en un hospital francés, la ausencia de un parte médico oficial y el hecho de que nadie vio su cadáver alimenta estas habladurías entre palestinos e israelíes.

Para Samir y su familia, que regentan una tienda de tapices a poca distancia de la

explanada de las Mezquitas, donde Arafat deseaba ser enterrado, puede que el cadáver del 'rais' palestino no se encuentre en la tumba preparada en la Muqata, el cuartel general de Arafat en Ramallah. «Parece que a Arafat le enterraron sin sacar su cuerpo del ataúd y eso es inadmisible para un musulmán. ¿Cómo sabemos que su cuerpo estaba adentro?», se pregunta.

En Ramallah, los rumores tampoco cesan desde antes de la llegada del ataúd del líder palestino desde París. Un guardia de la Fuerza 17, encargada de proteger al presidente, que acompañó el ataúd, abriéndose paso entre la multitud, hasta la fosa preparada en la Muqata, no encontraba, nervioso, una explicación creíble al hecho de que el dirigente fuera enterrado dentro del ataúd.

Pese a ser algo que el Islam no permite pudo deberse únicamente a razones de seguridad. «Ustedes no lo vieron, pero sacamos su cadáver del ataúd por la noche, cuando no había nadie y lo enterramos de nuevo directamente, envuelto en una bandera», afirmaba dubitativo al darse cuenta de que la tumba del dirigente está abierta al público y en ningún momento se ha quedado sola o sin la vigilancia de las cámaras de la televisión.

«Arafat ya está enterrado en la mezquita Al Aqsa (Jerusalén), lo sepultaron a escondidas. Su cadáver no estaba en el ataúd», afirma convencido Suleimán, dueño de un restaurante en el mismo barrio de esta ciudad vieja de Jerusalén.

En este lugar donde se mezclan mezquitas, iglesias y sinagogas, la vigilancia policial israelí es extrema desde hace varios días debido al miedo de revueltas populares tras la muerte de Arafat. Etam, un joven soldado israelí que patrulla las calles estrechas de este casco antiguo ríe a carcajadas cuando escucha que Arafat fue enterrado a escondidas en Al Aqsa, donde el Estado hebreo prohibió que fuera sepultado. «Nadie hace nada e esta ciudad sin que nosotros lo sepamos», garantiza.

Por otra parte, los adeptos de Arafat están convencidos de que fue envenenado con una sustancia que los médicos franceses no consiguieron detectar. «Desde Ramala hasta París sabemos que han envenenado a nuestro rais», gritaban los jóvenes del Fatah . El secreto médico que sigue imponiéndose en París y para la prensa israelí esto sólo da fuerza a otro de los rumores que se escuchó en los últimos tiempos: Arafat sufría Sida y por eso la causa nunca será publicada.

Entre unos y otros, la figura de Arafat, ya misteriosa en vida, corre el riesgo de convertirse en una verdadera leyenda como ocurrió con otros personajes, desde Adolf Hitler hasta Elvis Presley.

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