Unos u otros

NEUQUÉN

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Sapag atraviesa una difícil coyuntura. Para equilibrar las finanzas de la provincia necesita imperiosamente acceder a la refinanciación que ofrece el gobierno nacional, pero para hacerlo primero tiene que ceder a la exigencia de desistir de los juicios que la provincia tiene entablados contra el Estado federal. Aunque el gobernador no parece creer demasiado en la eficacia de esos planteos judiciales, es un hecho que, de desistir, debería pagar un alto costo político. La oposición, sobre todo la interna de su partido, lo hará blanco de ásperas críticas. De hecho, Sobisch anunció esta semana que será candidato a gobernador, y ya se sabe que no se anda con chiquitas. En el país de la chicana se puede votar el 82% para los jubilados sabiendo que no hay cómo pagarlo, porque nadie se privaría de esmerilar al gobierno. Con los juicios sucede algo parecido: tal vez desistir sea como renunciar al trono de Inglaterra, privarse de algo que nunca se ha tenido ni se tendrá, pero nadie en la oposición se perdería la posibilidad de pegarle a Sapag por haberlo hecho. Ocurre que el gobierno nacional no está dispuesto a ceder con Sapag. Un funcionario de alto rango en la Casa Rosada lo explicó así: “el Programa Federal de Desendeudamiento es una virtual condonación, porque hasta el 2030 la deuda se licuará, pero nosotros no podemos hacer excepciones, firmaron provincias muy amigas, amigas, opositoras y muy opositoras, y todas tuvieron que desistir de los juicios”. Cuando se les recuerda que el gobernador neuquino está en un brete, porque no podría salir a buscar crédito en el mercado financiero, destacan que lo siguen considerando un aliado, pero piensan que Sapag es el responsable de la situación en la que se encuentra “porque ha evitado denunciar la cuota de responsabilidad que le cabe a su antecesor y socio en esa deuda”. Además, están persuadidos de que esos planteos judiciales “sólo sirven para beneficiar a los estudios de abogados que representan a la provincia”. Sapag, a su turno, piensa que puede encontrar una vía para negociar. Sostiene que el Programa de Desendeudamiento no habla de desistir sino de hallar una solución de común acuerdo sobre los diferendos. Y aspira a que los Kirchner le den, al menos, una jugosa compensación, como planes de vivienda u obras, o que difieran la resolución de esa parte del acuerdo para que la decisión “la adopten los próximos gobiernos nacional y provincial”. Acaso el gobernador piense también que el mejor momento para negociar aún no ha llegado, que se dará cuando en el Senado haya que tratar el tema del 82% y el voto del senador Horacio Lores se convierta en una ‘bisagra’ entre oficialismo y oposición. Si así fuera, se podría pensar que la política de cohabitación con el gobierno nacional entablada por Sapag está ante un verdadero punto de inflexión a partir del cual muy probablemente ya nada será igual. Radicales, adelante En el variopinto arco de la oposición al MPN piensan que si Sapag vuelca y es Sobisch quien toma el relevo se acaba el reinado del partido provincial, sencillamente porque sería bastante más fácil ganarle. El hombre con mayores posibilidades de acaudillar estos sectores es hoy por hoy Martín Farizano, y así parece entenderlo la mayoría de los intendentes opositores al MPN. Pero para poder materializar ese propósito el intendente de Neuquén deberá juntar aún una cantidad de piezas sueltas. Y la historia ha demostrado que ‘pegarle’ al MPN es mucho más fácil –y desde ya mucho más cómodo– que construir una opción sólida para ganarle. Porque, como advertía Rodolfo Walsh, “la gente (‘el pueblo’, decía él) no es zonza y no salta al vacío”. Por lo pronto, en el entorno farizanista se preparan para lanzar una profusa campaña que, en Neuquén, tendrá como eje la gestión y que luego se extenderá al resto de la provincia tomando como base que si “se pudo” en la ciudad se podrá en todos lados. La gente de Farizano cree que la oposición está frente a una gran oportunidad. “Si con Quiroga, que iba solo, estuvimos a pocos puntos de diferencia del MPN, ahora que tenemos la liga de intendentes podemos ganar”, se entusiasman. Con todo, destacan que para hacer posible la victoria todos deberían manejarse “con una gran generosidad” y critican por lo bajo al PJ “porque juega al desgaste de Martín y no se decide de una buena vez a ir para adelante”. Los radicales que rodean a Farizano piensan que el PJ es un condimento indispensable y se jactan de las buenas relaciones con el gobierno nacional, pero también desconfían del eventual apoyo que los K podrían brindar a Sapag. “¿Cómo es posible –se preguntan– que Kirchner tenga como aliado en Neuquén a un partido presidido por Sobisch, que fue el socio de Macri?”. Cerca de Horacio Quiroga, el otro radical con predicamento, dicen que han “desensillado hasta que aclare” y no descartan que su jefe se largue nuevamente por la intendencia. Pero se lamentan de que Farizano “haya cedido de antemano” ese lugar a su aliado Mariano Mansilla. En la carpa chica de Farizano advierten, en cambio, que no regalarán nada y que para ser el candidato a intendente de la Coalición el líder de Une deberá ganar la interna al aspirante radical. Barajan tres figuras a las cuales podrían apoyar: el secretario de Cultura, Oscar Smoljan; la titular de Hacienda, Cecilia Bianchi (una protegida del intendente), y el quiroguista presidente del Deliberante, Néstor Burgos. “Lo que tiene de bueno ‘el Chango’ –dicen– es que tiene muchas ganas”.


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