Variantes que se barajan para el domingo

La no por esperada menos sorpresiva renuncia del aún presidente Fidel Castro abre en la Cuba que ahora inicia una nueva era todo un abanico de posibilidades. La magnitud de los cambios podría perfilarse, en buena parte, en función de la figura de quien, a partir del próximo domingo, asuma la jefatura de Estado en relevo del «compañero» Fidel.

Este 24 de febrero, los 614 diputados elegidos en los comicios de enero -y entre los que figura Castro- celebrarán su primera sesión parlamentaria, en la que, ante todo, deberán elegir a los 31 miembros del Consejo de Estado, cuyo presidente es a la vez jefe de Estado y de gobierno.

Con el anuncio de Fidel Castro, convaleciente desde hace casi 19 meses, de que no «aspirará» ni «aceptará» el cargo máximo que ostenta desde su creación, en 1976, se centran ahora las miradas en los presidenciables del país.

Pero, ¿quiénes son éstos? Las especulaciones son numerosas, pero los nombres manejados no tanto: en las apuestas de los analistas, los barajados son, ante todo, el gobernante interino, Raúl Castro, y el vicepresidente Carlos Lage.

Le siguen, aunque a más distancia, el actual presidente de la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral), Ricardo Alarcón, y, también, el joven canciller, Felipe Pérez Roque.

Al frente de todos se sitúa Raúl Castro, según coinciden analistas y la propia población cubana. El hermano menor del líder cubano, de 76 años y ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) desde hace casi medio siglo, es considerado el «heredero natural» de Fidel, como éste mismo le denominara. Al fin y al cabo, ya ha estado al frente del gobierno de forma interina durante el año y medio largo que su hermano estuvo convaleciente, con lo que, señalan observadores, su designación no sería más que la institucionalización de una situación que ya existe de facto. Y, no por último de menos importancia, durante su gestión interina adelantó perspectivas de reformas -habló de la necesidad de «cambios estructurales», confrontó directamente problemas como la vivienda o el transporte e incluso señaló que había «exceso de prohibiciones y medidas legales»- que han creado gran expectación en la población, que quizás interpretaría que un nuevo cambio en la cúpula no continuaría por esa senda. En contra de su nominación, entretanto, figura la también avanzada edad de Raúl Castro (este año cumple 77), que le incluye dentro de la «generación histórica» de los revolucionarios cubanos, así como su renuencia a asumir una figura tan pública y sus propias declaraciones acerca de que hay que ir dejando paso a las «nuevas generaciones». Raúl Castro es además el ministro de las FAR, en un país donde el Ejército tiene un gran peso y que además gestiona algunas de las principales empresas del país.

El segundo nombre que con más fuerza suena es el de Lage, un pediatra de 56 años. A su favor cuenta que es una figura identificada tanto con Fidel como con Raúl Castro, ya que durante el interinato de éste su presencia como representante internacional de Cuba y también a nivel interno no ha decaído lo más mínimo. Su designación podría ser además una garantía de cambios económicos, puesto que está considerado como el artífice de las calculadas reformas económicas que posibilitaron la liberalización del dólar, los mercados libres campesinos y el turismo extranjero implementadas para «remontar» la crisis económica de los '90 tras el derrumbe soviético, el «período especial». El ex analista de la CIA y autor del libro «Después de Fidel», el estadounidense Brian Latell, fue uno de los primeros en aventurar su nombre, a comienzos de año. En un artículo en el «Wall Street Journal», argumentaba para ello que «la legitimización de la sucesión a largo plazo es una de las prioridades más altas de Raúl» y que Lage, además, «es ampliamente considerado como un defensor de la reforma económica».

La larga experiencia interna y sobre todo internacional de Alarcón, así como la menor pero también intensa de Pérez Roque, ambos con una gran proyección mediática durante el pasado año y medio, han situado sus nombres también en las quinielas, aunque por ellos las apuestas de los analistas son menos fuertes. Más allá de la primera figura del Estado, la decisión de Fidel Castro de no ser presidente provocará además una reorganización de todo el alto organismo, ya que se deberán mover -hacia arriba, pero puede que también hacia abajo-, las vicepresidencias y demás cargos que conforman el Consejo de Estado. Grandes cambios en un país poco acostumbrado a ellos que, sin embargo, parece haberse tomado con tranquilidad. (DPA)

SILVIA AYUSO


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