Una patagónica en la Academia de Letras

Se trata de la escritora Irma Cuña de Neuquén. Es también poetisa e investigadora. Integrará de por vida el máximo órgano de las letras argentinas. Fue elegida por unanimidad por los miembros de la academia. Un honor para la región.

NEUQUEN .- La escritora, poetisa e investigadora neuquina Irma Cuña integrará la Academia Nacional de Letras, una distinción que por primera vez recibe una personalidad patagónica dedicada a la actividad literaria.

Propuesta para tal distinción por el poeta Antonio Requeni, entre otros, la postulación fue aprobada por todos los miembros que, en número superior a veinte, componen la academia.

En términos formales, la nominación culminará con la correspondiente designación de la presidenta del cuerpo, la conocida especialista en gramática y didáctica de la lengua, Ofelia Kovacci, quien se encuentra en el extranjero.

El honor con que se distingue a la escritora neuquina -la academia es considerada la representante legítima de las letras argentinas- reconoce una larga y comprometida trayectoria en el campo de la literatura.

La distinción fue recibida con alegría por la comunidad literaria de la región, que ve en la escritora distinguida un punto de articulación entre los escritores territorianos y la vanguardia contemporánea.

La designación de Irma Cuña en la academia consiste en un cargo honorífico de por vida.

Fue aprobada por, entre otros, el filósofo y escritor Santiago Kovadloff, miem-bro él también del prestigioso cuerpo académico, como lo fueron Angel Battistesa, Olga Orozco, Alicia Jurado y Victoria Ocampo.

La autora de «El extraño» y «El príncipe», entre otros títulos de su obra poética, se incorporará a la academia en representación de escritores y poetas radicados en las provincias patagónicas desde Bahía Blanca hasta el sur.

Su misión será integrar a la dispersa producción literaria de la Patagonia al mapa de la literatura nacional, desde un espacio de privilegio que honra a una profesora y doctora en letras, autora de una vasta producción poética y científica.

Nacida en la ciudad de Neuquén en 1932, Irma Cuña obtuvo su título de grado en la Universidad Nacional del Sur, donde Ezequiel Martínez Estrada fue uno de sus profesores.

En 1959 ganó una beca para estudios de posgrado en el College de France de París y recibió su doctorado en letras españolas con una tesis dirigida por Marcel Bataillon.

Fue docente en los niveles secundario, terciario y universitario y sus trabajos de investigación, que alterna con sus indagaciones poéticas, toman temas de esta última fuente.

El pensamiento utópico latinoamericano es una de sus preocupaciones estéticas: la saga de Pedro Urdemales fue abordada en su tesis doctoral y actualmente dirige la Cátedra Libre de Pensamiento Utópico en la Universidad Nacional del Comahue.

Investigadora del CONICET, residió también cuatro años en México, donde siguió desarrollando su obra ensayística y poética.

Algunos de los títulos de su producción teórica son «Inmortalidad y ausencia de Pedro Urdemales»; «Símbolos de Don Segundo Sombra»; «La muerte en el árbol»; «América Latina, utopía o realidad» y «El mito de Narciso en la poesía de García Lorca».

Su primer ejemplar de poesía fue «Neuquina», de 1956. Publicó más tarde «El riesgo y el olvido» (1962); «El extraño» (1964); «Cuando la voz cae» (1963); «Menos plenilunio» (1964) y «Maneras de morir», de 1974. Su obra poética está reunida también en antologías como «Voces a Mano» (1994) y «El riesgo del olvido» (1991).


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