Use la imaginación

Por Jody Williams (*)

El preguntarme qué opino sobre uno o dos de los más grandes problemas a que nos enfrentaremos en las próximas décadas, me encuentro en la necesidad de citar a Arundhati Roy, en su polémica anti-nuclear «El Fin de la Imaginación.» Roy escribe, «No hay nada nuevo ni original por decir sobre las armas nucleares. No puede haber nada más humillante para un escritor de ficción que tener que cerrar un caso que ha sido, con el paso de los años, presentado ya por otras personas en otras partes del mundo, y más apasionada, elocuente y sabiamente.» Continúa diciendo, sin embargo, que está «preparada para todo. Para humillarme abyectamente, porque bajo las circunstancias, el silencio sería indefendible.» Roy habla de su necesidad de hablar en contra del abrazo abierto de las armas nucleares por su país natal, la India.

Cuando se me pide que comente sobre los «grandes problemas» y «problemas relacionados con la guerra y la paz» con frecuencia me encuentro reducida a sentirme más como lo describe Roy. ¿Qué más puede decirse sobre una multitud de problemas que enfrentan a este crecientemente pequeño y avasallado planeta, temas tan amplios como el calentamiento global o la crisis del HIV o la globalización desenfrenada? Gente con un conocimiento mucho más íntimo sobre estos temas ha hablado y con frecuencia con gran sabiduría.

Pero, también me encuentro dispuesta a intentar hablar de algunas cosas -sobre las cuales ni siquiera me acerco a lo que se consideraría una «experta»- porque también siento que, bajo las circunstancias, el silencio no tendría defensa. Junto con los retos a que nos enfrentamos como los mencionados antes, uno que me causa particular preocupación es el abierto abrazo de la Administración Bush a la defensa nacional antimisiles (NMD), un proyecto con el que se ha coqueteado – a mayor o menor grado en diversas encarnaciones – casi por dos décadas desde que fuera lanzado bajo la Administración Reagan y conocido en el lenguaje popular como la Guerra de las Galaxias. Como muchos otros, tiendo a considerar al NMD el hijo de la guerra de las galaxias -pero reconozco que tal terminología amenaza con reducir al horror de sangre fría de la militarización del espacio a algo sorprendente y casi maravilloso. El Hijo de la Guerra de las galaxias, por supuesto, conjura la fabulosa maravilla de la alta tecnología de esa imaginativa serie de películas y sugiere que el NMD es poco más que lasers y «buenos chicos» tratando de defendernos de los «malos.»

Aunque puedo no ser experta en la defensa nacional anti-misiles y sus efectos en la militarización del espacio, no se necesita ser experto para ver cómo esta acción cabe dentro del arrogante aislacionismo de la nueva administración. Por mi experiencia a veces son las preguntas de los menos expertos las más difíciles de responder.

Ahora se nos pide que aceptemos en nuestra imaginación e inteligencia que la verdadera libertad significa estar libre de los tratados de control de armas que han conformado la piedra angular de la estabilidad durante décadas. Nos dicen que nuestros amigos y aliados en todo el mundo simplemente no comprenden este nuevo concepto de libertad y seguridad. Pero no se preocupen, con suficiente tiempo y un poco más de presiones, se convencerán. Y si no es así, de todos modos lo haremos.

También se implica – y no sólo en este gobierno – que si no aceptamos esta nueva sabiduría, si hablamos apasionadamente, elocuentemente o incluso con gran conocimiento, somos de alguna manera poco patriotas. Y la defensa antimisiles parece tan avasalladora que es tentador ceder al «patriotismo» y dejar que los «expertos» nos recomienden cómo protegernos mejor de los enemigos clandestinos que sentirán el castigo de estos misiles defensivos. Después de todo, qué pueden los individuos ordinarios realmente comprender sobre tan difíciles temas de defensa nacional?

Creo que el reto es que los «ciudadanos ordinarios» crean que su opinión al respecto – y al respecto de cualquiera otro de los «grandes problemas» a que nos enfrentamos – es importante. Que enciendan sus imaginaciones y crean que pueden hacer una diferencia si emprenden la acción. Mi amiga y ganadora del Premio Nobel de la Paz Betty Williams me dijo – y desvergonzadamente uso sus palabras cuando puedo – que a veces tratamos de vivir sólo invocando nuestros sentimientos de empatía por los problemas que enfrentan otros o todos colectivamente. Simplemente al «sentir el dolor del otro,» tenemos más razón que aquellos que no pueden ni siquiera lograr eso. Pero como dice Betty, las emociones sin acción son irrelevantes. Si no ejecutamos acciones para que el mundo sea el sitio que deseamos en realidad no importa cómo se sienta uno.

Por ello, tengo que pasar más allá de mis palabras de horror sobre la NMD y la militarización del espacio y el arrogante aislacionismo en América. Tendré que encender mi imaginación y encontrar maneras de demostrar que la verdadera seguridad viene de la satisfacción de las necesidades de los individuos en este planeta y no gastando miles de millones de dólares en armas imaginativas que nos amenazan a todos.

Leo esto y descubro que no he encontrado una nueva elocuencia sobre el tema de la NMD y la militarización del espacio. Al mismo tiempo, reconozco que el caso no es necesariamente encontrar una nueva elocuencia – es agregar mi voz y mis acciones para producir el cambio que es crítico para hacer de este mundo un mejor lugar para vivir. Todo lo que tengo que hacer es usar mi imaginación.

(*) Premio Nobel de la Paz 1997.


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