Una temporada voraz

Con los “tanques” en crisis, la gloria deportiva quedó en manos de Vélez y el inédito Arsenal.

El fútbol argentino es voraz. Pasa de todo, todo pasa y poco es lo que queda. Hace menos de un año, Ramón Díaz era el entrenador de Independiente y Alfio Basile, el de Racing. ¿Cuántos lo recordaban? Pero ninguno de los dos duraría. Primero se fue Ramón, el 3 de abril, tras perder 3-1 con Argentinos por la cuarta fecha. Estuvo apenas 19 partidos en el cargo. Y Basile se fue en la décima fecha, el 14 de abril, tras se goleado por Independiente, ya al mando de Cristian Díaz. Hoy, con Ramón Díaz de vuelta en River, parece que todo aquello hubiera ocurrido hace mucho tiempo atrás. O peor, que nunca hubiese pasado. El fútbol argentino se acostumbró a los pesares de sus clubes más representativos, algo que se acentuó en 2012. Al largo y sinuoso camino de River por la B Nacional que lo devolvió a Primera se sumó el padecimiento de San Lorenzo y sus tres entrenadores, Leo Madelón, Caruso Lombardi y Juan Antonio Pizzi. En el medio, se salvó del descenso. Independiente vive el peor año de su historia, Racing juega para sumar y no sufrir y Boca, el único de ellos que fue protagonista en la parte de arriba de las tablas, cerró el año bajo convulsión, porque el fútbol argentino es voraz incluso en el éxito. En este contexto se dio una definición inédita entre Arsenal y Tigre, que luchaba por ser campeón y no descender al mismo tiempo. La gloria del Clausura fue para los de Sarandí. El otro título, el del Inicial, le perteneció a Vélez, la contracara del fútbol voraz.


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