¿Vicioso o Virtuoso?
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Obligado por el peso de las duras circunstancias sociales, el gobierno se esfuerza por romper el círculo vicioso que aprisiona las esperanzas de millones de argentinos. Pretende dibujar un círculo virtuoso, capaz de regenerar la credibilidad de la gente a través del esfuerzo laboral y la solidaridad.
De allí, los infatigables ensayos para ahuyentar el fantasma de la cesación de pagos y retornar a la borrada senda del crecimiento. Y mientras parece que la suerte del país depende ahora del megacanje, esto es, de lograr bajar las tasas de interés y patear la deuda hacia adelante, un selecto grupo de colaboradores del presidente Fernando De la Rúa, se reúne en reserva todos los sábados, esté o no presente el opaco mandatario radical, con el propósito de «llegar lo mejor posible» a las elecciones de octubre.
«Estamos contra las cuerdas, pero todavía no al borde del precipicio. La suerte de esta administración se juega recién en la próxima renovación legislativa», comentó a «Río Negro» uno de los ambiciosos espadachines delarruistas, que coincide en definir a su jefe como un fondista.
Así como el sol está siempre, por más que lo tapen las nubes, los políticos no dejan de pensar en el tiempo proselitista, aún cuando las tormentas amenazan con destrozar todo, producción, bienes y vidas.
Pese a la desmentida que hizo el vocero Ricardo Ostuni, De la Rúa viene convocando una vez por semana en Olivos a Chrystian Colombo, Nicolás Gallo, Patricia Bullrich, Leonardo Aiello, Fernando de Santibañes, Lautaro García Batallán, Darío Lopérfido y Hernán Lombardi, los tres últimos representantes del Grupo Sushi. Cuando el Presidente se ausenta, hace las veces de anfitrión su hijo Antonio.
Cuentan que entre los que se van sumando figura el ministro Ramón Mestre, a quien se le encargó ir organizando la campaña en las provincias. Para tal fin se le suministraron fondos frescos, parte de los 8 millones que le corresponden a la Alianza por los votos que sacó en octubre del «99.
Otro visitante ocasional no es otro que quien tiene que lidiar con los bancos y los inversores, Domingo Cavallo, el salvavidas y potencial piloto de la nave estatal. Hoy por hoy, De la Rúa y Antonio, prefieren que éste se comporte como Sarmiento y no falte ningún sábado. El objetivo: comprometerlo de lleno con el nuevo perfil gubernamental y en las decisiones que se adopten en consecuencia. «Mingo» ya fue en más de una ocasión, pero hizo saber que debe abocarse a las múltiples y fatigosas tareas ministeriales. Ofreció enviar en su lugar a Armando Caro Figueroa, pero por ahora De la Rúa no aceptó esa oferta.
Otro que va y viene con paso sigiloso es el siempre influyente en las sombras Enrique «Coti» Nosiglia. De la Rúa le pidió que ayude a Mestre y que haga de nexo para que Raúl Alfonsín no se «desbande» ni se baje de la candidatura a senador en la provincia de Buenos Aires. Fuentes cercanas al ex Presidente comentaron que las encuestas no le sonríen, ya que está 20 puntos por debajo del justicialista Eduardo Duhalde. Sin embargo, De la Rúa insistirá: si hay que perder, se compartirán las responsabilidades.
El último jefe de campaña y actual titular de la Cámara de Diputados, Rafael Pascual, dialogará con el Frepaso, o con lo que quede de este aglomerado de fuerzas huérfano tras la salida de escena del ex vice Carlos «Chacho» Alvarez.
Puede parecer extraño, pero esta misión marca la poca importancia que le asigna hoy el Presidente al Frepaso residual. Empero, se respetarán parcelas ministeriales y espacios distritales. Es el caso de Oscar Massei, quien a más tardar renunciará en agosto a la secretaría de Medio Ambiente para postularse a senador por Neuquén.
El paso inexorable de los días irá mostrando el vuelo que tendrá este grupo pre-elecciones. De la Rúa quiere que Antonio defina el marketing y algunas posiciones clave, pero el chico trata de esquivar el bulto, argumentando que estará con un pie en Miami, junto con su novia, la cantante Shakira. Sin embargo, la pareja acaba de comprar un departamento de dos millones y medio de dólares en Recoleta, por lo que De la Rúa padre confía en que volverá a tener cerca de Antonio cuando lo necesite.
Ramiro Agulla, el publicista que ayudó a llegar a Fernando al poder y que sostiene que hacía «falta un tipo como Cavallo», fue convencido por Antonio para que vuelva a aportar su ingenio vendedor.
La consultora Analogías, por su parte, hará una gran consulta nacional, para establecer un diagnóstico correcto de cómo está la situación en cada uno de los distritos.
Hasta aquí el primer axioma del equipo fue: «Que nadie se entere que estamos pensando en las elecciones». La gente tiene que estar persuadida de que el presidente solo piensa en la crisis, se razona en la intimidad.
Por supuesto, tienen una visión mucho más optimista que los sindicalistas Hugo Moyano y Alicia Castro, y que el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf, de quien ya recelan profundamente. Aceptan acordar con los previsibles Carlos Reutemann y José Manuel De la Sota, pero no ocultan su intención de «pegar» a Ruckauf con el derrumbe que sobrevino en el menemismo a partir del escándalo de las armas, por el que ya están presos el ex ministro Erman Gónzalez y Emir Yoma.
Los «Shusi» no son tan competentes a la hora de las estrategias «sucias». No pudieron inculpar al ex embajador en el Vaticano, Esteban Caselli, quien zafó involucrando aún más al ex presidente Carlos Menem en el contrabando a Ecuador y Croacia. Resultado: el juez Jorge Urso prohibió salir del país a Menem, quien no cuidó uno de sus preceptos preferidos. Se enojó y llamó «pinche de décima» al influyente Caselli, actualmente al servicio de Ruckauf.
«El nuevo pacto con el FMI y la aproximación a Reutemann, De la Sota y Eduardo Duhalde, nos da un poco de aire», reflexionan antes de revelar un temor mayúsculo. «Si en octubre perdemos por mucho, se acabó el gobierno», agregan y retrucan de paso la bravuconada de Raúl Othacehé, el ministro de gobierno de Ruckauf, quien advirtió que «si el PJ quiere, el Presidente caería en menos de 12 horas».
La preocupación por la realidad trágica que exhiben las radios, los diarios y la televisión, deja paso a los tejes en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires. En el distrito porteño, De la Rúa acepta que decida Aníbal Ibarra, siempre y cuando no se desmadre e integre a hombres de Acción por la República en las listas. Pero Ibarra tiene ritmo propio y sintoniza con Alfonsín y Elisa Carrió.
El gobierno disfruta con las desgracias internas del peronismo, pero no puede disimular el encono de Alfonsín hacia Cavallo. De la Rúa se apoya en las virtudes técnicas del ministro para recuperar posiciones en la carrera que se anotó y que debería finalizar en el 2003.
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