Vaca Muerta, nosotros y el mundo

El proceso de aprendizaje ha finalizado. Ya existe el conocimiento y las destrezas necesarias para pasar a los hechos. Resulta conveniente repasar cómo estamos parados frente a la mayor oportunidad de crecimiento y desarrollo que dispone el país.

Vaca Muerta nos ofrece dos grandes avenidas de prosperidad: el petróleo y el gas natural. Cada una de estas tiene sus semáforos, sus momentos de congestión y de tránsito fluido.

La avenida mas rápida es la del petróleo. Para tener una idea de su impacto, por cada 100.000 barriles diarios de exportación a 50 dólares el barril, los ingresos serían de 5 millones de dólares diarios, o unos 1.800 millones anuales. Solamente en concepto de regalías la región recibiría un ingreso incremental de 270 millones de dólares. Y Vaca Muerta puede, y debe, poder exportar no menos de 800.000 barriles diarios y por muchísimos años.

Algunos de los semáforos capaces de dilatar nuestro viaje son los desafíos logísticos que están muy claros. Un flujo financiero ingresante es el necesario para transformar el stock del recurso petróleo, en un flujo de petróleo comercial. Este proceso de transformación es el que genera riqueza y prosperidad. El flujo de salida, el necesario para el servicio de la deuda incluyendo los retornos de aportes de capital, será relativamente inflexible. De modo que salta a la vista que la correcta y austera gestión de este “flujo de caja total” es fundamental para la continuidad del círculo virtuoso.

La avenida del gas tiene una serie de particularidades que van mas allá de la voluntad de producir. El gas natural tiene un costo de transporte entre 5 y 10 veces mas alto que el petróleo. La captura de mercados es esencial, sin expansión de demanda no hay expansión de oferta.

El gas natural es un energético que “siempre llega tarde”: solo penetra por desplazamiento de otros energéticos. Y esto se logra a puro precio. Y uno de los problemas es que en el mundo hay diferentes precios.

En un país como Argentina, sin almacenamiento de gas, el valor de la molécula que excede la estricta demanda es cero. Es impensado que alguien prenda una estufa en enero solo porque Camuzzi ofrezca 90% de descuento. La ausencia de almacenamiento de gas es un factor que le quita competitividad al gas natural: supone una pérdida de productividad que hoy ya advertimos con pozos cerrados. Y la pérdida de productividad significa costos más altos.

Si combinamos la cuestión de la estacionalidad de la demanda de gas con la aleatoriedad de las renovables vemos que el desarrollo de almacenamientos de gas es una tarea de primera prioridad para la energía argentina y, por tanto, para Vaca Muerta.

También es fundamental volver a pensar el sistema gasífero argentino: nuestro sistema de transporte está partido en dos. lo cual deberá revisarse para que el gas fluya sin restricciones de infraestructura.

Chile es un mercado posible pero no tiene el volumen que Vaca Muerta necesita para producir gas a bajos precios.

Si se opta por prescindir extemporáneamente de la oferta de Bolivia podemos cometer un costoso error. Me quedan pocas dudas que, de seguir comprando, no deberemos obligarnos a un precio de gas vinculado al de los combustibles sustitutos. Bolivia tendrá que vender contra el precio de nuestro mercado interno.

Ahora la gran cuestión: la exportación masiva vía Gas Natural Licuado. Sin dudas Vaca Muerta puede sostener 100 millones de m³/día de exportaciones sin problemas. Para esto deberá ser un tomador de precio. Precio en el mercado de destino, menos transporte por barcos, menos licuación, menos transporte desde la boca del pozo a la planta de licuación, resultará en el precio en la boca de pozo. Es decir, el conocido como export parity: el menor precio capaz de asegurar mercados en el largo plazo. Y, por lo tanto, el menor precio posible para el mercado interno.

Argentina solo tendrá gas abundante y barato si nos convertimos en un exportador masivo y consistente.

A los beneficios que el almacenamiento de gas supone habría que agregarle el carácter de respaldo al mercado interno ante disrupciones de la oferta y como garante de las exportaciones. La exportación de excedentes no nos dará la demanda necesaria para desarrollar Vaca Muerta en condiciones social y económicamente aceptables.

La transformación del monstruoso stock de recursos de Vaca Muerta en un flujo de desarrollo humano para todos es tarea de quienes nos gobiernan. Recursos no faltarán. Dios nos regaló Vaca Muerta, y recién hemos comenzado a desatar el moño.

* El autor fue secretario de Recursos Hidrocarburíferos del Ministerio de Energía y Minería de la Nación entre diciembre de 2015 y abril de 2017. Antes de ello trabajó en varias de las principales petroleras.

“Vaca Muerta es el proyecto de mayor magnitud de la historia argentina. Es diverso, es dinámico y es abarcador”.

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