Vaguedades

Se acortan los plazos y el bloque radical insinúa una mayor oposición.

Redacción

Por Redacción

ADRIáN PECOLLO adrianpecollo@rionegro.com.ar

Acciones foráneas sumergieron el gobierno de Miguel Saiz en fugaces alegrías. • La reestructuración de la deuda provincial ofrecida por Nación brinda previsibilidad, pero Río Negro adeuda medidas para saldar sus grietas estructurales. • El oficialismo aparentó estar abroquelado en el informe legislativo del secretario General, Francisco González, y en la creación de la comisión investigadora por las tierras fiscales en El Bolsón. Sólo fueron apariencias. Se eterniza la brecha entre la resistencia de la mayoría del bloque radical y el gobernador. Jubiloso, Saiz exageró en los frutos del Programa Federal de Desendeudamiento provincial. Otorga previsibilidad financiera al postergar los vencimientos con Nación hasta el 2012, acotando los pagos por la deuda –con bancos privados y organismos internacionales– a menos del 20% de la exigencia original. Esas obligaciones nacionales se postergan, pero nada alcanzará si Río Negro prosigue con el presente desfase estructural. La formidable suba de los ingresos públicos –que está en el 25%– no alcanza al nivel de las erogaciones, que rondan el 30%. La masa salarial de abril llegó a los 190 millones. Subió en el último año 40 millones mensuales, es decir, un 27%. Opulencias anteriores ya acabaron en improductivos despilfarros estatales. Carlos Oliva tendrá el cometido de, por lo menos, equilibrar aquellas partidas. También tiene un trajín pendiente: la corrección de Obras Públicas, que sigue a cargo de Osvaldo Mildenberger. Piensa en su reestructuración, pero esa reforma –que no es la constitucional– deberá tener efectos reales en la revisión de la ejecución de las obras provinciales. Cualquier otra pretensión será una fachada. De las tantas que el oficialismo edifica en su ambigüedad. “Hay que esperar dos o tres meses más. Recién ahí voy a hablar con ellos”, instruyó Saiz frente a los suyos, diferenciados entre duros y conciliadores. Piensa persistir hasta julio o agosto. Habrá caído totalmente su plan re-reeleccionista pero, también, habrá expuesto a un desgaste importante a sus antagonistas íntimos, capitaneados por el vicegobernador Bautista Mendioroz y su candidatura a gobernador. Saiz redobló el desafío y ordenó –al sector que comanda González– la creación de la línea interna mientras acepta excursiones pacíficas en terreno ajeno. César Barbeito y Alfredo Pega generaron un ámbito de diálogo con los rebeldes. Liberó a sus ministros con un mandato claro: “No cierren nada”. Ya cenaron –en dos ocasiones– con el diputado Iván Lazzeri, quien alternó compañías entre Daniel Sartor, Adrián Casadei, Adrián Torres y Adriana Gutiérrez. Esas peñas seguirán, con pocas expectativas. Los disidentes piden una expresión política favorable tras los telegramas intimidatorios por la reforma constitucional. El gobernador no facilitará ese gesto. Reservó su atención a su peculiar querencia con Pablo Verani. El jueves 6 se reunieron en Capital Federal. Se forzaron en recuperar viejas causas comunes y desatender recientes diferencias. No faltaron los reproches, pero repararon un conducto de aliados. Verani cumplió rápidamente con la promesa asumida: el patrocinio público a la prórroga petrolera. El senador se separó así de la posición de rechazo del bloque. Nulo efecto tiene ese realineamiento, salvo su repercusión política en el presente cuadro de señales del radicalismo. El ex gobernador adecua su postura. Retribuye una onerosa gestión de Saiz. “No puedo hacer otra cosa, yo impulsé el plan petrolero”, se justificó Verani frente a miembros de la resistencia. Nadie supo a qué se refería, tampoco repreguntaron. Saben que el senador edifica coartadas con razones reales o ficticias. El intento petrolero del gobierno no tendrá próximamente progreso en el bloque radical. Casadei ya le advirtió al ministro Juan Accatino que no hay fecha para la reunión pedida por el gabinete. Aquél trasladó el fallo de sus legisladores. Antes de marcharse a Washington el gobernador ordenó a Accatino que sostuviera el impulso del proyecto en audiencias con intendentes y gremios petroleros. Esta movida se cumplirá el miércoles. “Tendremos ese apoyo y vamos a presionar a los diputados, si no lo voy a sacar por decreto”, previno Saiz. No pareció, pero la bancada radical ya se fragmentó en la votación de la comisión investigadora por las 32 hectáreas de tierras fiscales en El Bolsón cedidas a un privado. El registro consigna que el apoyo parlamentario fue unánime, pero las legisladoras saiztas María Inés García y Marta Milesi se fugaron en la votación. En el gobierno advierten que revolver ese expediente derivará a otros aún más inverosímiles. Ponderan –también con razón– que el fomento del bloque radical a hurgar en esa cuestión disimula un mensaje de coacción. Detectan más casos: la imprevista celeridad de aprobación de un viejo expediente de Carlos Sánchez, que amplía el reparto de las regalías entre municipios petroleros. El proyecto caducó hace un tiempo, el radical Sánchez insistió, se aprobó esta semana en comisiones y el jueves se sancionó en el recinto. La desobediencia de la bancada al plan petrolero se sostiene en dos visiones: su rechazo o su dilación, aunque emerge la propuesta modificatoria a la exclusiva facultad de negociación otorgada al gobierno de Saiz y, en cambio, la deposita en una comisión mixta –legisladores y funcionarios– para revisar cada contrato. Esta opción aún es rudimentaria, faltando incluso la elevación del proyecto del Ejecutivo. El miércoles, González sobrellevó su informe legislativo. Poco justificó por qué consume fondos públicos en una campaña de la reforma constitucional, cuya realización está seriamente en dudas. El desvarío justicialista favoreció a González, que –al final– sumó favores de radicales críticos como Sartor y Gutiérrez. Emergieron frente a la impotencia opositora. Mendioroz menea hilos legislativos y Saiz detecta el movimiento. La recategorización de agentes públicos, propuesta por el Ejecutivo, tendrá también una evolución parlamentaria más lenta que la pretensión gubernamental. Hay otros ciclos que apremian. Mendioroz vislumbra que se demora peligrosamente la consolidación oficialista de su candidatura gubernamental. En la Legislatura González también espoleó el entorno radical al objetar que la modificación constitucional se “bastardea” y que “la reforma será en el 2010”. Lo defendió, pero Sartor impugnó ese plazo. “Ahí no estamos de acuerdo”, deslizó. El secretario General hablaba por el gobernador. Por obstinación o por estrategia, Saiz reitera su ansia reformista, aunque el formal escrito continúa cajoneado después de su utilidad para eyectar al contador Pablo Verani de Hacienda. El mandatario no cuida las formas para fustigar al radicalismo opositor. Lo hizo, otra vez, en su congratulación por el Programa de Desendeudamiento. Pidió “generosidad y visión política”, rechazó los “vuelos cortos” y reclamó por el proceso de Río Negro “para los próximos 20 años”. Fue un tácito –no tanto– vapuleo a los reparos reformistas del bloque que encabeza Casadei. Hasta ahora, la vaguedad es la esencia de las diferencias radicales. Habrá otro tiempo, habrá otra verdad.

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