Viaje al pasado para reconstruir la identidad

BUENOS AIRES (Télam).- En el libro «Tras la historia de mi madre», Helen Epstein (Praga, 1947) reconstruye su propia identidad luego de profundizar en la vida de tres generaciones de mujeres de una familia judía de Europa Central, marcadas por un contexto social y cultural de desintegración, guerra y los horrores del Holocausto.

«En este caso particular tuve que remontarme a la destrucción del Imperio Austro-Húngaro para clarificar un período de la historia de Europa Central, que luego fue completamente destruida: primero por los nazis y después por los comunistas», dijo la autora en una entrevista con Télam.

Cuando su madre Franci Epstein muere en Nueva York, en 1989, Helen comienza a buscar datos que la ayuden a completar la historia familiar y viaja a Checoslovaquia, su tierra natal, donde consulta archivos abiertos tras la caída del muro de Berlín y entrevista a varias personas relacionadas con sus padres.

Aunque el libro sobrevuela el tema del Holocausto, no está centrado en este terrible episodio, hay temas que cobran vida propia como una lectura de la emancipación femenina a través de la costura.

Hay un estereotipo que la costura se contrapone al feminismo pero en esta historia familiar desde la bisabuela Theresa Furcht, la abuela Pei Wigert-Rabinek y la madre de Helen, «la costura permite generar un espacio de libertad», resaltó Epstein.

«Ellas eran conscientes de las limitaciones de la vida cotidiana, del rol asignado a la mujer que pertenecía a la burguesía judía de Europa Central y se da todo un proceso de emancipación», subrayó la autora de «Children of the Holocaust», «Music Talks» y «Joe Papp. An American life».

La madre de Helen escribió un texto autobiográfico sobre la experiencia del Holocausto, que según mencionó la autora no fue determinante para esta investigación familiar. «Reiteraba lo que había escuchado de su boca desde muy pequeña sobre lo que había pasado en el campo de concentración de Auschwitz. La marca de ser sobreviviente del Holocausto es una marca muy grande. Es un tema de conversación desde que uno es chico. Te hablan de alguien que fue asesinado y un niño no entiende por qué asesinaron a su abuela. Hay que explicar una historia complicada incluso para los propios adultos».

En su libro anterior, «Children of the Holocaust», Epstein trabajó especialmente el tema de la memoria en un mundo que cada vez se transforma más rápido, «y en el que es difícil resignificar el pasado».

Para Epstein fue muy revelador el testimonio de aquellas personas que conocieron a su madre en Checoslovaquia, antes de la guerra: «Pude recuperar una parte de mi madre que no conocía a partir de la mirada de los otros».

«Mi madre bailaba el tango y nunca me contó nada. Lo supe después de hablar muchas horas con la que fue su mejor amiga y también fue valioso lo que me dijo un hombre que estuvo enamorado de ella», ejemplificó.

El viaje de su familia a los Estados Unidos cuando Helen tenía dos años, no le impidió ensamblar la cultura checa y la norteamericana. «Cuando llegamos mi padre tenía 44 años, 16 más que mi mamá, y como era muy malo con los idiomas nunca hablé en inglés con él, conversábamos en checo. La importancia del idioma es fundamental para la conservación de una cultura», sentenció. «Así como también la comida checa, con sus particularidades, que siempre comíamos en casa, y distintas actividades que compartíamos con la comunidad checa que vivía en Nueva York, que siempre ha sido una ciudad multicultural», explicó la autora de este libro, recién publicado por El Ateneo.

«La primera vez que volví a Checoslovaquia en 1968 fue durante la invasión soviética -recordó-. Llegué cinco días antes que los rusos. Me sentí muy cómoda, me sentí checa. Tengo la fisonomía de una nativa del lugar, aunque tengo acento americano».


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