Urbanización y planificación regional

La urbanización en las ciudades capitalistas entraña un proceso colectivo de construcción del espacio que es enfrentado y soportado por el conjunto de la sociedad que, siendo a menudo sostenido y encauzado por el Estado, suele derivar en beneficios privados y en la valorización de predios sin que sus propietarios hayan hecho nada para contribuir en su incremento.

En este orden, la participación en la renta diferencial, o recuperación de plusvalías urbanas, implica la instrumentación de mecanismos públicos que permitan la absorción total o parcial del mayor valor creado en las propiedades inmuebles por iniciativas estatales. Éstas iniciativas pueden consistir en la realización de obras de infraestructura, como redes cloacales o pavimentación de calles y rutas, o en prescripciones regulatorias que “mejoren” la explotación del suelo urbano, como cambios de uso y/o modificaciones en indicadores urbanísticos que habiliten una mayor edificación.

En la Argentina se han desarrollado distintas experiencias municipales que han planteado la necesidad de recuperar las plusvalías urbanas, o rentas diferenciales, entre las que puede contarse Rosario, Bariloche y Viedma, por mencionar algunas. Cipolletti ha sido una de las últimas localidades rionegrinas que aprobó la captura de plusvalías, en el 2014.

El interés por avanzar en una normativa semejante estuvo precedido por el crecimiento que experimentó la ciudad en los últimos años –que cada vez la aleja más del histórico circuito frutihortícola del Alto Valle de Río Negro–, pero también por estudios que, emprendidos en su momento por el Ente de Desarrollo de la Margen Sur, subrayaron su emergencia. Como parte activa de este crecimiento deben enumerarse los loteos que se aprobaron para favorecer la producción de suelo urbano ante la creciente demanda habitacional, pero también las obras públicas que ya hace unos años permitieron avizorar no sólo la expansión de la ciudad sino también la eventual valorización de determinadas áreas. Entre estas obras debe destacarse el puente Julio Rodolfo Salto sobre el río que da nombre a la provincia, que conecta “la margen sur” con “la margen norte” de Cipolletti. Si bien recién fue inaugurado a fines del año pasado, el inicio de su construcción en el 2005 disparó una serie de interrogantes (sociales, económicos y urbanos) respecto al impacto que conllevaría la integración de los dos territorios.

La “margen norte” conforma el centro urbano propiamente dicho, la ciudad existente en sus contornos actuales, pero la “margen sur”, que fue incorporada al ejido en 1987, tiene una dimensión aproximada de 500.000 hectáreas, componiendo un área rural dedicada fundamentalmente al pastoreo, más donde ya se contempla la generación de recursos acuíferos y el desarrollo productivo y urbanístico (a partir de un programa de irrigación financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo).

También esta área se encuentra cerca de uno de los principales conectores viales del paso bioceánico que llega hasta Chile, la Ruta 23 (asfaltada en un 70%).

Sin ser el puente el único hecho generador que permitiría argumentar la importancia de la recuperación de plusvalías, se estima que esta obra disparará en el corto y mediano plazo la valorización de los predios que se incorporen al radio urbano.

Por otro lado, también debe señalarse la inauguración reciente del tercer puente que conecta Cipolletti con Neuquén. Esta obra no sólo redundará en la renovación y consolidación de los vínculos entre estas dos ciudades, y otras localidades del Alto Valle de Río Negro que se integran social y económicamente a la capital neuquina, sino que también permitirá el ingreso a la autovía Neuquén-Plottier, lo que permitirá evitar el tránsito por estas dos urbes. El uso de este puente permitirá descomprimir los accesos, pero también es plausible que induzca el aprovechamiento del suelo bajo usos más lucrativos que los actuales.

Estas inversiones en infraestructura retraducen nuevas circunstancias regionales que interpelando a los gobiernos los insta a estar a su altura.

Es pertinente entonces vincular el papel de los Estados provinciales en estas iniciativas (y por qué no Nación, dado los fondos que destinó a la construcción del tercer puente) y reconocer de qué modo podría contribuir en las políticas de recuperación de plusvalías –de acuerdo a cada experiencia– y las competencias de planeamiento que detentan estas localidades. El hecho de hacer visible esta necesidad puede contribuir al fomento de políticas que, trascendiendo las aspiraciones locales, logren integrarse a un plan mayor de desarrollo integrado que las respalde. Más aun considerando que la necesidad de suelo urbano es uno de los principales problemas actuales de Argentina, y que origina, desde hace unos años ya, numerosos conflictos sociales.

*Doctor en Ciencias Sociales y becario posdoctoral Conicet-Cietes/ UNRN

Recientes inversiones en infraestructura (rutas, puentes, etc.) retraducen nuevas circunstancias regionales que obligan a los gobiernos a estar a la altura.

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Recientes inversiones en infraestructura (rutas, puentes, etc.) retraducen nuevas circunstancias regionales que obligan a los gobiernos a estar a la altura.

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